Por Fabio Pérez
Dormir para estar sano, a eso se resume una recomendación que tiene validez para un buen número de problemas de salud.
Responsabilidades, compromisos y situaciones estresantes al por mayor forman parte de nuestra cotidianidad.
Las cargas, los pesares, los problemas, y los pensamientos que generan, suelen mantenernos despiertos. De un modo u otro nos obligan a sacrificar parte del tiempo destinado a relajarnos y descansar.
Muchas personas duermen seis horas o menos al día, cantidad que resulta insuficiente.
Se necesita un sueño más largo para restaurar cerebro y cuerpo. Sin descanso, la salud se fractura.
Para el adulto, la recomendación es dormir de siete a ocho horas cada noche para mantener en un nivel óptimo las funciones orgánicas. Algunos individuos, cabe mencionar, necesitan hasta nueve horas de sueño.
Dormir, y esto es algo que debemos tener presente, no sólo implica descansar, también recuperarse.
Mientras uno está apagado, muchos órganos y procesos internos del organismo siguen en funcionamiento.
Entregarse al sueño contribuye a lograr el equilibrio energético y molecular y a mantener el buen curso de la función intelectual.
Beneficia el estado de alerta y el humor, lo que ayuda a socializar y establecer relaciones más sanas.
Durante el sueño, el organismo se recupera del estrés cotidiano.
Así, la persona puede ofrecer un mejor rendimiento y tomar mejores decisiones en el día a día.
Descansar también ayuda a combatir afecciones, por eso, hay que dormir para estar sano.
PROBLEMAS DE SUEÑO
El insomnio es la principal causa de que no se acumulen suficientes horas de sueño.
Por su causa permanecemos despiertos buena parte de la noche (o toda ella). Su influencia puede durar desde unos días hasta meses.
La apnea del sueño es otra enemiga del descanso; como detiene la respiración durante la noche, aunque el afectado no despierte por completo, puede ver interrumpido su sueño profundo.
Hay quienes se quedan despiertos porque padecen el síndrome de piernas inquietas.
Éste desorden suele ir acompañado de sensaciones como ardor, comezón y hormigueo en las extremidades inferiores.
Los problemas de sueño se saldan con un mal descanso y, por tanto, con una sensación de fatiga; ésta última es un factor presente en infinidad de accidentes tanto leves como graves.
El cansancio da lugar a errores humanos.
Aparece, por ejemplo, en muchas colisiones automovilísticas.
Manejar con sueño reduce la atención y la capacidad de reacción tanto como manejar bajo los efectos del alcohol.
No dormir lo suficiente también afecta al cerebro; una mente cansada tiene problemas de concentración y de memoria, y batalla incluso para realizar las tareas básicas.
También provoca mal humor y facilita que uno sea agresivo con los compañeros del trabajo o los seres queridos.

FACTORES EN CONTRA
A veces, alcanzar el buen descanso puede representar todo un desafío.
Diversos factores influyen en ello.
La agenda, por ejemplo, cuando reclama actividad nocturna, de corte laboral o social, que demanda extender la jornada.
A veces, el entorno juega en contra de la gente; no se descansa porque alrededor hay mucho ruido o mucha luz, o la temperatura del dormitorio es muy baja o muy alta.
Los dispositivos electrónicos, con especial atención a los celulares, no sólo emiten sonidos que afectan el sueño, también dificultan desconectarse del mundo, en específico, de las redes sociales.
Algunos padecimientos pueden evitar el buen dormir: males cardíacos, dolor de espalda, artritis, asma, depresión y ansiedad son algunos integrantes de la lista.
El uso de algunos fármacos y el abuso de sustancias también producen noches en vela.
El estrés es otro factor importante que mantiene despiertas a la gente.
Es más, el simple hecho de estar en cama sin poder conciliar el sueño produce ansiedad, incluso cuando la persona se siente muy cansada.
DESCANSAR ES CLAVE
El organismo necesita dormir para estar sano.
Visto de otro modo la falta de sueño puede contribuir al desarrollo de afecciones.
Sin suficiente descanso, por ejemplo, el cuerpo no controla igual de bien el nivel de azúcar en la sangre, lo que puede detonar la diabetes.
Quienes no duermen lo necesario son más propensos a comer en exceso, lo que ocasiona sobrepeso y, enseguida, obesidad.
La dificultad para ingresar al sueño profundo favorece la aparición de inflamaciones o hipertensión, que pueden dañar el corazón y afectan la capacidad del sistema inmune para mantener saludable al organismo.
Cabe mencionar que el efecto nocivo se recrudece después de pasar noches consecutivas sin dormir.

PENSAR EN BIENESTAR
Dormir ayuda a pensar claramente, a tener mejores reflejos y a concentrarse.
Sin un sueño de calidad, los niveles superiores de razonamiento, la resolución de problemas y la atención a los detalles se ven dañados.
Individuos cansados son menos productivos y más propensos a sufrir accidentes en el trabajo.
La falta de descanso puede producir problemas de salud en personas que de otro modo serían saludables.
El sueño reparador no sólo es fundamental para la actividad cerebral, casi todos los tejidos del cuerpo requieren de un buen descanso; un buen sueño, además, influye en el sistema inmune, el apetito, la respiración y la salud cardiovascular.
Durante la noche, las frecuencias cardíaca y respiratoria, así como la presión arterial, suben y bajan, lo que resulta importante para el funcionamiento adecuado del sistema circulatorio.
Mientras duerme, el cuerpo libera hormonas que ayudan a reparar las células y a controlar el uso de la energía.
Estudios recientes han descubierto que el sueño puede afectar la eficacia de las vacunaciones.
La visita al médico está más que justificada cuando se pasan demasiadas noches en vela.
Existen diversos tratamientos y aplicaciones que ayudan a reparar el mecanismo del sueño.
No hay que dudar en recurrir a los recursos clínicos a nuestra disposición.
Dormir para estar sano es el nombre del juego.