Un sistema inmune defectuoso

Por Fabio Pérez

Hay casos de personas que vienen al mundo con un sistema inmune defectuoso.

Es sabido que el organismo humano posee mecanismos que se activan para protegerlo contra agentes nocivos.

Las defensas están compuestas por moléculas, células, tejidos y órganos que colaboran para eliminar dos tipos de amenazas:

a) Externas, como virus o bacterias.

b) Internas, como células cancerosas.

El sistema inmune también ejerce control sobre órganos del cuerpo.

Así evita que surjan, por ejemplo, males autoinmunes o tumores.

En condiciones normales, y con la alimentación adecuada, el aparato defensivo cumple su labor sin problemas.

Cuando trae algún defecto, en cambio, las personas enferman con más frecuencia.

Pueden ser víctimas de microbios que no representan peligro alguno para individuos cuyas defensas están sanas.

Los padecimientos son más prolongados y severos y la respuesta a los tratamientos suele ser mala.

FAMILIA DE DEFECTOS

Hay más de 300 defectos congénitos en la familia de la Inmunodeficiencia Primaria.

Cada uno de ellos causa una mayor predisposición a sufrir infecciones.

¿Cómo funciona esto?

Muchas personas nacen con carencia de algunas defensas o simplemente sus protecciones no marchan como debieran.

Unos trastornos son tan leves que pasan desapercibidos durante años.

Otros aparecen cuando se acaban las defensas (inmunoglobulinas) transferidas de la madre al niño durante el embarazo, es decir, de cuatro a seis meses después del nacimiento.

Algunos, de carácter grave, comienzan a dar problemas desde los primeros días de vida.

Muchos tipos de inmunodeficiencia primaria se heredan, es decir, llegan al hijo provenientes de uno o de ambos padres.

Cabe mencionar que la ciencia médica consigue progresos constantes para mejorar un sistema inmune defectuoso.

Proporciona mejores opciones que inciden en una mayor calidad de vida de los diagnosticados con inmunodeficiencia primaria.

SEÑALES DE RIESGO

Las señales de que algo anda mal con las defensas varían de acuerdo con el tipo de falla que se padece y las características del paciente.

Entre los signos más comunes se encuentran:

Diagnósticos frecuentes de neumonía o bronquitis.

Infecciones constantes de senos paranasales y de oído.

Padecer meningitis.

Sufrir infecciones de la piel.

Conteos bajos de plaquetas o anemia.

Problemas digestivos como cólicos, diarrea o náuseas.

Inflamación e infección de órganos internos.

Llevar al menos dos meses tomando antibióticos sin registrar mejora.

Dos escenarios invitan a pensar en que se posee un sistema inmune defectuoso:

a) Cuando uno es víctima habitual de infecciones, tanto ligeras como graves.

b) Cuando la respuesta al tratamiento no es la deseada.

El diagnóstico temprano y la respuesta rápida a la inmunodeficiencia primaria evita complicaciones.

SEIS GRUPOS DE CUIDADO

Los trastornos de inmunodeficiencia primaria se clasifican en seis grupos con base en la parte del sistema defensivo que incumple su función.

1) Deficiencia de linfocitos B (anticuerpos).

2) Deficiencia de linfocitos T.

3) Deficiencias combinadas de linfocitos B y T.

4) Fagocitos defectuosos.

5) Deficiencias del complemento (el sistema de complemento es uno de los componentes fundamentales de la respuesta inmunitaria).

6) Desconocidos (idiopáticos, es decir, existe cierto grado de conocimiento de los mecanismos que los producen, pero su origen es incierto).

Los trastornos autoinmunitarios y el daño a órganos (corazón o pulmones), o al tubo digestivo, o al sistema nervioso son consecuencias habituales de las alteraciones del sistema inmune.

También puede ocasionar retraso del crecimiento, aumentar el peligro de desarrollar cáncer o producir la muerte a causa de infección grave.

El único factor de riesgo conocido es el historial familiar, es decir, antecedentes de inmunodeficiencia en los progenitores.

Al ser producto de defectos genéticos, no hay forma de prevenir la inmunodeficiencia primaria.

Quienes han sido diagnosticados con ella y desean formar una familia deben consultar a especialistas médicos antes de la concepción.

APLICAR REMEDIO

Las formas leves de un sistema inmune defectuoso pueden resolverse sin un tratamiento específico. Eso sí, igual reclaman atención y seguimiento.

Cuando los trastornos se manifiestan con más fuerza, toca recurrir a opciones como inmunoglobulinas sustitutivas, antibióticos, antimicrobianos, inmunomoduladores, vacunas para el paciente y sus familiares y fisioterapia respiratoria.

Los aquejados por fallas de fábrica en sus defensas llegan a necesitar antibióticos intravenosos para eliminar infecciones.

Además, a la hora de controlar síntomas y prevenir enfermedades, la nutrición clínica se convierte en un excelente aliado.

LA DISCIPLINA DE LA SALUD

Una persona con un sistema inmune defectuoso debe forjar una disciplina enfocada a prevenir infecciones.

Medidas de higiene básicas, como lavarse las manos con jabón neutro después de ir al baño y antes de comer o cepillarse los dientes al menos dos veces al día, son indispensables para mantener la salud.

Alimentarse conforme a criterios de nutrición clínica aporta vitaminas, minerales y aminoácidos que suministran materiales para el bienestar.

Otras recomendaciones básicas son ejercitarse de forma regular y descansar lo suficiente.

Esto último reclama dormir la misma cantidad de horas todas las noches y levantarse a la misma hora todos los días.

Dado que la tensión puede afectar el sistema inmunológico, conviene instruirse en maneras de manejar el estrés.

En este sentido son útiles recursos como masajes, meditación o yoga.

Otra medida elemental consiste en evitar la exposición a agentes nocivos, esto se traduce como mantenerse alejado de personas con resfriados y males transmisibles.

El individuo con inmunodeficiencia primaria debe consultar al médico sobre las vacunas que puede recibir.

No es sencillo vivir con una inmunodeficiencia encima.

Sin embargo, la ciencia médica ofrece cada vez más respuestas que refuerzan la actuación del aparato defensivo y remedian incluso las fallas de origen.

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