El desafío del covid prolongado

Por Fabio Pérez

Muchas víctimas de la pandemia deben librar una batalla contra secuelas de la enfermedad que se engloban en el desafío del covid prolongado.

Está demostrado que la mayoría de quienes se infectan con el virus recuperan la salud.

Sin embargo, algunos individuos siguen con síntomas hasta seis meses después de dar positivo a la prueba, especialmente cuando han padecido la versión aguda de la enfermedad.

Haber exhibido signos menores del mal no salva de sufrir efectos duraderos.

Las víctimas de secuelas de largo aliento se ubican en todos los rangos de edad.

Lo padecen niños, jóvenes y adultos sin condiciones médicas crónicas subyacentes.

De momento, se maneja que afecta a cerca del 10 por ciento de los contagiados.

Poco se sabe sobre la evolución clínica de la afección más allá de las semanas posteriores al contagio. Esto implica que no se ha definido el mejor modo de atenuar sus consecuencias.

El asunto exige atención. Sus consecuencias incluyen dolor y debilidad, escollos que impiden a los aquejados recuperar el bienestar.

Para el sistema sanitario, esto se traduce como una carga fuera de programa que dificulta la misión de brindar asistencia.

Es posible que muchos motivos de queja a largo plazo no sean consecuencias del virus.

Sí está claro, en cambio, su impacto duradero y debilitante en las vidas de los afectados.

Hoy día, abundan sobrevivientes del coronavirus cuya salud física y mental deja mucho que desear.

Sobre ellos se cierne la amenaza de una posible discapacidad que podría, por ejemplo, impedirles conservar sus empleos.

AFINAR LAS ATENCIONES

Un estudio realizado en Wuhan, China, cuna de la pandemia, descubrió que más de tres cuartas partes de unos 1 mil 700 individuos hospitalizados exhibieron síntomas ligados al coronavirus seis meses después del contagio.

En la segunda mitad del 2020, la Organización Mundial de la Salud llamó la atención sobre el hecho de que cada vez más personas que no habían sido ingresadas a cama de hospital buscaron atención médica para contrarrestar malestares meses después de dar positivo a la prueba.

En enero del año pasado, la OMS emitió recomendaciones dirigidas a impedir que se fortalezca el desafío del covid prolongado.

Una de ellas era que los enfermos enviados a casa se realizaran mediciones de oxígeno en la sangre con frecuencia.

Además, la organización solicitó a los sistemas de salud que los dados de alta tuvieran fácil acceso a cuidados sanitarios con el fin de paliar síntomas persistentes.

Luego, el Instituto Nacional de Salud y Cuidados de Excelencia del Reino Unido y el Colegio Real de Médicos Generales (RCPG por sus siglas en inglés) elaboraron la primera guía médica para el manejo de pacientes con COVID-19 prolongado.

Las instituciones hicieron hincapié en la necesidad de modificar el documento conforme fueran surgiendo evidencias nuevas sobre el mejor modo de lidiar con las secuelas duraderas.

Eso se traduce como afinar atenciones específicas y ejercicios de rehabilitación que permitan al sobreviviente recuperar una calidad de vida adecuada.

EFECTOS DE CUIDADO

La sintomatología incluye fatiga crónica, dificultad para respirar, tos, congestión, dolor de pecho o de articulaciones.

En ocasiones hay náuseas o diarrea, dolores de cabeza o musculares, palpitaciones rápidas o muy fuertes.

El coronavirus de largo aliento afecta algo más que el físico.

A través de la llamada «niebla mental de la covid» provoca dificultad para pensar, recordar o concentrarse, incluso adquiere la forma de la depresión.

También existen complicaciones de gravedad:

1.- Casos de afectación cardiovascular, con inflamación del músculo cardíaco.

2.- Dificultad respiratoria, traducida como anomalía en la función pulmonar.

3.- Problemas renales, como una lesión renal aguda.

4.- Trastorno neurológico, con alteración de los sentidos del gusto y el olfato o insomnio.

Cabe mencionar que estos escenarios son poco frecuentes.

Obesidad y/o presión arterial alta, así como sufrir algún trastorno de la salud mental, son factores que se combinan con las molestias del mal persistente.

Forman combos que empeoran la condición de una persona.

¿Qué implican los efectos duraderos del virus? No hay respuesta para ello, no todavía.

HISTORIAL DE TIPO AGUDO

El coronavirus que apareció en 2003 dejó un precedente sobre efectos a largo plazo del síndrome respiratorio agudo grave (SARS).

Estudiar a sobrevivientes de SARS permitió observar deterioro significativo tanto en su capacidad para hacer ejercicio como en su estado de salud luego de 24 meses.

Cuatro de cada diez infectados que se recuperaron presentaron síntomas de fatiga crónica de tres a cinco años después de haberse contagiado.

La OMS tiene claro cuan serio es el desafío del covid prolongado.

Puede causar perjuicios de consideración durante meses y hasta años después de la infección:

a) Llega a poner en predicamentos al corazón a través de daño al músculo cardíaco o insuficiencia cardíaca.

b) Causa deterioro del tejido pulmonar.

c) Afecta el cerebro y el sistema nervioso, a ese respecto la pérdida del olfato habla de forma contundente, pero no es la única consecuencia.

d) Facilita la irrupción de una embolia pulmonar, un ataque cardíaco o un derrame cerebral.

LA CERTEZA DEL CUIDADO

Comprender el covid persistente tomará tiempo.

Se requiere mucha investigación orientada a responder cuestiones esenciales.

¿Por qué no desaparecen o bien por qué vuelven a aparecer síntomas?

¿Cuál es la evolución clínica de este mal?

¿Qué tan alta, o baja, es la probabilidad de una recuperación completa?

A esas cuestiones deben agregarse dudas existentes sobre la inmunidad al coronavirus.

Se sabe que la mayoría de los infectados desarrolla una respuesta inmune en las primeras semanas, pero se ignora qué tan fuerte o duradera es la protección, sobre todo pensando en una reinfección.

Los conocimientos sobre la enfermedad están en constante actualización, es decir, se desconocen los efectos de la convivencia con el virus a largo plazo.

De momento, el criterio médico maneja que quienes muestran síntomas durante meses no contagian a otras personas.

También se mantiene que la mejor forma de enfrentar esa afección es la prevención, es decir, combatir el contagio y vacunarse.

Usar la mascarilla, lavarse las manos con agua y jabón, aplicarse el gel antibacterial, guardar la sana distancia, evitar sitios concurridos…

Las mismas palabras, las mismas recomendaciones de los últimos dos años y fracción, son válidas para no enfrentarse al desafío del covid prolongado.

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