Marchar no es la única forma de manifestación, pero sí es de las más visibles

Por Elena Gutiérrez

Texto tomado del blog de Integralmente

En México, a través de los años, las marchas y protestas de las mujeres, en busca de la equidad, en contra de la violencia y para exigir justicia, han sido diversas.

Ha habido marchas y protestas que han sido generadas y convocadas desde espacios que no son autogestivos, como instituciones y partidos políticos, que tratan de posicionarse en la agenda pública a través de las exigencias genuinas. Estas manifestaciones son percibidas por parte de la sociedad como manifestaciones propias, pareciera que sólo les falta decir “esas sí son formas”.

Estas manifestaciones contrastan fuertemente con las que son generadas por la colectividad.

Estas marchas autogestivas tienen atención especial de los medios y de las redes sociales y son calificadas como escandalosas, además de ser condenadas. Recordemos la primera marcha feminista con gran convocatoria en CDMX, en el 2017, en donde “lo rompieron y lo quemaron todo”. Las exigencias de justicia para las víctimas de feminicidio fueron obviadas por los medios de comunicación, quienes focalizaron todo el interés a los destrozos causados por algunas de las manifestantes.

En esta marcha se dejó ver que los medios y las instituciones tienen mayor interés hacia el cuidado de una pared o un monumento ante la pérdida de una vida y el dolor y frustración de los familiares y, lamentablemente, buena parte de la sociedad se suma a este discurso carente de empatía.

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También han existido manifestaciones artísticas en busca de la visibilización de los tipos de violencia que podemos llegar a vivir como mujeres, como la de Daniela del Río, quien en 2019 presentó su baile para señalar el acoso por parte de uno de sus profesores. Sin embargo, el baile fue ridiculizado y recibió burlas, incluso se hicieron memes en redes sociales, donde se viralizo por las razones equivocadas. Las autoridades de la UANL no hicieron nada al respecto ante la denuncia de Daniela y de las estudiantes que ya habían señalado a ese profesor.

Fotografía de Vivi Camacho Photography

Existen también manifestaciones que han tenido poca convocatoria, pues se llevan a cabo en horarios de oficina, afuera de las instancias que deben impartir justicia, como las vicefiscalías, centros de justicia y procuradurías, que, además, por lo general, se encuentran en zonas alejadas de los centros poblacionales y de trabajo de la ciudad. A estas manifestaciones nos ha sido imposible asistir a todas las que queremos esa justicia, pues también somos partícipes del godinato. Y para todos estos centros la justicia se imparte de lunes a viernes, de 8 de la mañana a 4 de la tarde. Las familias de las víctimas de feminicidio son testigo constante de este tipo de manifestaciones.

Han existido marchas concurridas donde pareciera que lo histórico es el número de participantes y los likes que se han obtenido en redes sociales, y lamentablemente, después de estás marchas, pareciera que la energía de las asistentes se dispersa hasta la próxima convocatoria.

El objetivo de las marchas ha sido el de visibilizar las injusticias, el de incomodar al privilegio y su clase partidista y por qué no, crear espacio seguros y redes de apoyo entre les asistentes.

Marchar para que las compañeras no se sientan solas al momento de clamar justicia para ellas, las que ya no están, las que están y las que vendrán.

Se marcha para hacer tribu, acuerpar y acompañar en el dolor.

Se marcha para exigir que se respeten nuestros derechos, no para pedirle permiso a las autoridades de ejercerlos.

Marchamos juntas, en colectividad, para gritarle al mundo aquí estamos y ya no tenemos miedo.

Fotografía de Vivi Camacho Photography