Por Fabio Pérez
La endometriosis se ha consolidado como una epidemia del lado femenino del género humano.
Sin acaparar reflectores, afecta diariamente la vida de millones de mujeres.
El principal signo de este mal es el crecimiento de un tejido parecido al endometrio (revestimiento del útero) en el exterior del órgano donde se desarrolla el feto.
Ocasiona una reacción inflamatoria de tipo crónico.
Puede dar lugar a la formación de tejido cicatricial (como adherencias o fibrosis) dentro de la pelvis y en otras partes del cuerpo.
Existen al menos tres tipos de esta afección:
Superficial: cuando las lesiones se sitúan principalmente en el peritoneo pélvico.
Profunda: ubicada en el tabique rectovaginal, la vejiga y el intestino.
Quística de ovario (endometrioma): ubicada en los ovarios.
Una más, que ocasiona lesiones fuera de la pelvis, es sumamente rara.
La comunidad científica estima que afecta al 10 por ciento de las mujeres en edad reproductiva en todo el mundo. Hablamos de unos 190 millones de personas.
En México el indicador anda por encima del promedio mundial: está epidemia del lado femenino afecta al 15 por ciento de las mexicanas.
DOLOR QUE AFECTA EL PLACER
¿Cómo se manifiesta?
Produce fuertes dolores en sus víctimas. Las dolencias se presentan lo mismo durante la menstruación que al sostener relaciones sexuales o al evacuar.
La sintomatología abarca dolor pélvico, distensión abdominal, náuseas, fatiga, depresión y ansiedad.
También puede causar infertilidad al afectar la cavidad pélvica, los ovarios, las trompas de Falopio y el útero.
Como varios de sus signos coinciden con los de otras afecciones el diagnóstico suele complicarse.
Que las lesiones endometriales sean pequeñas o grandes no suele incidir en la gravedad o la duración de los síntomas.
Hay pacientes con lesiones de gran tamaño que muestran molestias leves; en otros casos apenas se muestran daños leves, mas las consecuencias son de consideración.
Los síntomas suelen mejorar una vez concluye la menopausia.
No obstante, en algunos casos el dolor persiste incluso cuando ya no hay huellas visibles de la afección.

RAÍCES CONOCIDAS
Se maneja que su aparición se debe a una combinación de factores:
Menstruación retrógrada: cuando la mujer tiene la regla, la sangre (que contiene células endometriales) fluye en sentido opuesto, a través de las trompas de Falopio; en lugar de salir del cuerpo a través del cuello uterino y la vagina, alcanza la cavidad pélvica. Células similares a las del endometrio terminan fuera del útero, donde pueden implantarse y crecer.
Metaplasia celular: unidades básicas del organismo situadas fuera del útero se transforman en células similares al endometrio y comienzan a desarrollarse.
Proliferación de células precursoras: originan la enfermedad y ésta se propaga por el cuerpo a través del torrente sanguíneo y los vasos linfáticos.
La endometriosis depende de los estrógenos, hormonas que facilitan la inflamación, el crecimiento y el dolor que acompañan a este mal.
No obstante, la relación entre afección y estrógenos es compleja. La ausencia de estos compuestos no siempre excluye la presencia de la enfermedad.
Hay indicios de que favorecen su desarrollo alteraciones o deterioro del sistema inmune, influencias hormonales, factores genéticos y hasta contaminantes ambientales.
Cabe mencionar que en algunos casos se trata de una enfermedad asintomática.
VOLTEAR A VERLA
Esta epidemia del lado femenino apenas recibe atención.
Como la población no suele buscarla, por lo general transcurre mucho tiempo entre la aparición de los síntomas y el diagnóstico.
En países de ingresos bajos y medios, la detección temprana, que daría pie a un tratamiento eficaz, es escasa.
Difundir la existencia de la endometriosis ayuda a crear conciencia y que las afectadas reciban asistencia médica pronta.
De ese modo pueden disminuirse las implicaciones sociales, económicas y de salud pública.
La endometriosis afecta la calidad de vida de las pacientes.
Se traduce en debilidad que impide ir al trabajo o a la escuela.
Cuando se transforma en dolor durante el sexo provoca que se interrumpa el coito. Así perjudica la vida sexual de la pareja.

NO HAY REMEDIO
Investigar más sobre esta epidemia del lado femenino es un pendiente de la comunidad científica.
No se puede prevenir ni existe cura contra este mal.
Debe trabajarse pues, para que la población conozca esta amenaza.
El diagnóstico y el tratamiento tempranos son acciones invaluables pensando en detener su evolución natural.
La intervención clínica ayuda postergar sus consecuencias indeseables y reducir la carga a largo plazo de los síntomas.
Sufrir dolor pélvico de tipo crónico es suficiente para para sospechar de su presencia.
Una exploración clínica exhaustiva de síntomas menstruales también ayuda.
Hay dos tipos de tratamiento en función de los síntomas y las lesiones observadas en la paciente:
Farmacológico: centrado en reducir la concentración de estrógeno o aumentar la de progesterona para alterar los entornos hormonales que favorecen la endometriosis. Esta opción no elimina la enfermedad y suele generar efectos secundarios. Los síntomas pueden reaparecer tras la interrupción del tratamiento. Cabe mencionar que recurrir a hormonas no es adecuado cuando la persona desea quedar embarazada.
Quirúrgico: elimina lesiones, adherencias y tejido cicatricial. Sin embargo, el éxito en la reducción del dolor y el aumento de las tasas de embarazo a menudo dependen del alcance del padecimiento. En algunos casos las lesiones reaparecen incluso después de haberlas extirpado.
La endometriosis es una condición seria.
Combatir de forma efectiva esta epidemia del lado femenino exige un manejo especial y mucha pericia por parte de los profesionales clínicos.
No es descabellado afirmar que la mejor manera de atacarla es diseñar tratamientos personalizados, adaptados a las características y necesidades de cada mujer.