Por Fabio Pérez
Laboratorio tan complejo como asombroso, el cuerpo humano produce la vitamina del sol mediante el sencillo método de exponerse a la luz del día.
En algunos sitios, tomar un baño solar de diez minutos a hora conveniente, unas cuatro veces por semana, genera suficiente calciferol, también conocido como vitamina D.
Este nutriente adquirió un protagonismo inesperado en los pasados dos años, formó parte del tratamiento de muchas víctimas de la pandemia de Covid-19.
Analizar los marcadores básicos de los contagiados reveló que la mayoría de quienes requerían hospitalización tenían bajos niveles de dicha sustancia vitamínica.
Explicar esa relación amerita echar un ojo más profundo al calciferol.
Ayuda a la absorción de calcio y cumple varias funciones dentro de los sistemas inmunitario, nervioso y muscular.
Carecer de él por mucho tiempo acarrea pérdida de densidad ósea, lo que abre la puerta a males como la osteoporosis y la osteomalacia, es decir, se debilita la estructura ósea, se vuelve frágil y propensa a fracturas.
Los niños son particularmente sensibles a una escasa dotación de la vitamina del sol. En ellos produce raquitismo (los huesos se ablandan y se doblan).
Bajos niveles del nutriente están ligados a afecciones como cáncer, diabetes, hipertensión, males autoinmunes como la esclerosis múltiple y, a últimas fechas, casos graves de coronavirus.

¿PORQUÉ NOS FALTA LA VITAMINA SOLAR?
A veces ocurre que el cuerpo no recibe suficiente exposición a la luz del día o bien el organismo no obtiene suficiente vitamina D de los alimentos por problemas de malabsorción.
En ocasiones, el hígado o los riñones son incapaces de convertirla en su forma aprovechable.
Algunos fármacos afectan la capacidad del cuerpo para procesarla.
Hay varios grupos de riesgo por deficiencia de calciferol.
Uno es el de los bebes en etapa de lactancia. La leche humana no es buena fuente de la D.
En los adultos mayores los baños de sol ya no producen el micronutriente como antaño y los riñones son menos capaces de traducirla a su forma activa.
Individuos de piel oscura y personas diagnosticadas con la enfermedad de Crohn son otros conjuntos vulnerables.
Quienes padecen el mal celíaco y no absorben la grasa correctamente (la D requiere grasa para ser absorbida) así como individuos obesos (la grasa se une a la vitamina del sol y le impide entrar en la sangre) son otras víctimas de la deficiencia.
También corren riesgo pacientes diagnosticados con osteoporosis y enfermedad crónicas del riñón o del hígado.
¿DÓNDE LA ENCUENTRO Y CUÁLES SON SUS RIESGOS?
Factores genéticos y el peso corporal influyen en la cantidad del componente antirraquítico que necesita un organismo.
Como la producción natural (la exposición a los rayos ultravioleta) puede acarrear envejecimiento de la piel y hasta cáncer, conviene adquirirla a través de la dieta o suplementos alimenticios.
El nutriente está presente en pescados (salmón y atún, por ejemplo) y en productos como el hígado de res, el queso y la yema de huevo.
La industria alimenticia fortifica con la D alimentos como leche, cereales, jugo de naranja, bebidas de soya.
Multivitamínicos y suplementos son opciones muy socorridas, ayudan a obtener a la protagonista de estas líneas y un caudal de elementos nutricionales que intervienen en la recta marcha de los asuntos orgánicos.
El exceso de calciferol, sin embargo, puede ser perjudicial.
Organismos saturados con la D pueden sufrir náuseas, vómitos, pérdida de apetito, estreñimiento, debilidad, pérdida de peso, daño renal.
Cuando su presencia desmedida eleva el nivel de calcio en la sangre se producen confusión, desorientación y hasta problemas del ritmo cardíaco.
Una exposición constante a la luz solar no causa intoxicación ya que el cuerpo limita la cantidad de nutriente que se produce.

SUSTANCIA MULTIFUNCIONAL
Los músculos se valen de la D para moverse con libertad y el sistema nervioso la requiere en la transmisión de las órdenes cerebrales.
El sistema inmunológico también se sirve de ella.
De momento hay evidencia de que la falta de este nutriente incrementa el riesgo de sufrir trastornos que reducen la efectividad del sistema inmune contra infecciones producidas por virus respiratorios.
A lo largo del año pasado se acumularon indicios de que juega un papel destacado en la reacción defensiva del organismo contra el agente pandémico.
Como se mencionó líneas arriba, buena parte de los hospitalizados por causa del virus mostraron bajos niveles de la vitamina del sol.
La comunidad médica observó que muchos pacientes a quienes se administró el nutriente del sol presentaron cuadros menos severos de la enfermedad.
También existen indicios de que el nutriente ayuda al organismo a recuperarse de los efectos que origina la hiperinflamación causada por la Covid-19.
Cuando un agente patógeno ingresa al cuerpo, el sistema inmunológico detecta al invasor y lo combate. La salud se recupera gracias a que las defensas orgánicas eliminan la amenaza, a veces con el auxilio de la ciencia médica.
No obstante, hay ocasiones en que el mecanismo protector se descontrola y se origina una tormenta de citoquinas, proteínas que coordinan la respuesta inmune.
Esta tormenta adquiere el aspecto de una respuesta inflamatoria generalizada con potencial para causar al organismo daños de consideración.
Mantener en niveles óptimos la presencia de vitamina D mejora las defensas del organismo y ayuda a prevenir consecuencias funestas.
Fuera del ámbito hospitalario se ha manejado la posibilidad de que brinda cierta protección ante un posible contagio.
REFUERZO DE LA INMUNIDAD
En tiempos de coronavirus, la vitamina D, que ya tenía un historial favorable ante enfermedades infecciosas, en particular males respiratorios como la gripe y la neumonía, volvió a demostrar su valía.
Por ello, hay que considerar acciones dirigidas a garantizar que el organismo tenga suficientes reservas de calciferol.
La deficiencia de este micronutriente se puede prevenir fácilmente, a través del sol, de la dieta, o bien de suplementos.
Hacernos con ella antes de que se produzca la infección marca una gran diferencia a favor de la salud.
CANTIDAD DIARIA RECOMENDADA
En unidades internacionales (UI):
Recién nacidos y hasta el año de edad: 400
Durante el resto de la infancia, adolescencia y adultez, 600
Para mayores de 71 años: 800
Personas con alto riesgo de deficiencia de vitamina D pueden necesitar más.