Para Tori, que caminaba mucho por las calles de su ciudad: mi ciudad
Voy pedaleando hacia La Partida. Son poco más de las siete de la tarde y el tráfico se siente denso. Hace un año terminaron de construir el fraccionamiento Paseo Áurea sobre la antigua carretera a San Pedro. A un costado del Ejido Paso del Águila, recién comenzaron a promover la venta de casas del Fraccionamiento La Rioja.
Ya casi llego a La Partida. A mi derecha terminan de construir otro conjunto de fraccionamientos: Rincón del Marqués. Me rebasa una camioneta Honda de lujo para ingresar al sitio. Desde hace un año el flujo de tránsito se ha incrementado hacia esta zona donde antes reinaba la tranquilidad de los ejidos La Paz y El Perú, donde se respiraba el aire fresco de las nogaleras. Del lado izquierdo están las tiendas de conveniencia de siempre: misceláneas y expendios de cerveza.
En la primavera de 2021, cuando intentábamos despertar de la pandemia, entrenaba muy de madrugada rumbo a Matamoros por La Partida. A mi equipo y a mí apenas nos perturbaban dos o tres camiones de las rutas Solís o La Esperanza. Una quietud parecida, aunque en menor medida, se sentía por las tardes. Hoy debo voltear con frecuencia hacia atrás, tragar más contaminación que de costumbre, lidiar con la resequedad en los ojos, soportar el claxon de algún conductor intolerante o la presencia, cada vez más frecuente, de la Guardia Nacional. La ciudad siempre termina por alcanzarnos, nos engulle hasta llevarse el colorido de nuestros campos, el aire transparente, la caminata callejera. La ciudad se lleva en su agujero negro lo que alguna vez fue la utopía del reparto agrario para devolvernos kilómetros de fraccionamientos, pequeños áreas verdes privatizadas, distribuidores viales y avenidas con simulaciones de ciclovías.

En octubre pasado se celebraron 86 años del reparto agrario. De la empresa cardenista ya no hay rastro. “Terrenos en venta en ejidos en Torreón”, advierten algunos anuncios clasificados en medios digitales que prometen el sueño del ascenso social. Los consorcios inmobiliarios son hoy lo que alguna vez fueron los hacendados. En menos de cien años la tierra ha vuelto a ser de los que más tienen.
Sigo rodando y pienso en un conocido que acaba de comprar casa en una cerrada nueva. Alguna vez visité el lugar: circuito cerrado, parque y terraza para los colonos. Fuera de la cerrada hay otra más y otra más. Detrás del desarrollo: el ejido Ana. Una barda perimetral separa dos zonas contiguas que no tienen ninguna vía que las comunique. Los colonos de Paseo Áurea sólo pueden salir por la antigua carretera a San Pedro; los habitantes de Ana por la carretera a La Partida. Entre una y otra entrada median cerca de cuatro kilómetros. Esta es la típica línea divisoria que se ha reproducido sin freno desde el horror de “la guerra contra el narco”. Dice Silvia Federici que toda guerra rearticula formas de acumulación y administración de la vida y el trabajo. Si estudiáramos de dónde ha salido tanto dinero para que crezca Torreón después de la ola de violencia nos paralizaría enfrentarnos a su verdad.
¿En qué se mueven los residentes de los nuevos desarrollos? El transporte público sigue siendo infrahumano y costoso. No en vano la confianza en el automóvil como medio de transporte seguro en el municipio de Torreón ha ido en aumento.
¿Cómo coexistimos en una ciudad que privilegia el desplazamiento privado, la vivienda segura pero sin planificación urbana? El que va en bici o el que camina conoce los baches, las bardas que nos separan por kilómetros, los puentes (anti)peatonales, la falta de áreas verdes. En los últimos cinco años que he pedaleado en La Laguna he percibido que la diversificación del espacio público y el derecho a la ciudad no son prioritarios para las administraciones municipales ni estatales. Confieso que soy privilegiada: cuento con automóvil para trasladar de manera segura a mi pequeña hija o para ir a dar clase a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en su nueva sede en Ciudad Universitaria, sobre la carretera que va a Matamoros.
