Cuando la vida se inflama

Por Fabio Pérez

Es un hecho: la vida se inflama.

Forma parte de nuestra cotidianidad. a veces unos días, a veces durante un período largo y doloroso.

Son edemas, hinchazones que de cuando en cuando brotan en el cuerpo a partir de líquido atrapado en los tejidos del cuerpo.

¿De dónde surge ese flujo? De los vasos capilares, recipientes sanguíneos del organismo.

Afectan cualquier parte de la anatomía humana.

Manos, brazos, pies, tobillos y piernas suelen ser objetivos recurrentes.

El uso de medicamentos, el embarazo (el cuerpo retiene mayores cantidades de sodio y de agua por el líquido que necesitan feto y placenta) o padecer alguna enfermedad son otras razones detrás de estas molestas apariciones.

Tomar medicamentos ayuda a remediar el exceso de fluido.

Para facilitar su desaparición, el consejo que lleva mano es reducir la ingesta de sal.

Si el edema se debe a un padecimiento de fondo, el tratamiento apunta a ese otro mal.

La hinchazón se va con el trastorno que lo produce.

SIGNOS DE SU PRESENCIA

Señas de inflamación: mayor volumen abdominal; inflamación del tejido debajo de la piel (en especial en las extremidades inferiores o superiores); piel estirada o brillante; la presencia de una muesca en la piel después de aplicar presión sobre ella unos segundos.

Si la hinchazón viene aparejada de signos como dificultad para respirar, dolor en el pecho o sensación de falta de aire, hay que ir a consulta a descartar un posible edema pulmonar.

Recibir tratamiento inmediato impide daños mayores.

Si tras permanecer sentado un largo período de tiempo surge dolor, o inflamación, en la pierna y las molestias no desaparecen una vez que se reanuda la actividad ni en los días siguientes, la visita al médico está servida.

Puede haber un coágulo de sangre en las venas.

Sedentarismo, alta ingesta de sal y síntomas premenstruales son los emisarios de la vida que se inflama.

Tomar medicamentos para la hipertensión, antiinflamatorios no esteroides, esteroides, estrógenos, o medicina para la diabetes son otros detonantes de edemas.

SOCIEDADES DE LA HINCHAZÓN

En algunos casos, la inflamación subcutánea surge como signo de un padecimiento oculto y grave. Trastornos y enfermedades que la provocan:

1) Insuficiencia cardíaca congestiva (ICC): cuando una de las cavidades inferiores del corazón, o ambas, pierde capacidad para bombear la sangre con eficacia, ésta baja hacia piernas, tobillos y pies lo que tarde o temprano origina el edema.

La ICC también llega a causar hinchazón abdominal o acumulación de líquido en los pulmones (edema pulmonar).

2) Cirrosis. Fluidos corporales congestionan la cavidad abdominal y las piernas por cortesía de daños hepáticos.

3) Enfermedad renal: cuando los riñones no funcionan bien, exceso de líquido y de sodio en la circulación provocan hinchazón.

Las piernas y las zonas alrededor de los ojos son otras zonas que suelen verse perjudicadas.

4) Insuficiencia venosa crónica: cuando las válvulas unidireccionales de las venas de las extremidades inferiores se debilitan o sufren algún daño, la sangre se acumule en alguna parte de las piernas y provoca hinchazón.

5) Sistema linfático inadecuado: este sistema ayuda a eliminar la presencia desmedida de líquido de los tejidos. Si no funciona como debe, ganglios y vasos linfáticos que desalojan fluidos no cumplen su tarea con eficacia.

6) Deficiencia grave de proteínas: El edema es provocado por una carencia extrema de proteínas en la alimentación por un considerable período de tiempo.

NO LA PASES POR ALTO

Las hinchazones sin tratar acarrean situaciones indeseables.

Más dolor, dificultad para caminar, rigidez, piel estirada, picazón, mayor riesgo de infección en la zona inflamada, cicatrices entre las capas de tejido.

También afectación de la circulación sanguínea, menos elasticidad de arterias, venas, articulaciones y músculos, úlceras en la piel.

Un edema no es algo que deba pasarse por alto.

Visitar al médico familiar y general ayuda a frenar la vida que se inflama y evitar complicaciones.

Para comprender la causa del abultamiento, el doctor revisa el historial clínico de la persona, realiza una exploración física y fórmula preguntas varias preguntas.

¿Qué tipo de alimentos consumes regularmente?

¿La hinchazón se reduce tras una noche de sueño?

¿Hay alguna acción o postura que ayude a atenuar las molestias?

¿El malestar empeora con alguna acción o postura en particular?

Ese acercamiento básico a menudo resulta suficiente, es decir, el origen del edema se torna evidente.

Cuando el misterio persiste, toca recurrir a radiografías, ecografías, resonancias magnéticas, análisis de sangre o de orina.

Por lo general, los edemas desaparecen solos.

Los casos graves reclaman usar medicamentos que ayuden al cuerpo a expulsar el exceso de líquido a través de la orina.

Es importante que el profesional de la salud elija los fármacos a utilizar conforme a la historia clínica del aquejado.

Controlar una inflamación a largo plazo exige aplicar un tratamiento a la causa de fondo.

Si el uso de medicamentos estimula una hinchazón, conviene hablar con el doctor para ajustar la dosis a un nivel que no produzca ese efecto o bien prescribir otra fórmula.

CAMBIOS LEVES, ALIVIO MAYOR

El estilo de vida influye mucho en la aparición de los edemas.

Hay varias medidas caseras que podemos adoptar para tratarlos.

Situar la extremidad afectada por encima de la altura del corazón.

Mover y usar los músculos de la parte afectada.

Masajear la zona hinchada, en dirección hacia el corazón y presionando con firmeza.

Mantener el área del edema limpia, humectada y sin lesiones.

Cuando desaparece una hinchazón que se tenía en una extremidad, no es inusual que el médico recomiende usar medias, mangas, guantes de compresión para evitar que el líquido vuelva a estancarse bajo el tejido.

Otra forma de combatir los edemas es adoptar una postura preventiva, como seguir una dieta baja en grasas y sal.

Vivir sin abultamientos en el cuerpo permite moverse, trabajar, descansar, activarse sin molestias que condicionen el estado anímico. Por eso, conviene prestar atención. La vida que se inflama aleja de nosotros el bienestar y, por tanto, la calidad de vida.