Por Yoguel Kapon
Ex peleadora profesional, Wendy Arellano es una lagunera que se ha destacado como periodista deportiva. Fue colaboradora de medios laguneros y participó en emisiones en ESPN; textos suyos han aparecido en la edición nacional de La Afición Milenio. Actualmente se desempeña como orquestadora de peleas en Combate Global, promotora de artes marciales mixtas (AMM) con sede en Miami, Estados Unidos.
Originaria de San Pedro de las Colonias, Coahuila, el deporte siempre ha formado parte de su vida. Como su padre practicaba el boxeo, desde la adolescencia tuvo claro que deseaba entrenar deportes de contacto.
A los 12 años ya usaba unos guantes Cleto Reyes y golpeaba el costal. Sin embargo, ser mujer le dificultó encontrar entrenador. Así comenzó a cobrar conciencia del trato diferenciado que limita al “sexo débil”.

¿Desde tu adolescencia querías pelear?
Sí, quería practicar box. Desde muy pequeña ya tenía claro que no iba a seguir el camino trillado, el bien visto, de estudiar, trabajar, casarme, ser madre, tener hijos y atender un hogar. En casa de mis padres todo era muy tradicional, y yo buscaba romper con eso.
A los 16 años, asistí a una sesión de práctica del Vale Todo, antecedente de las AMM. Se le llamaba así porque, literalmente, no había reglas. Nada más terminar el entrenamiento, supe que me había enamorado de ese deporte. Otra vez, se alzó ante mí la barrera de género; era la única mujer que iba a entrenar y nadie quería golpearme o combatir conmigo. A punta de ganchos y rectos logré que mis compañeros de gimnasio cambiaran de opinión, claro que también me llevé una buena cantidad de golpes.
Tras algunas peleas como amateur, Wendy se convirtió en peleadora profesional. Su duelo con Laura García, en 2012, inauguró la categoría femenil en Xtreme Kombat, que era en aquel tiempo la mejor liga de AMM en en México.
No sólo luchaba contra sus rivales dentro de La Jaula, mejor dicho, los desafíos más fuertes estaban fuera del octágono: los prejuicios, los obstáculos, la condescendencia y el menosprecio hacia una mujer que incursionaba en un terreno considerado exclusivo para varones.
¿Cómo se echan abajo las barreras de género en las AMM?
Con perseverancia, y no solo en este ámbito sino en cualquier aspecto de la vida. Se requiere sacrificio y voluntad. Interesarme en el pensamiento feminista también me ayudó a entender la importancia de no rendirme. No me equivoqué al escoger este deporte, me hace sentir viva. Conocer las historias de superación de otras mujeres me impulsaron a seguir adelante.
Eso sí, también hay varones cuyas historias fueron valiosas. La de Muhammad Ali, por ejemplo. Tras convertirse en campeón olímpico (Roma, 1960) fue víctima del racismo en su país. Batalló con los mejores boxeadores de su tiempo y consiguió convertirse en quien, para muchos, es el mejor pugilista libra por libra de todos los tiempos. Sin embargo, la discriminación resultó un enemigo más duro, uno que ni siquiera parece fatigado. Con el feminismo sucede algo similar. Hemos conseguido (las mujeres) muchas cosas arriba del ring, pero la lucha más férrea, una con frentes ideológico, político y cultural, está fuera de la arena.

¿Qué tipo de comentarios recibías en tus días como peleadora?
Pues, había burlas y críticas; provenían, principalmente, de figuras masculinas. Me decían que jamás tendría un futuro en las AMM, que mi lugar no estaba ahí; había mucha violencia psicológica. Comparado con lo que ocurría fuera de la jaula, pelear dentro de ella era sencillo, y eso que en los torneos en los que participé, el número de peleadoras era tan pequeño que no existían categorías, peleabas con quien te tocaba, a veces eran mucho más pesadas.
En retrospectiva, todos esos comentarios sirvieron como combustible para alcanzar el objetivo que me había fijado: hacer realidad los combates de mujeres en México, cuando en nuestro país ni siquiera se vislumbraba que eran posibles.
Una lesión (fractura de mandíbula) puso fin a su carrera de forma prematura. A los 22 años se vio obligada a cambiar de profesión. Como había estudiado la Licenciatura en Comunicación (su tesis llevó por título Sobre Cuerpos en tensión: Mujeres en Artes Marciales Mixtas), decidió incursionar en el periodismo deportivo y, de nueva cuenta, recibió críticas, descalificaciones, burlas. Era otro mundo, explica, dominado por hombres. Los jefes le asignaban tareas que no entrañaban mayor dificultad, pensaban que no podía formular una opinión más compleja. No faltaba los comentarios sexistas, pues no la consideraban una especialista de las AMM, sino una presentadora.
