La salud del cerebro

Por Fabio Pérez

La salud del cerebro, asunto que pocas veces nos planteamos, es de suma importancia porque este órgano cumple funciones destacadas como comprender aquello que captan los sentidos o coordinar lo que hace el ser humano.

Estructuras que nos dotan con lenguaje, pensamiento y memoria se encuentran en los hemisferios cerebrales.

Cuidar de él, sin embargo, llega a constituirse como un serio desafío.

Tener pensamientos positivos y cultivar la idea de que todo saldrá bien no es suficiente.

Para conservarlo en buena condición, medidas elementales son evitar la inactividad y una nutrición saludable, así como brindarle estímulos intelectuales y relaciones sociales sanas.

ALIMENTARLO

Si bien sólo representa, en promedio, el dos por ciento de nuestro peso, el órgano neuronal es el más activo del organismo dada su injerencia en el metabolismo humano.

Utiliza una gran cantidad de la energía que es generada a partir del consumo de alimentos.

La nutrición clínica, con su aporte de sustancias esenciales (vitaminas, minerales, aminoácidos), realiza una contribución invaluable a la salud del cerebro

Aquello de que el desayuno es la comida más importante del día, encuentra sustento en su aporte a la actividad cerebral.

¿Cómo funciona esto?

Primero que nada, debe comentarse que la glucosa es la principal fuente de energía del órgano pensante.

Durante el sueño, los niveles de azúcar en la sangre disminuyen de forma gradual, de modo que, cuando alguien despierta, su cerebro dispone de energía limitada.

Los carbohidratos que ingresan al cuerpo con el desayuno proporcionan glucosa que vigoriza al órgano pensante.

Desayunar favorece la memoria y la cognición.

La evidencia disponible indica, además, que los tipos de comestibles que se consumen inciden en la salud cerebral a largo plazo.

Principio rector a tener en cuenta es que una dieta adecuada para cuidar el corazón también funciona para la salud del cerebro.

Desde esa óptica, se recomienda la dieta mediterránea, o cualquier plan alimenticio que favorezca la ingesta de frutas, pescado y granos ricos en fibras, así como eliminar la sal, las grasas saturadas y el azúcar refinada de las citas con la mesa.

GIMNASIO CEREBRAL

Entrenarlo para mejorar su rendimiento es otra cosa que podemos hacer para cuidar la salud del cerebro.

Cuanto más lo ejercitemos, de forma rutinaria, más sencillo será que se conserve en buena condición cuando llegue el invierno de la vida.

La educación, la ocupación de cada quien, las actividades que se realizan en el tiempo libre, todo ello incide en su estado.

Aprender a tocar un instrumento o a hablar otro idioma, leer, armar rompecabezas, jugar al ajedrez, probar nuevas actividades en general, valen como darle actividad a la sede de nuestros pensamientos.

La socialización también juega un papel destacado en términos de bienestar cerebral; reunirse con amigos para tomar café, u otra bebida, no sólo es una forma agradable de pasar el rato.

El ser humano disfruta del contacto con sus semejantes.

Familia, amigos, relaciones cercanas en general, no sólo brindan un apoyo social, también plantean una exigencia, desde el punto de vista cognitivo, que vigoriza las neuronas.

Un individuo satisfecho con sus interacciones sociales y sus estructuras comunitarias tiene más fácil la tarea de preservar sus habilidades a la hora de pensar.

Dicho de otro modo, el aislamiento perjudica a la mente.

La actividad física también contribuye al buen curso de las facultades mentales.

Al movernos, el flujo de sangre al cerebro aumenta y se generan factores de crecimiento que le protegen.

Además, activarse está asociado a un menor riesgo de sufrir males cardiovasculares y a un mejor control del peso corporal y de los niveles de azúcar en la sangre.

Recomienda básica es dedicar media hora, mínimo tres veces por semana, a ejercitarse.

TEMA DE CUIDADO

Las enfermedades cerebrales son la principal causa de discapacidad a nivel mundial.

Su impacto supera al de males como el cáncer o las enfermedades cardiovasculares.

La comunidad médica hace constantes llamados a promover la salud cerebral, es decir, a educar y estimular a los individuos para que introduzcan en su estilo de vida cambios que reduzcan los riesgos tanto de enfermar como de sufrir una discapacidad.

Estrés constante, sueño irregular y consumo de productos tóxicos como alcohol, drogas y tabaco son factores que juegan contra la salud del cerebro.

Descansar, nutrirse bien y ejercitarse son tres claves del bienestar que están a disposición de la gente para preservar al órgano pensante.

La influencia de esas claves es de tal magnitud que basta con caminar con frecuencia para notar cambios a nivel cerebral, en particular en el área de la memoria y para retrasar el envejecimiento cerebral.

Un sueño de mala calidad está asociado a numerosos padecimientos y a un menor rendimiento cognitivo, que suele manifestarse con falta de concentración y dificultad para recordar.

La contaminación ambiental también puede afectar a la sede de los pensamientos.

Varios estudios relacionan la exposición a partículas generadas por el tráfico urbano con un desarrollo cerebral más lento durante la infancia. También se han detectado efectos crónicos y agudos en la memoria.

Un factor más que afecta la salud cerebral y genera deterioro cognitivo es la propia personalidad.

Si un individuo es más propenso a estados de depresión o ansiedad, el órgano neuronal requiere mayores cuidados.

AHORRO NEURONAL

Incrementar la reserva cognitiva, es decir, la fiabilidad de la sede de nuestros pensamientos, nos aleja de sufrir una discapacidad ligada a un funcionamiento deficiente de las facultades mentales.

Esa reserva, una suerte de ahorro neurológico, retrasa los efectos que acompañan al envejecimiento a nivel cerebral.

Cuanto mayor sea la reserva, más daño debe acumularse para que se manifiesten efectos perniciosos.

Trabajar para aumentar ese ahorro, estimulando al cerebro con desafíos intelectuales, disminuye el riesgo de vérselas con un deterioro cognitivo grave y los impedimentos que acarrea.