Redes sociales y males neuronales

Por Fabio Pérez

Redes sociales y males neuronales, ésta combinación se presenta cada vez más en nuestra cotidianidad.

Plataformas para informarse, comunicarse y socializar, eso son las redes en sentido estricto, principalmente para los jóvenes.

Sin embargo, la instantaneidad y la hiperconectividad que permiten las tecnologías de información y comunicación, también producen situaciones que llegan a afectar la salud de los usuarios.

Cuando se pasa demasiado tiempo en sitios como Facebook o Instagram se abre la puerta a desarrollar problemas de ansiedad o para dormir o depresión.

Las redes se han convertido en parte inamovible del día a día de buena parte de la población.

Por ello han proliferado estudios sobre la relación entre redes sociales y males neuronales.

Uno elaborado por la Sociedad Real de Salud Pública (Reino Unido) concluyó que la presencia constante, cuando no ininterrumpida, en espacios virtuales empeora la salud mental de varias maneras:

  1. Calidad del sueño
  2. Imagen corporal
  3. Ciberacoso
  4. Inseguridad y baja autoestima

No dormir o descansar poco puede ocasionar que un individuo se deprima, lo que facilita que se desarrolle obesidad, presión alta, diabetes.

El de la imagen corporal es un asunto delicado en la adolescencia, fase en que los jóvenes son más sensibles al rechazo y a lo que dicen los demás.

Según el estudio de la Sociedad Real, Instagram y Facebook son los sitios más dañinos para el bienestar de los jóvenes cuando se trata de ciberacoso.

La baja autoestima y la inseguridad se fortalecen a partir de los estereotipos creados en plataformas informáticas.

Hay personas que se sienten menos por cuestiones como tener un bajo número de seguidores.

Otros sufren por desconectar, sienten miedo a perderse alguna novedad destacada o se frustran al pensar que, mientras pierden el tiempo, todos los demás se divierten.

TRASTORNOS DESATENDIDOS

Los trastornos mentales allanan el camino a otras afecciones, incluso contribuyen a que las personas sufran lesiones intencionales (autoinfligidas) o no intencionales (como accidentes).

El principal mal neuronal es la depresión.

Según la Organización Mundial de la Salud, en 2019 había cerca de mil millones de individuos —entre ellos un 14 por ciento de los adolescentes de todo el mundo— afectados por ella.

Los suicidios representaron más de una de cada 100 defunciones.

El 58 por ciento de quienes se provocaron la muerte era menor de los 50 años de edad.

Además, los trastornos mentales se destacan como causa de discapacidad a nivel mundial.

Quienes sufren trastornos psicológicos de gravedad mueren de 10 a 20 años antes que la población general, muchas de las veces a causa de enfermedades prevenibles.

Antes de la pandemia de COVID-19 el acceso a atención de salud mental eficaz, asequible y de calidad era más bien escaso.

El 71 por ciento de las personas que padecían psicosis no recibía servicios de salud mental.

Las carencias en materia de atención psicológica ya eran amplias en todas las naciones.

Apenas uno de cada tres deprimidos era objeto de cuidados clínicos, esto en países de ingresos altos.

En cuanto a recibir tratamiento básico, algunos estudios manejan que en territorios de ingresos bajos y medianos apenas tres de cada cien enfermos tenían acceso a él.

La pandemia empeoró un panorama que ya era deficiente.

VIRALIZAR MALES

La comunidad médica llamada frecuentemente a los gobiernos a aumentar el compromiso con la atención de la salud mental.

Se plantean cuestiones como reforzar los sistemas sanitarios o reorganizar los entornos sociales que influyen en la psique de la gente.

Después de todo, una buena salud mental se traduce como una buena salud física.

Voltear a ver los efectos de la relación entre redes sociales y males neuronales está más que justificado.

La capacidad para viralizar contenidos, una característica de las plataformas en cuestión, puede ser peligrosa.

Sucede, por ejemplo, con la reproducción de noticias falsas.

La influencia de las redes puede ser positiva cuando se utilizan para difundir información verídica y favorable para la salud.

Es el caso de la aparición de colectivos de pacientes, donde las plataformas actúan como referente informativo o círculo solidario, o como opción para brindar soporte anímico a pacientes y familiares.

También representan una opción para que los médicos compartan información o propongan y discutan políticas de salud o bien interactúen con colegas o pacientes.

Otra forma de usarlas para el bien consiste en promover hábitos saludables a través de ellas.

CUANDO INTOXICAN

Instagram, Facebook, TikTok y demás son sitios virtuales donde se forman y construyen relaciones.

Muchas personas configuran su identidad, se expresan y conocen el mundo que les rodea en sus interacciones digitales.

Jóvenes de 16 a 24 años de edad, periodo crucial para el desarrollo emocional y psicosocial, son los principales usuarios de estos espacios informáticos.

La comunidad clínica ha planteado la necesidad de comprender mejor el impacto de las redes sociales en la juventud, en específico, en lo relacionado con la salud mental.

A diferencia de los adultos que son migrantes digitales, muchos adolescentes no conocieron un mundo sin acceso a internet. Por ello, puede afirmarse que se enfrentan a presiones únicas en su tipo, a veces incomprensibles para la gente de más edad.

Varios estudios proyectan que al menos uno de cada seis jóvenes experimentará un trastorno de ansiedad en algún momento de su vida.

Mientras tanto, las tasas de ansiedad y depresión en ese sector poblacional aumentaron en un 70 por ciento.

Cuatro de cada cinco jóvenes afirman que el uso de los sitios virtuales empeora su ansiedad.

Las imágenes, con frecuencia poco realistas, que proliferan en plataformas como Facebook o Instagram pueden excitar problemas de confianza en los jóvenes o bien motivarlos a enfrascarse en la búsqueda de la perfección, propósito inalcanzable donde lo haya.

Cuestiones así acaban por convertir a los usuarios en casos de ansiedad.

Usar estos espacios durante más de dos horas al día ha sido asociado con una mala autoapreciación de la salud mental y con el incremento tanto de los niveles de angustia como de la ideación suicida.

La combinación de redes sociales y males neuronales no debe menospreciarse. Cuando hacen equipo pueden provocarnos algo más que dolores de cabeza.