Sigo pedaleando. Estoy cerca de casa. Acabo de pasar por la Universidad Iberoamericana. Reparo en el hecho de que las universidades, públicas y privadas, también han participado de la dispersión de la mancha urbana. Este factor ha repercutido en las vidas de los estudiantes, quienes deben sortear múltiples dificultades para trasladarse largas distancias y poder estudiar.
De enero de 2018 a febrero de este año la circulación de vehículos privados en el país incrementó de poco más de 31 millones a casi 36, según datos del INEGI. En Coahuila la cifra creció de 433,047 a 629,839 entre el 2012 y el 2021, lo que representa un 45 por ciento más en nueve años. El tráfico y la elevación de las temperaturas causadas por las emisiones en nuestro ya de por sí deforestado y desértico entorno poco se mitigarán si se siguen construyendo más distribuidores viales y se prioriza la movilidad en vehículo privado. Con el aumento de la velocidad de 60 a 80 kms/hr sobre el Periférico de Torreón, los siniestros viales no han cesado, aunado a que no ha surtido efecto el plan anunciado en diciembre pasado para restringir la circulación de tránsito pesado en horas pico en el Periférico.
Dudo que las medidas de la administración del alcalde Román Cepeda contribuyan a reducir los siniestros viales, las emisiones de dióxido de carbono, la privatización de la movilidad. Su modelo de ciudad se aleja cada día más de la meta de la ONU propuesta en su resolución A/RES/74/299, que insta a una disminución del 50 por ciento de accidentes viales para el 2030. Además, nos aleja de la urgente necesidad de contribuir a la reducción de emisiones. La ONU Cambio Climático informó el pasado 20 de marzo que los gobiernos no han hecho lo suficiente para ser consecuentes con los Acuerdos de París. Si no se reducen en un 43 por ciento las emisiones, para el 2030 la temperatura global se elevará dos grados Celsius.
La Torre de Medición Solar de la Universidad Iberoamericana ha arrojado información de relevancia sobre la alta exposición a la radiación por rayos Ultra Violeta en la región; fenómeno que particularmente impacta en zonas donde no hay un milímetro de sombra. Entiendo que la sugerencia por parte de esta institución de modificar el reglamento de tránsito para permitir los vidrios polarizados de los vehículos tenga como propósito la fotoprotección, pero la sugerencia no contempla a quienes más padecen las inclemencias del desierto y de los rayos UV: peatones y ciclistas. Lo que se necesita es reforestar.
Desde que comenzó la gestión de Román Cepeda, las administraciones municipal y estatal nos impusieron el Sistema Vial Cuatro Caminos, cuya inversión asciende a más de 510 millones de pesos. Entre las “problemáticas que resuelve” consiste en darle “flujo libre a los más de 20 mil vehículos que transitan diario por el Blvd Independencia” El proyecto no ha priorizado la movilidad segura para los más vulnerables: discapacitados, peatones, ciclistas y motociclistas, considerando que en las inmediaciones hay colonias residenciales, cuyos habitantes requieren de espacios amables y habitables. Me pregunto si reforestar, peatonalizar o pacificar el tránsito cueste lo mismo: 510 millones de pesos.
En mayo del 2022 se publicó la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial y hasta la fecha no hay avances en la creación de un sistema que favorezca la armonización de la ley a nivel local. No se puede esperar mucho: el conocimiento del alcalde en materia de movilidad urbana es precario. Así lo demostró cuando en febrero pasado declaró que el extranjero de origen coreano que fue brutalmente embestido por un automóvil que circulaba a exceso de velocidad sobre la calzada Colón, fue imprudente al momento de querer cruzar la calle. Es fecha que la Fiscalía General de Coahuila no esclarece los hechos.
