Apple anunció recientemente sus Vision Pro, un aparato que se une a la larga lista de opciones de lentes de realidad virtual que nos han tratado de imponer desde hace ya varios años. (Del precio no voy hablar).
El primer intento fue Google Glass en 2012, el cual fue un rotundo fracaso. Luego se hizo el esfuerzo de implementarlos en los videojuegos. Los lentes de realidad virtual de Playstation hoy son un bonito —y muy caro— adorno en los estantes de muchos gamers.
Parece que hay cierta inclinación a que llevemos un aparato en la cara, lo que me hace preguntarme cuál es la finalidad. ¿Quieren que dejemos de ver el mundo real y destruido en el que vivimos?¿Cuál es la necedad de querer cubrirnos la vista? Me recuerda al texto de Lucila Navarrete, donde afirma que la gente que camina por su ciudad la conoce más que quienes viajan en coche.
Si finalmente se impone el uso de estos tipos de lentes nos convertiremos, sin duda, en diferentes tipos de habitantes. Hoy en día estar conectados todo el tiempo nos hace dejar de notar lo que pasa en nuestras propias ciudades. Nos enfocamos en problemas globales porque son virales y dejamos de lado las historias de relevancia local.
La necesidad de taparnos los ojos sumado a la tecnología por ejemplo de Meta, de crear un universo virtual hace que se encienda uno de los miedos contra la tecnología, que no es si Skynet se apoderará del mundo, sino: ¿Por qué las compañías no quieren que volteamos a otro lado?¿Qué es lo que están haciendo mientras estamos ocupados disfrutando de una película en nuestras pupilas? ¿Qué información están recopilando de mí y cómo la van a usar?.
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Las compañías Meta y Apple parecen estar peleando por encontrar la siguiente herramienta digital que dejará atrás a los celulares, y han fallado en el intento. Los propios celulares han fallado en desplazar totalmente a las computadoras de escritorio. Una narrativa que se manejó con la aparición de los smartphones. No importa la modernidad del equipo, no importa la relación costo beneficio que puedan obtener, las computadoras siguen vendiéndose y sucederá lo mismo con los teléfonos celulares.
Mientras, otras compañías como Samsung y Microsoft se enfocan en interconectar todos los aparatos de sus modelos, de igual manera para mantener la atención del usuario.
Las tablets no pudieron contra los smartphones, que a su vez no pudieron reemplazar a las computadoras personales. Muchas novedades tecnológicas terminan convirtiéndose, en el mejor de los casos, en artefactos de colección sin utilidad alguna.
Un día vamos a voltear atrás y nos vamos a dar cuenta que ya vivimos en ese universo distópico que tanto temíamos, pero no lo notamos porque no se parece a ninguna serie o película, porque la realidad es menos dramática, sólo es absurda y paulatina.