Una premisa trillada a más no poder: una persona talentosa que busca triunfar en la música, adquiere otra dimensión en Wild Rose (2018) gracias a la gran actuación de Jessie Buckley, la efectiva dirección de Tom Harper y el excelente guion de Nicole Taylor.
Rose-Lynn Harlan (Buckley) lleva el country en las venas, canta con la sensibilidad de quien ha nacido en la cuna del género y cualquiera que la escuche juraría que tendrá una carrera exitosa. Es joven, es valiente y tiene un talento que se nota a leguas, ¿qué podría detenerla?
Principalmente lo mismo que ha detenido a muchas mujeres brillantes: la pobreza y la maternidad ejercida en ausencia del padre. Si sumamos el año de prisión que acaba de purgar, su rebeldía, y que no es de Nashville, sino de Glasgow, Escocia, entendemos por qué no la tiene fácil.
Al salir de la cárcel verá cómo una voz sin igual y el ímpetu no lo son todo. Su sueño de irse a Nashville se desmorona en cada contacto con la realidad. Aunque su madre, Marion (Julie Walters), es consciente de su talento, no tiene la menor intención de apoyarla.

Parece cansada de la irresponsabilidad e inconstancia de su hija. Si va a alentarla a algo, será a revertir esas características negativas. ¿Cómo? Orillándola a cuidar a sus propios hijos (de 8 y 6 años) y pagar sus cuentas.
El único apoyo que obtendrá Rose-Lynn de su madre será un conecte para que consiga un empleo como trabajadora doméstica en una mansión. Sólo tomará la ayuda cuando confirme que su calidad de exconvicta le impide recuperar su puesto como cantante en un bar country.
Lidiar no sólo con las dificultades de ser madre soltera, sino con su nula capacidad para vincularse emocionalmente con sus hijos, la comenzará a convencer de que es imposible alcanzar su sueño. Eso cambiará cuando su jefa Susannah (Sophie Okonedo) la escuche cantar.
Los privilegios de Susannah serán una luz en el camino de Rose-Lynn. Ahora que tiene contactos y posibles patrocinadores nada puede detenerla, ¿o sí?
El viaje más importante que emprende Rose-Lynn no es aquel que le quita el sueño, sino el que hace hacia su interior para conectar con su verdadera voz, su verdadero ser.
Wild Rose es una excelente y conmovedora película que por debajo de una trama aparentemente simple, por lo común, transmite la complejidad de la maternidad, especialmente la de mujeres que se ven obligadas a ejercerla solas por una u otra razón, así como las limitadas oportunidades de las personas de clases desfavorecidas para cumplir sus sueños.
De manera sutil el filme también aborda el tema de las relaciones de amistad entre mujeres con lazos filiales y más allá de ellos; es decir, la sororidad como clave de supervivencia femenina ante la hostilidad de las sociedades patriarcales.
Muy recomendable.