Por Fabio Pérez
Cuidar la salud mental es un asunto en el que la humanidad suele obtener malos resultados.
Cada año mueren tres millones de personas por causas relacionadas con el consumo excesivo de alcohol y cada 40 segundos aproximadamente ocurre un suicidio.
Ambos problemas suelen tener una raíz común: trastornos de la psique que no reciben el tratamiento idóneo.
Esos datos, cabe mencionar, pertenecen a la vieja normalidad.
¿Cuál es el panorama de la salud neuronal tras las defunciones, los millones de enfermos, la sensación de peligro de la sociedad, la incertidumbre, el derrumbe económico y la lenta recuperación de las actividades regulares que trajo la pandemia?
A lomos de la COVID-19, los males radicados en los pensamientos se colocaron en un lugar destacado de la agenda pública.
Fue evidente que los esfuerzos dirigidos a cuidar la psique no estuvieron a la altura.
RESPUESTA DECEPCIONANTE
La Organización Mundial de la Salud considera que la prestación de servicios de salud mental alrededor del globo ha sido un fracaso.
El coronavirus, explican en el organismo, causó un incremento de la demanda de atención psicológica y la respuesta fue decepcionante.
Tras recabar datos en 171 países para su Atlas de Salud Mental 2021, la OMS concluyó que si bien el tema ha ganado reflectores, la calidad de la ayuda clínica que se presta no se corresponde con las necesidades existentes.
¿Qué analizó el organismo?
- Sus políticas en materia de atención a la psique.
- Las legislaciones aprobadas.
- Los presupuestos asignados a dicho concepto.
- Los recursos humanos disponibles.
- El uso de sistemas de recopilación de datos en materia de salud mental.
En todos lados, según el análisis de la organización, hay buenas intenciones; lo que falta son acciones.

METAS CUMPLIDAS Y PENDIENTES
La OMS había planteado el objetivo de que para el principio de esta década el 80 por ciento de las naciones armonizara sus planes para cuidar la salud mental con los instrumentos internacionales y regionales de derechos humanos que tienen injerencia en el asunto.
Hasta el año pasado, apenas el 51 por ciento de las 194 soberanías adecuaron sus documentos.
Otra meta era que el 80 por ciento de las naciones realizara suficientes programas para promocionar el cuidado de los procesos mentales.
Sólo el 52 por ciento de los Estados alcanzó tal logro.
Un objetivo que sí se logró fue el de reducir la tasa de suicidios en un 10 por ciento.
No obstante, apenas 25 soberanías dijeron contar con un plan de prevención dirigido a evitar esas salidas por la puerta falsa.
La OMS destaca que ha habido progresos en la elaboración de políticas, planes y leyes de salud mental.
Un renglón con mejora fue el de la capacidad para suministrar información conforme a indicadores básicos.
Lo que no se ha movido es el presupuesto público destinado a cuidar la salud mental de las poblaciones: sigue rondando el 2 por ciento.
Con respecto a los países que diseñaron estrategias o políticas contra los males mentales, sólo 39 por ciento de ellos asignó a dichos planes recursos humanos suficientes para su ejecución.
Una porción menor, el 34 por ciento, destinó dinero suficiente a las tareas contempladas.
Otro concepto importante, cumplir con los criterios para que la salud mental forme parte de la Atención Primaria de Salud, sólo ha sido alcanzado por una cuarta para de las naciones.
Además, todavía son limitados tanto el suministro de medicamentos para padecimientos de la psique como la prestación de servicios psicosociales a la sociedad.
LARGO CAMINO POR RECORRER
Se estima que menos del 50 por ciento de las personas con diagnóstico de problemas mentales recibe la ayuda que necesita.
En el caso de los individuos con depresión, el mal neuronal más común, apenas cuatro de cada 10 fue objeto de la revisión clínica indispensable.
En cuanto a quienes padecen psicosis, sólo el 29 por ciento ha sido visto por un profesional.
Un rubro en el que hay progreso es el de la tasa de trabajadores de salud mental.
Aumentó de nueve trabajadores (dato de 2015) a 13 (en 2020) por cada 100 mil habitantes.
Lo malo es la desigualdad en el reparto del personal.
En países de ingresos altos hay hasta 40 veces más trabajadores de esta ámbito específico de la medicina en comparación con las soberanías de ingresos bajos.
En naciones de la clase baja y media, la estimación es que tres de cada cuatro personas con trastornos mentales, neurológicos y por consumo de sustancias no reciben tratamiento alguno.
Otro problema constante es que los enfermos mentales son estigmatizados y/o discriminados.

PANORAMA MEXICANO
¿Cuál es la situación de México a la hora de cuidar la salud mental?
Las autoridades reconocen que el sistema dispuesto para ello se encuentra en el subdesarrollo.
Un factor importante es que recibe escaso financiamiento.
En general, cuatro de cada diez mexicanos no gozan de seguridad social o algún tipo de cobertura médica.
Lo más común es que la población sin seguro busque asistencia clínica en instituciones gestionadas y financiadas con fondos públicos.
Sin embargo, eso provoca que tanto la posibilidad de acceder a las unidades de salud como la calidad del servicio que reciben sean muy variables, para bien y, principalmente, para mal.
En 2017, es decir, dos años antes de la pandemia, prácticamente la mitad de los mexicanos padeció sentimientos de preocupación o nerviosismo.
Apenas el 5 por ciento reconoció estar sujeto a un tratamiento para ello.
¿Cuál es el panorama que dejó la pandemia entre los mexicanos en este ámbito?
Eso es algo que quizás nunca consigamos dimensionar con precisión.