De acuerdo con las cifras del Observatorio de La Laguna, en 2021 se registró un total de tres mil 659 siniestros viales en Torreón. En promedio ocurren 10 al día. ¿Qué hace el alcalde Román Alberto Cepeda para evitar este grave problema de salud pública? ¿Qué gestiones hará ante la séptima prórroga para terminar el Metrobús Laguna?
Sin voluntad política, los esfuerzos de la sociedad civil seguirán siendo frenados. A principios de febrero de este año el edil inauguró la obra del distribuidor vial Villa Florida, que costará más de 12 millones y se adjudicó a la constructora Coconsa. ¿Tendrá planes de invertir una cifra similar para darle mantenimiento a las ciclovías existentes? ¿Cuándo ordenará la construcción de más banquetas? ¿Cuándo hará las gestiones para colocar más semáforos y cruces peatonales en zonas escolares y residenciales? ¿Cuándo echará a andar un plan de fotomultas o una capacitación a agentes viales para impedir que los automovilistas se estacionen sobre ciclovías y banquetas? ¿Cuándo ejecutará un plan de reforestación de la ciudad con flora nativa? Su proyecto de obra pública prioriza el reencarpetado y el bacheo deficiente, pero también la impunidad del automóvil particular. ¡Que reine el desierto de asfalto!
A esto lo llamo subdesarrollo en el siglo XXI y nosotros somos sus fieles representantes; un subdesarrollo que nos abisma de modelos de planificación urbana que contemplen la movilidad multimodal, el incremento de áreas verdes para la recreación, el deporte y el encuentro. Recuperar el espacio público significa reconstruir los lazos de confianza en aras de mitigar la violencia.
¿Seguiremos subsistiendo en función de la cadena productiva basada en energías fósiles? No olvidemos que los llamados “países desarrollados” son los que más han podido enfocar sus esfuerzos para transitar a emisiones cero. Pero, ¿en qué medida ese “primer mundo” requiere que nosotros dependamos de los hidrocarburos y, por añadidura, permanezcamos en el subdesarrollo? La teoría de la dependencia todavía puede ofrecer respuestas sobre las formas de dependencia global en el marco de un capitalismo internacional que para funcionar debe generar crisis en ciertas zonas: guerra, migraciones Sur-Norte global, tráfico de drogas, redes de trata, sobreexplotación del agua y de materias primas, violencia… Tal como había advertido Iván Illich en los años setenta del siglo pasado, un modelo económico basado en energía industrial sólo puede generar inequidad.
La guerra de Rusia contra el pueblo ucraniano es una muestra de cómo el control del petróleo sigue siendo una jugada prioritaria en el tablero del capitalismo internacional. Rusia es una de las fuerzas principales en el mercado mundial de energía. La guerra sólo la ha fortalecido. Mientras al otro lado del mundo nosotros nos limitamos a concretar, a pequeña escala, los propósitos de las negociaciones entre el Kremlin y la OTAN; nos atenemos a habitar ciudades hostiles e inhumanas que dependen de los hidrocarburos, de la corrupción y legislaciones laxas.
En Noruega acaban de inaugurar un túnel de ciclovía que reduce los tiempos de traslado para ciclistas. Para lograrlo perforaron una montaña. Noruega es “primer mundo”, nosotros tenemos que movernos con energías no renovables. ¿A cuántos años luz estamos de un escenario como aquel?
Hace rato llegué a casa. Andar en bici es un buen termómetro para atemperar la velocidad de los cambios. Frente a mi escritorio busco cifras, datos de relevancia y escribo esta reflexión pensando en mi amigo Héctor Becerra, quien todos los días caminaba de su casa al trabajo y del trabajo a su casa, en el centro de la ciudad. Me pregunto cuánto tiempo resta para que construyan un distribuidor vial por donde él caminaba tarareando a Def Leppard.