El movimiento es bienestar

Por Fabio Pérez

El movimiento es bienestar, ni duda cabe.

En condiciones normales, las personas se mueven con suma naturalidad, con total fluidez, ni siquiera se repara en las funciones orgánicas que se activan para hacer esto posible.

Sin embargo, diversos factores pueden afectar la movilidad y provocar problemas. El envejecimiento, por ejemplo, o las lesiones producidas por accidentes.

Enfermedades y trastornos también forman parte de la lista.

Algunas condiciones ambientales también limitan el desplazarse por el espacio.

El movimiento es el campo de acción de la fisioterapia.

Se trata de un servicio que ayuda a reestablecer la movilidad y mantener la mayor capacidad funcional posible a lo largo de la vida.

Moverse de forma tan natural como eficiente es signo de que un individuo está sano.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a este ramo sanitario como el arte y la ciencia del tratamiento por medio del ejercicio terapéutico.

Emplea calor, frío, luz, agua, masaje y electricidad para ayudar a las personas.

Mediante pruebas eléctricas y manuales se determinan indicadores básicos:

a) Capacidades funcionales.

b) Amplitud del movimiento articular.

c) Medidas de la capacidad vital.

Otra definición describe a la fisioterapia como el conjunto de métodos, actuaciones y técnicas que curan, previenen, recuperan y adaptan a gente afectada por disfunciones somáticas; contribuye a conservar un nivel adecuado de salud a través de la aplicación de medios físicos.

DÉFICIT MEXICANO


En México hay alrededor de 13 400 profesionales del ramo, es decir, uno por cada 10 mil habitantes (dato de la Asociación Mexicana de Fisioterapia).

La proporción es de siete fisioterapeutas por cada 10 mil personas en los países sudamericanos.

Se estima que una décima parte de la población mexicana padece algún tipo de discapacidad ya sea física o neurológica.

Desde personas nacidas con lesiones neurológicas (parálisis cerebral, por ejemplo) hasta aquellos que sufren lesiones por un accidente automovilístico o deportistas que sufren el desgaste inherente a una actividad intensa recurren a la fisioterapia.

Ese 10 por ciento, según algunos estudios, se incrementará porque el sedentarismo gana cada vez más adeptos.

Las horas pasadas frente a alguna pantalla, indicador al alza, producen un efecto anatómico. La región cervical del cuerpo es la más afectada por las posturas que suelen adoptarse al utilizar dispositivos tecnológicos durante largos lapsos de tiempo

Un fisioterapeuta ayuda a corregir los perjuicios causados.

VALORACIÓN INTEGRAL

Porque el movimiento es bienestar, los fisioterapeutas deben estar cualificados para realizar una valoración integral de un caso.

Su interacción con el paciente puede ser vista como examinar el potencial de movilidad de la persona.

Con base en esa revisión se elabora un diagnóstico, seguido de un plan de trabajo acorde con las características del aquejado; también se establecen el pronóstico del tratamiento y los objetivos a alcanzar.

Es importante que el fisioterapeuta sea claro acerca de los alcances de su intervención.

Una vez que se acerca a los límites establecidos, debe remitir al paciente a otro profesional de la salud.

Además de interactuar con las personas y administrar terapia, quien practica la fisioterapia debe cumplir con tres tareas:

1) Monitorear al individuo para registrar como evoluciona su caso.

2) Hacer recomendaciones para el autocuidado.

3) Colaborar con otros profesionales clínicos.

Las mejoras que se obtienen gracias a su intervención, o la ausencia de éstas, tienen efectos más allá de lo físico; influyen en los planos psicológico, emocional y social de los pacientes.

CONTRA LOS IMPEDIMENTOS

Gracias a su formación, el fisioterapeuta tiene un conocimiento amplio sobre el cuerpo y sus necesidades.

Eso le permite, entre otras cosas, hacerse una idea clara del potencial de movimiento de los miembros de la persona a la que trata.

Su juicio clínico es fundamental cuando se trata de diagnosticar y diseñar el plan de acción.

Puede actuar como prestador de servicios de primer contacto, esto cuando una persona con dolor solicita directamente su ayuda.

También tiene una vena preventiva, es decir, se puede recurrir a la fisioterapia para no desarrollar impedimentos físicos o limitaciones a la hora de moverse.

Esta rama de la salud contribuye al tratamiento de discapacidades y auxilia a quienes corren el riesgo de padecer trastornos de la movilidad a causa de factores de salud y relacionados con el estilo de vida.

El movimiento es bienestar y cuando algo lo perjudica, el fisioterapeuta se enfoca en restaurar la integridad de los sistemas de la función motora, maximizar su alcance, o minimizar la incapacidad.

En general, es un aliado en la batalla por mejorar la calidad de vida quienes sufren limitaciones a la hora de desplazarse.

Suya es la responsabilidad de hacer lo posible por incrementar la autonomía y la capacidad de trabajo del paciente.

En la formación y la práctica del fisioterapeuta influyen los contextos sociales, económicos, culturales y hasta políticos en los que se desarrolla la terapia.

La práctica de este profesional sanitario no se restringe al trato directo con los pacientes. Su labor también ocupa un lugar dentro de las estrategias de salud pública.

LA EVIDENCIA HABLA

Los avances tecnológicos y los descubrimientos de la ciencia médica han impulsado la práctica de la fisioterapia.

La evidencia de sus beneficios es cada vez más robusta.

Para seguir por esa vía, se recomienda que el fisioterapeuta realice evaluaciones periódicas a sus pacientes.

Esto ayuda a garantizar dos cosas:

a) Los métodos que aplica mejoran la calidad de vida de las personas.

b) Su actuación es coherente con las necesidades sanitarias actuales.

Dado que el movimiento es bienestar, la fisioterapia ocupa un sitio destacado en cualquier sistema sanitario.

Los especialistas de este ramo están adiestrados para identificar y remediar, en la medida de lo posible, limitaciones evidentes o potenciales, y colaborar en la disminución de discapacidades.