APS: el principio del bienestar

Fabio Pérez

Un sistema sanitario basado en el principio del bienestar adapta sus lineamientos a las directrices de un modelo de atención primaria de salud (APS).

Se trata de un enfoque dirigido a garantizar cuidados médicos del mayor nivel posible de en los diversos estratos de una comunidad, así describe a la APS la Organización Mundial de la Salud (OMS),

Podemos verlo como un proceso continuo; abarca desde prevención de males hasta intervenciones médicas (tratamientos, cuidados, rehabilitación) dirigidas a restablecer la salud de un individuo.

En los últimos cuarenta años se han hecho interpretaciones diversas sobre lo que debe abarcar.

Perspectivas varias han influido en su definición y, por tanto, en la forma en que se concreta dentro de la práctica clínica.

Más claro está el tema de sus componentes:

1) La instalación de servicios sanitarios coordinados y completos.

2) Acciones y políticas orientadas a incidir en las determinantes de la salud.

Hablar de atención primaria también es remitirse a su objetivo: el goce del grado máximo de bienestar que se pueda lograr.

La pandemia de COVID-19 puso en el centro del debate un asunto directamente relacionado con la APS: la cobertura sanitaria universal.

Esa cobertura total exige que los sistemas sanitarios dejen de girar alrededor de las enfermedades, es decir, es necesario adoptar una postura mucho más activa.

¿CÓMO SE LOGRA?

Hay que centrar el punto de mira en las personas.

Regirse por el principio del bienestar implica cuestiones como establecer un diálogo con los integrantes de una comunidad, comprender sus necesidades y hacerlos partícipes de las medidas dirigidas a lograr una atención integral que los acompañe a lo largo de sus vidas y no sólo cuando sufren algún malestar.

El gran reto consiste en consolidar un enfoque tan inclusivo como eficaz, además de accesible.

Tal desafío merece ser abordado pues lograrlo se traduce como mantener en buena forma a los miembros de una sociedad, tanto a nivel físico como mental.

HAY QUE INVERTIRLE

Asignar mayores recursos a la APS mejora el desempeño de los profesionales clínicos, la rendición de cuentas de los mecanismos de salubridad y, en general, los resultados que se obtienen en los indicadores de salud de una población.

Rasgo destacado de este enfoque es que considera factores más allá de la esfera médica, como los sistemas alimentarios, el tema educativo, la cuestión ambiental y demás variables que influyen en las opciones de tener una sociedad más protegida o más enfermiza.

Razón de peso para destinar recursos a la APS es hacer más resistente al aparato de salubridad frente a tiempos de crisis.

Así, el conjunto de los servicios de hábitos blancos podrá reaccionar más rápido y con mayor eficacia una vez que se detecten los signos tempranos de una epidemia.

Esto se traduce en que la plantilla de doctores, enfermeras, paramédicos, laboratoristas y demás representantes del sector salud estará lista para la batalla en cuanto el enemigo empiece a manifestarse.

¿QUÉ DEBE TRABAJARSE?

Las raíces de la atención primaria (el principio del bienestar) se hallan fuera de clínicas y consultorios: en la necesidad de un pacto social, en la pugna por un acceso equitativo a consultas, tratamientos, rehabilitación.

Su motivo central es sencillo de enunciar: la prestación del servicio médico debe llevarse a cabo desde la solidaridad con el prójimo.

Fincar un sistema sanitario adecuado para los individuos, acorde con el contexto que les rodea y cuyas directrices no se desvíen de la consecución del fin deseado.

Cuando se fortalece la APS, las instalaciones sanitarias tienen recursos suficientes para los retos que plantean, por ejemplo, las pandemias; hay suficiente personal médico en las clínicas; las personas reciben cuidados en condiciones de equidad y con respeto a sus derechos humanos.

La atención primaria también representa dotar a los servicios de asistencia médica con plataformas de información actualizadas y oportunas.

En síntesis, se traduce como ofrecer opciones de salud digna a madres, niños, adolescentes, adultos jóvenes y personas mayores.

Posee componentes para educar a la población en temas de salud y para asegurar el acceso a medicamentos y suministros médicos.

La APS apuesta por la prevención, por la respuesta temprana ante emergencias y por el combate efectivo contra la enfermedad, tanto en sus manifestaciones transmisibles como en las no transmisibles.

NECESIDAD MUNDIAL

Se estima que unos 3 mil 600 millones de personas, prácticamente la mitad de la población mundial, carece de cobertura de salud básica.

Proyecciones de la OMS muestran que al ampliar la APS en países de ingresos bajos y medianos se evitarían, de aquí al 2030, hasta 60 millones de defunciones y la esperanza de vida aumentaría en 3.7 años.

Extender la atención primaria, regirse por el principio del bienestar, no es algo que se pueda hacer de un día para otro.

Demanda aplicar cientos de miles de millones de dólares al año con miras a ofrecer un paquete más completo de asistencia sanitaria.

La OMS recomienda a los gobiernos invertir en APS el equivalente al uno por ciento del Producto Interno Bruto nacional.

¿DÓNDE ESTAMOS?

En mayo de 2019, la Secretaría de Salud de México (SSA) anunció que iba a trabajar en el diseño de un modelo de APS.

Se estima que adoptar este enfoque representaría brindar asistencia sanitaria a 20 millones de mexicanos que no tienen acceso a consulta médica ni a medicamentos.

En la SSA estiman que conformar una red de servicios de primer nivel de calidad resolvería hasta un 75 por ciento de las patologías que aquejan a la población.

Desde mediados de la década pasada, el referente para nuestro país es el modelo aplicado en Dinamarca.

Instalar el principio del bienestar en ese país se ha traducido en beneficios más allá de ofrecer acceso a opciones de salud digna; ha representado crecimiento económico y un incremento de la equidad social.

A decir de varios especialistas del ramo de la salud, México hace bien al aspirar a modificar su sistema de salubridad. Que lo consiga ya es otro asunto.