Por Fabio Pérez
“Aguas con la EPOC” es una advertencia que deberíamos escuchar con más frecuencia.
Sin la publicidad de los virus o de los males cardiovasculares, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica figura como la tercera causa de muerte en el planeta.
¿En qué consiste? En la obstrucción del flujo de aire que llega a los pulmones.
En 2019, año prepandemia, la EPOC causó 3.2 millones de muertes a nivel mundial; ocho de cada diez defunciones se produjeron en países de ingresos bajos y medianos.
Cuando el sistema respiratorio funciona como debe, el aire viaja por la tráquea y llega a los órganos de la respiración a través de dos grandes tubos llamados bronquios, que a su vez contienen conductos más pequeños, los bronquilos.
Al final de esta red tubular se encuentran unos pequeños sacos de aire, los alvéolos, cuyas paredes son muy delgadas y están llenas de vasos sanguíneos (capilares).
El oxígeno que inhala el ser humano pasa por esos vasos de camino hacia el torrente sanguíneo. Al mismo tiempo, el desecho del proceso, el dióxido de carbono, termina fuera del organismo.
En el proceso normal, los pulmones dependen de la elasticidad de bronquios y sacos de aire.
La EPOC hace que los pulmones ya no sean tan elásticos y que se expandan demasiado. Por ello, parte del aire que debería ser expulsado del organismo, permanece dentro del cuerpo.
GANA POR ACUMULACIÓN
“Aguas con la EPOC” deberíamos decirnos con más frecuencia. Y es que el efecto dañino de este mal se da por acumulación.
Su presencia no suele empezar a dar problemas hasta que el daño pulmonar ya es significativo.
Los síntomas frecuentes (disnea, tos y expectoración) van apareciendo de forma progresiva.
Entre sus causas se encuentran una exposición prolongada a gases y partículas nocivas.
El público cautivo de este mal incluye a fumadores y personas que sufrieron eventos adversos para el desarrollo pulmonar durante la infancia.
Otras víctimas frecuentes son individuos que, por razones laborales, están expuestas a a polvos, humos y productos químicos.
Para minimizar sus efectos en el organismo es importante el diagnóstico temprano.
Todos los tratamientos llaman a dejar de fumar. El tabaco empeora los síntomas.
La EPOC involucra procesos que provocan el estrechamiento de las vías respiratorias.
Hablamos de daños como la destrucción de parte de los pulmones o la obstrucción de vías respiratorias a causa de las secreciones y la inflamación del epitelio de los conductos del aire.

ALIADOS NOCIVOS
En ocasiones le llaman enfisema o bronquitis crónica.
Sin embargo, estos dos padecimientos refuerzan la EPOC. Suelen coincidir dentro de un individuo.
En el enfisema, los alvéolos al final de los tubos más pequeños (bronquilos) acaban destruidos a causa de la exposición al humo de cigarro y otros gases y partículas irritantes.
La bronquitis crónica se caracteriza por la inflamación del revestimiento de los bronquios que llevan aire hacia y desde los sacos de aire (alvéolos).
Se manifiesta como tos crónica con esputo debido a la inflamación de las vías respiratorias.
Cabe mencionar que la enfermedad obstructiva y el asma comparten síntomas como la tos, sibilancias y dificultad para respirar. Hay individuos que padecen ambas.
FALTA EL AIRE
En individuos de mediana edad, esta enfermedad suele manifestarse como falta de aire, tos crónica (a menudo con esputo) y sensación de cansancio.
Cuando la enfermedad cobra gravedad, las actividades cotidianas dan más trabajo que el normal.
Esto es así por una dificultad que conlleva: la frecuente falta de oxígeno.
Las consecuencias económicas de la EPOC están más que demostradas; como limita la actividad productiva del enfermo y el coste del tratamiento médico se convierte en un egreso permanente, se constituye en una carga muy pesada para el bolsillo.
Además, la exacerbación pulmonar (ataques agudos de la enfermedad) suele derivar en ingreso hospitalario con carácter de urgente.
Por si eso no fuera poco, las exacerbaciones pueden ser letales.
Para empeorar el cuadro, en los pacientes de EPOC aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas, cáncer de pulmón, osteoporosis, trastornos osteomusculares y depresión.

HÁBITOS DE HUMO
El tabaquismo es la principal causa de la enfermedad obstructiva. El hábito, cabe mencionar, no sólo afecta a quien fuma, también a las personas alrededor que inhalan el humo.
Otro detonante frecuente de este mal es la exposición a gases y partículas nocivas. Los trabajadores mineros, por ejemplo, suelen padecerlo.
La contaminación del aire en interiores también aumenta las filas de enfermos crónicos del pulmón.
Sucede, por ejemplo, cuando se utilizan biocombustibles como madera o estiércol, o bien carbón vegetal, para cocinar o calentar una pieza.
Un desarrollo pulmonar incompleto es otra causa recurrente de este mal crónico.
De esta categoría participan eventos ocurridos en la vida fetal y en los primeros años de vida; como el retraso del crecimiento intrauterino o haber sufrido infecciones respiratorias frecuentes o graves durante la infancia.
NO HAY REMEDIO
Porque no existe cura para ella, conviene repetir “aguas con la EPOC”.
Su diagnóstico temprano, y el correspondiente tratamiento, ayuda a frenar los síntomas y disminuye el riesgo de sufrir exacerbaciones pulmonares.
Debe sospecharse la presencia del mal obstructivo siempre que un individuo presente los síntomas expuestos.
Su presencia se confirma mediante una espirometría, técnica para medir el funcionamiento de los pulmones.
La escasez de recursos suele ser un impedimento para efectuarse la prueba.
Por ello, la mejor forma de combatir a la tercera causa de muerte en el mundo consiste en adoptar una postura preventiva:
1) dejar el cigarro,
2) ejercitarse, y
3) vacunarse contra neumonía, gripe y COVID-19.
La asesoría médica y la disciplina personal permiten que buena parte de los diagnosticados alcancen un buen control de los síntomas.
Así se reduce el riesgo de sufrir la obstrucción pulmonar y afecciones asociadas.
También se conserva por más tiempo una calidad de vida adecuada.
Cuando se batalla demasiado para recuperar el aliento, es imprescindible buscar atención médica inmediata.
Otras señales de alarma son experimentar una coloración azul intensa en los labios o en el lecho de las uñas (cianosis) y detectar un latido rápido.
Esas señas nos advierten, nos repiten “aguas con la EPOC”, porque la enfermedad obstructiva anda muy cerca de causar problemas serios.