Por Fabio Pérez
Sufrir por colitis ulcerosa es sufrir por causa de una afección intestinal que provoca inflamación y úlceras en el tracto digestivo.
Sus síntomas no suelen aparecer de repente, se va manifestando con el tiempo. Afecta el recto y el colon.
Esta afección puede ser agotadora y conducir a serias complicaciones, incluso llega a poner en riesgo la vida del paciente.
No hay cura contra ella, pero sí tratamientos que ayudan a atenuar signos y síntomas.
Algunas personas diagnosticadas han obtenido una remisión de largo aliento.
El origen de la colitis ulcerosa no está claro. Sólo existen sospechas.
Hasta hace unos años se conjeturaba que la alimentación y el estrés detonaban este mal.
Estos factores, se sabe hoy día, no son su causa, pero pueden contribuir a agravarla.
Una hipótesis ubica su raíz en un mal funcionamiento del sistema inmunológico: cuando intenta combatir a un invasor (un virus o una bacteria) se produce una respuesta inmunitaria anormal; las defensas del organismo no sólo atacan al agente nocivo, también a las células del tubo digestivo.
En la comunidad clínica se considera que factores hereditarios favorecen la aparición de este mal.
Sin embargo, buena parte de los individuos diagnosticados no tienen antecedentes familiares de él.
¿CÓMO NOS AFECTA?
Las manifestaciones que nos hacen sufrir por colitis ulcerosa pueden variar según la gravedad de la hinchazón y el lugar donde ésta se produce.
Sus síntomas principales son los siguientes:
Dolor en el recto
Dolor y calambres abdominales
Necesidad imperiosa de defecar
Incapacidad para evacuar a pesar de la sensación de urgencia
Fiebre
Fatiga
Pérdida de peso
Diarrea (a menudo con sangre o pus)
Sangrado rectal (presencia de cantidades pequeñas de sangre en las heces)
Hay niños que también la padecen. En casos infantiles puede acarrear retraso en el crecimiento.
Por lo general, los pacientes exhiben síntomas leves o moderados de la enfermedad.
En ocasiones su evolución es bastante irregular. Los diagnosticados llegan a gozar de largos períodos en los que no se hace notar.

¿DÓNDE SE UBICA?
La colitis ulcerosa es tratada en función de su ubicación.
Colitis del lado izquierdo: la inflamación se extiende desde el recto hasta las partes signoidea y descendente del colon; causa urgencia para evacuar, dolor, calambres abdominales del lado izquierdo y diarrea con sangre.
Proctitis ulcerosa: la hinchazón se instala en la zona cercana al ano (recto); no es inusual que el único signo de su presencia sea el sangrado rectal.
Pancolitis: causa dolor, calambres abdominales, fatiga y una pérdida de peso considerable; afecta el colon y produce episodios de diarrea con sangre que llegan a ser intensos.
Proctosigmoiditis: una inflamación que afecta al recto y al colon sigmoides (ubicado en el extremo inferior del colon); el enfermo padece diarrea con sangre, dolor y calambres abdominales, así como imposibilidad para evacuar a pesar de las fuertes ganas de ir al baño.
Sufrir por colitis ulcerosa hace obligada la visita al médico en los siguientes escenarios:
a) Ante un cambio persistente en los hábitos intestinales.
c) Cuando la diarrea no cesa con el uso de medicamentos sin receta médica o no deja dormir al aquejado.
d) Cuando hay fiebre sin causa aparente durante más de dos días
Normalmente, la colitis ulcerosa no es mortal, pero puede convertirse en una afección grave, del tipo que pone en riesgo la vida.
¿A QUIÉNES AFECTA?
El sexo de la persona no hace diferencia a la hora de sufrir por colitis ulcerosa.
Se han identificado los siguientes factores de riesgo:
1) Edad: Si bien suele manifestarse antes de los 30 años de edad, en realidad puede manifestarse en cualquier momento de la vida.
2) Raza o grupo étnico: Estudios estadísticos confirman que el riesgo de desarrollar esta enfermedad es mayor en las personas de piel blanca; sin embargo, puede afectar a individuos de cualquier raza.
La colitis ulcerosa tiene una nutrida lista de complicaciones:
Hinchazón rápida del colon
Inflamación en la piel, las articulaciones y los ojos
Deshidratación grave
Sangrado intenso
Disminución de la masa ósea.
Aumento del riesgo de formación de coágulos de sangre en las venas y las arterias
Colon perforado y mayor probabilidad de padecer cáncer en esta parte del sistema digestivo.

¿CÓMO MEJORAR?
La comunidad clínica ha reunido evidencia de que algunos alimentos y bebidas empeoran la situación a la hora de sufrir por colitis ulcerosa, en especial durante un brote.
Un brote es cuando los síntomas regresan luego de un periodo de remisión.
Se considera que los productos lácteos son potenciadores del malestar. De ahí que se recomiende eliminar de la dieta la leche, el yogur, el queso, el helado y compañía.
Comestibles ricos en fibra, como frutas y verduras frescas o cereales integrales, si bien gozan del prestigio de ser saludables, pueden empeorar los síntomas de esta afección.
Se aconseja evitar nueces, semillas, maíz, palomitas de maíz, así como vegetales crudos. Éstos últimos, no obstante, pueden prepararse al vapor.
Las bebidas embriagantes facilitan que empeore la diarrea de la colitis ulcerosa. Lo mismo aplica para líquidos que contienen cafeína, como refrescos, café o té helado.
Si bien el estrés no causa este mal, su influencia llega a ser determinante para que se desencadenen los síntomas.
Combatir el sedentarismo, o ejercitarse, como prefiera verse, es una medida efectiva para prevenirla.
La actividad física ayuda a reducir la tensión y a mantener el buen funcionamiento intestinal.
Los cambios en la dieta (eliminar los lácteos, por ejemplo) y en el estilo de vida (evitar malpasadas y adoptar técnicas de relajación, por ejemplo) contribuyen al control de los síntomas, es decir, a prolongar el tiempo entre brotes.
Otra recomendación valiosa es hacer cinco o seis comidas pequeñas al día, que sean saludables y balanceadas, en lugar de comer bocadillos a diestra y siniestra a lo largo de la jornada.
Una más: beber abundante líquido todos los días (dentro de todas las bebidas disponibles el agua es la mejor opción).
Eso sí, antes de adoptar acciones para no sufrir por colitis ulcerosa, conviene buscar el consejo del médico de cabecera.