Por Fabio Pérez
¿Qué hace tan necesaria a la cobertura universal en salud?
Que a través de ella todos los individuos reciben auxilio médico sin correr el riesgo de empobrecerse a causa de pagar las facturas médicas.
En términos de organización, se trata de integrar y ofrecer a la población los servicios clínicos esenciales: promoción, prevención, tratamiento, rehabilitación y cuidados a largo plazo.
Hoy día es la estrategia de salubridad hacia la que apuntan los sistemas sanitarios en el mundo: garantizar que cualquier persona tenga acceso a la atención sanitaria básica.
Así se reducirían los principales indicadores de la mala salud:
a) Morbilidad: proporción de enfermedad de una población en un tiempo determinado.
b) Mortalidad: frecuencia del número de defunciones ocurridas en una comunidad.
Para que funcione la cobertura universal en salud es indispensable que la calidad de la asistencia prestada sea suficiente y contribuya a mejorar la condición de los pacientes.
CUESTIÓN DE RECURSOS
Casi la mitad de la población mundial no cuenta con acceso integral a los servicios de salud elementales.
El primer dato al respecto es que hay cerca de 100 millones de personas en extrema pobreza.
Una razón de esa precariedad es el gasto que se hace en salud, dinero que sale del bolsillo cuando se carece de seguridad social.
Cerca del 12 % de la gente gasta al menos una décima parte de su presupuesto familiar en atención clínica.
En la comunidad médica existe consenso sobre la necesidad de establecer mecanismos para proteger a los individuos de las consecuencias financieras que conlleva el pago de los servicios sanitarios.
Como están las cosas, los padecimientos suelen afectar, primero, el dinero destinado a gasto corriente, y luego, los ahorros no sólo de los más vulnerables.
A veces, con tal de hacer todo lo posible para restaurar la salud del aquejado, las familias, o el propio paciente, venden bienes o solicitan préstamos.
Así fondean tratamientos, medicamentos, recursos clínicos en general, lo que llega a destruir las opciones de futuro de los enfermos y de su círculo cercano.
¿CÓMO MEJORAR?
La atención primaria de salud ha demostrado, en los sitios donde se ha implementado, su potencial para rendir buenos resultados.
Es una estrategia centrada en organizar y consolidar el sistema sanitario de modo que la gente acceda a los servicios clínicos en función de sus necesidades y preferencias, de forma rápida y en su entorno próximo.
Según la Organización Mundial de la Salud, un nivel de primer contacto de calidad puede atender hasta el 90 % de las necesidades sanitarias de la población a lo largo de su vida.
Avanzar en esa dirección exige subsanar un nutrido déficit de profesionales en las unidades.
A nivel mundial se estima que hacen falta al menos 18 millones de profesionales (médicos, enfermeras, paramédicos y demás) para alcanzar la cobertura universal en salud.
La prestación de auxilios esenciales requiere trabajadores capacitados y competentes, que reúnan habilidades y conocimientos tanto elementales como especializados.
Además, se requiere que estén repartidos de forma equitativa, que reciban apoyos adecuados y que laboren en condiciones dignas.
Lo deseable es que los sectores público y privado inviertan para formar a esos trabajadores y ofrezcan más puestos de trabajo en el ámbito clínico.

AVANCE
Muchos países están decididos a alcanzar la cobertura universal en salud.
Los esfuerzos, sin embargo, fueron afectados, como la vida en general, por la pandemia de Covid-19.
El virus afectó la capacidad de los sistemas sanitarios para brindar atención de manera ininterrumpida.
¿Qué otros obstáculos hay en el camino hacia la CSU?
a) La dificultad que tienen los gobiernos para responder a la creciente necesidad de atención médica de la población.
b) El aumento de los costos de los servicios sanitarios.
Sin embargo, la comunidad médica internacional considera que con voluntad pueden adoptarse medidas para obtener progresos rápidamente, o bien para mantener los logros alcanzados.
¿Qué se necesita?
Fortalecer el sistema de salud y establecer estructuras sólidas para financiar la cobertura, como reservar una parte inamovible de los ingresos por impuestos a la prestación de atención clínica.
Cuando el ciudadano paga la mayoría del gasto en salud de su bolsa, ocurre con frecuencia que los pobres se ven incapaces de hacerse con todas las medicinas, terapias y/o consultas que requieren.
Hasta los individuos pudientes llegan a atravesar dificultades económicas al enfrentarse a una enfermedad grave o de largo aliento.
EL DESAFÍO DEL AHORA
La pandemia confirmó algo que muchas veces se pasa por alto: muchas veces, el personal sanitario se ve obligado a realizar su invaluable labor en contextos de suma complejidad.
En un aspecto relacionado, quedó en evidencia la importancia de inyectar más recursos al sector que combate la enfermedad.
La cobertura universal en salud es un reto con mayúsculas.
No sólo consiste en determinar qué servicios (consulta, tratamiento, rehabilitación, cuidados paliativos y demás) están disponibles para todos sin excepción.
También deben diseñarse esquemas eficientes para financiar, gestionar y prestar los auxilios sanitarios.
No es exagerado afirmar que se requiere un cambio radical en el modelo vigente con el fin de asegurar que los servicios clínicos esenciales estén integrados y centrados en las necesidades de los individuos.
Debe fomentarse que la atención clínica se preste en un entorno apropiado y que haya un equilibrio en la atención a pacientes internos y externos.
Otra parte del desafío consiste en fortalecer la coordinación de las entidades (y sujetos) encargadas de tratar a los enfermos.

DIFICULTADES MUY MEXICANAS
El sistema de salud en México, y en esto coinciden varios diagnósticos (sino es que todos), enfrenta problemas de gran calado.
Puestos solamente a establecer la cobertura universal en salud, toca enfrentarse varios retos:
- Fragmentación institucional.
- Falta de cobertura.
- Dificultades financieras.
- Infraestructura deficiente.
- Desabasto de medicamentos e insumos.
- Limitaciones presupuestales.
- Costos crecientes de mantener el sistema sanitario.
Ante ese escenario, una conclusión válida es que el derecho a la protección de la salud está limitado.
En un primer nivel, varía según si la persona tiene o no seguridad social.
La protección al alcance de un asalariado formal es, con los asegunes propios de instituciones como el IMSS, mucho mayor que la de un trabajador informal, por ejemplo.
Antes de la pandemia, en nuestro país había más de 30 millones de personas en la informalidad laboral.
En contraparte, se estima que más del 80 por ciento de la población mexicana está afiliada a algún servicio de salud. Los más nutridos son el Seguro Popular, el IMSS y el ISSSTE.
Sin embargo, todavía estamos lejos de poder afirmar que el derecho a la salud se practica de manera universal, igualitaria y sin discriminaciones.