La orfandad por covid

Por Fabio Pérez

La orfandad por covid-19 y el rezago en la cobertura sanitaria infantil son de los efectos menos comentados de la pandemia.

Apenas se ha hablado de los 23 millones de niños que no recibieron alguna vacuna del cuadro básico durante los años de restricciones.

De esa cantidad, a 17 millones no les fue inyectado ni un sólo preparado biológico en 2020.

La cifra representó un incremento de 3.7 millones con respecto a 2019 (según la Organización Mundial de la Salud y la Unicef).

El descenso en las tasas de vacunación en la mayoría de los países es un rostro poco mencionado de la interrupción de servicios clínicos causada por el virus SARS-CoV-2.

Esto significa que el agente nocivo provocó un aumento de la desigualdad en materia de acceso a las sustancias protectoras.

Muchos infantes sin vacunar pertenecen a comunidades donde existen conflictos que originan desplazamientos, o a localidades donde no hay servicios clínicos disponibles, o a barrios marginales donde las privaciones son la norma.

LA AMENAZA DEL REBROTE

Mientras los gobiernos nacionales se abocaban a buscar vacunas contra el coronavirus, otros frentes fueron descuidados.

Una consecuencia fue dejar a niños expuestos a contraer males prevenibles.

No recibieron sus primeras dosis contra afecciones como difteria, tétanos, tos ferina o sarampión.

Puesto en otros términos, se perdió terreno en materia de cobertura preventiva.

Un rezago en este ámbito suele traducirse como pérdida de vidas y de bienestar de los más vulnerables.

Antes de la pandemia ya había señas de problemas con la vacunación de los más pequeños.

La situación no hizo más que empeorar.

Mucho se discutió sobre la necesidad de una distribución equitativa de las vacunas contra la covid-19.

Lo que apenas se mencionó fue que el reparto de las sustancias protectoras siempre ha sido desigual.

DE MAL EN PEOR

México fue uno de los países con mayor aumento en el número de niños que no recibieron una primera dosis de la vacuna DPT-1 (difteria, tétanos y tos ferina).

Su total creció de 348 mil infantes en 2019 a 454 mil en 2020.

India ocupó el primer lugar. Ahí la cifra pasó de 1 millón 403 mil a 3 millones 038 mil.

Pakistán fue otro punto rojo: el rezago ascendió de 567 mil menores sin vacunar a 968 mil.

Indonesia quedó en tercer puesto (472 mil contra 797 mil) y en cuarto llegó Filipinas (450 mil contra 557 mil).

El caso de la India fue especialmente sensible porque su cobertura del preparado DPT-1 disminuyó del 91 al 85 por ciento.

A lo largo del continente americano, la pandemia sólo vino a reforzar la tendencia a la baja de la cobertura de vacunación.

La comunidad científica advirtió que en la región de las Américas las cosas no van a mejorar en el corto plazo debido a factores como falta de presupuesto, poca información sobre los preparados o inestabilidad en muchos territorios.

RETROCESO CLARO

El caso de la DPT-1 es ilustrativo a ese respecto: en 2016, de cada 100 niños, 91 recibían las dosis protectoras. En los días covid descendió a 82 de cada 100.

Sin embargo, no se trata de un panorama inesperado dado que las tasas de inmunización contra afecciones prevenibles llevan varios años por ahí del 86 por ciento.

Dicho umbral se halla muy por debajo del 95 por ciento recomendado por la comunidad clínica para proteger a la gente, por ejemplo, contra el sarampión.

Esa infección viral suele ser el primer padecimiento en reaparecer cuando no se vacuna a los menores.

La crisis del coronavirus echó por tierra años de progreso en materia de inoculación.

Se requiere destinar recursos tanto materiales como humanos de consideración para combatir ese rezago.

Otra medida a considerar es que la vacunación contra el coronavirus se lleve a cabo de forma paralela y no a expensas de la aplicación de preparados biológicos que mantienen sana a la infancia.

DESAMPARO POR COVID

La suspensión de las campañas de inmunización, sin embargo, palidece frente a otro problema derivado de la pandemia: la orfandad por covid.

Perder a un progenitor, o a los dos, ha significado, para miles de niños, adentrarse en la pobreza (o verla incrementada), sufrir abusos o bien ser remitidos a casas de acogida.

En la revista médica The Lancet se publicó un estudio titulado Estimaciones Mínimas Globales de Niños Afectados por COVID-19 Asociada a Orfandad y Muerte de Cuidadores.

Se utilizaron datos de mortalidad y fertilidad para estimar las proporciones de muertes de cuidadores primarios o secundarios de individuos menores de 18 años de edad en 21 países.

El concepto de cuidadores primarios abarca a padres y abuelos con la custodia del menor.

Cuidadores secundarios son abuelos que comparten residencia con el menor.

Según los investigadores, entre el primero de marzo de 2020 y el 30 de abril de 2021 alrededor de 1 millón 134 mil niños experimentaron la muerte de sus cuidadores primarios, es decir, de al menos uno de los progenitores o de los parientes que tenían la custodia.

1.5 millones de infantes sufrieron la muerte de al menos uno de sus cuidadores ya fuera principal o secundario.

Se estima que en México, 33 mil 342 menores perdieron a su madre y 97 mil 951 a su padre.

En 32 casos, el niño perdió a ambos progenitores

CONSECUENCIAS FUNESTAS

La orfandad por covid es un impacto poco visibilizado de los años recientes.

Esos niños en desamparo corren un alto riesgo de experimentar problemas de salud mental o física, daños emocionales severos y hasta de ser víctimas de violencia sexual.

Son deudos con mayores opciones de incurrir en suicidios, embarazos adolescentes, infecciones como el VIH/SIDA o desarrollar males crónicos.

El enfoque para combatir la pandemia se guió por tres criterios: prevenir, detectar y responder.

Los autores del estudio recomendaron agregar un cuarto concepto: cuidar de quienes han caído en la orfandad por covid.