¿Cómo se dio tu transición a “matchmaker” (orquestadora de combates)?
Cuando empecé no había muchos periodistas que cubrieran las artes marciales mixtas. Gracias a mi experiencia como peleadora, pude seguir cerca de la jaula, pero dedicándome a hablar de lo que ocurría dentro de ella. Era difícil porque seguía siendo un deporte demasiado nuevo, no había muchas oportunidades laborales. Poco a poco, las AMM se fueron abriendo paso, fueron creciendo y así, llegó mi oportunidad.
Ya había narrado peleas de alcance internacional cuando me contactaron de Combate Global, la principal promotora de artes marciales mixtas con enfoque latino. Me ofrecieron ser matchmaker (casamentera u orquestadora de peleas) y no tuve que pensármelo mucho, pues me permitía estar dentro de un mundo que me apasiona y, de nueva cuenta, me tocaba incursionar en un ámbito donde la presencia de mujeres es prácticamente inexistente.
La primera pelea organizada por Wendy enfrentó a Gloria Bravo, prospecto de peleadora chilena, ya con experiencia dentro de la jaula, con Irlanda Galindo, una interesante combatiente nacida en México, esto en septiembre de 2021. Al final, se impuso la experiencia de la sudamericana.
El trabajo de armar duelos, explica la sampetrina, exige tomar decisiones y emprender negociaciones con rapidez y precisión.
Hoy en día, comparte, si bien hay muchas más mujeres practicando este deporte, y más oportunidades para debutar en el profesionalismo, el desafío todavía entraña una dificultad mayúscula y no es sencillo emparejar a dos peleadoras.
¿Qué tan importante es el feminismo en tu vida?
Me encantaría participar como oradora en alguna marcha feminista (es algo que me falta hacer) para motivar a aquellas mujeres que se sienten oprimidas. Varias veces, en mi búsqueda de abrirme camino en el terreno profesional, pensé en desistir, en rendirme, era tanto el cansancio físico y mental que la opción de tirar la toalla empezaba a parecer atractiva. Hay momentos de mucha debilidad, presión e incertidumbre.
He dado conferencias y pláticas motivacionales, y he recibido buenos comentarios. En lo personal, esos ejercicios me han ayudado mucho, para no perder de vista la importancia de perseverar. Cuando me piden hablar solamente de las artes marciales mixtas, siempre dejo en claro que en la parte final de mi exposición me gusta tocar temas como el del empoderamiento femenino.
Me gusta mucho una frase de la filósofa Simone De Beauvoir: “Una no nace mujer, sino que llega a serlo”. Encontrar esa idea me ayudó muchísimo, me hizo darme cuenta de que ser mujer es un constructo cultural y de que siempre nos han dicho cómo debe ser una mujer: delicada, refinada, femenina, sumisa, etcétera. Esos conceptos, desde luego, son lo opuesto a lo que se observa en los deportes de contacto; incursionar en las AMM no sólo fue un modo de oponerme a ellos, sino también de luchar contra ellos.
Mi trayectoria profesional, desde mis tiempos como peleadora hasta mi presente como matchmaker, puede ser vista como la experiencia de alguien que se ha situado fuera de los estándares sociales de lo que significa ser mujer, yo lo entiendo como contribuir a abrir caminos que estaban vedados para nosotras.
Ahora cada que veo a niñas y jóvenes entrenando para ser la próxima Ronda Rousey o Amanda Nunes, me gusta pensar que he puesto de mi parte para que eso sea posible. Ahora entiendo porque, cada que la gente hablaba mal de mí y me criticaba, ser sumisa, agachar la cabeza y dejarse derrotar simplemente no era una opción.
En Combate Global, Wendy Arellano ha encontrado un lugar que le permite brindar oportunidades a mujeres latinas que poseen la voluntad, la disciplina, el talento y la fuerza necesarios para demostrar lo que pueden hacer dentro de la jaula.
Entre temporada y temporada de la empresa de AMM, la sampetrina sigue ejerciendo el periodismo. Le gusta pensar que en un futuro podrá dedicar más tiempo a contar historias, con toque femenino, de ese mundo de violencia deportiva que le apasiona.