Francisco Valdés Perezgasga
Sin duda, nuestra Comarca está pasando por un momento de emergencia vial. No una crisis, una emergencia.
Diariamente aparecen en la prensa y medios electrónicos notas sobre atropellados, muertos, heridos y ¡volcaduras!
Pongo esta última categoría de siniestro porque es un fenómeno que no hace muchos años era inexistente en nuestras calles.
Hoy, desgraciadamente se ha vuelto un hecho cotidiano. Siniestros que sólo veíamos en los diarios regiomontanos son ya de diario en nuestra región.
Torreón, en el tema de la seguridad y la equidad vial, ha sido a menudo un referente nacional. El Reglamento de Movilidad fue un modelo de gobernanza que incorporó conceptos en su momento novedosos, como la pirámide de la movilidad.
El que dentro de la ciudad el límite máximo de velocidad fuera de 60 kilómetros por hora era otro rasgo avanzado de nuestra reglamentación.
Demostraban, al menos a nivel declarativo, una voluntad por primar la seguridad de los ciudadanos aunque en la calle la vigilancia y la aplicación de la ley, como es tan frecuente en nuestro país, no se hacía valer.
De ahí que hayamos llegado a la lamentable situación que nos ocupa. Una emergencia vial en toda regla que tiñe nuestras calles de sangre.
Según la organización niunamuertevial.mx, en su informe 2021, el municipio con más atropellamientos fatales de ciclistas fue Gómez Palacio. Torreón es el octavo lugar. Juntos serían la primer ciudad en letalidad ciclista en todo México.
No nos equivoquemos, las ciudades de la Zona Metropolitana de La Laguna son funcionalmente una sola.
También según la misma organización, el periférico lagunero es la segunda vialidad con más atropellamientos fatales de ciclistas y peatones en todo México. En todo México.
El cabildo de Torreón, contrario a lo que dice la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial acaba de elevar el límite máximo de velocidad en el periférico y otras vialidades de 60 kilómetros por hora a 80 kilómetros por hora.
El razonamiento para esta ilegalidad no puede ser más pedestre: nadie respeta el límite, por eso hay que subirlo.
Lo que acaba de votar el cabildo es una abdicación de su responsabilidad más básica consistente en velar por la seguridad y la integridad de los ciudadanos que representan.
Una abdicación que aumentará la cantidad e intensificará la gravedad de los incidentes viales en Torreón y en nuestra comarca.
Desde un punto de vista político y urbanístico, resulta inexplicable esta votación. Se entiende cuando se ve con los ojos de quien se mueve en coche sin conciencia del privilegio del que goza y de la responsabilidad que conlleva moverse rodeado de tonelada y media de fierros a gran velocidad.
Desgraciadamente, nuestra clase política es cochista y ajena a la mayoría de sus electores que se mueven de otras formas —y con otros riesgos— que ellos.
Visto socarronamente pareciera que ansiamos pasar de ese segundo lugar que ocupa el periférico en la infame lista de vialidades letales mexicanas a un primer lugar.
Abogar por la velocidad y la muerte no es motivo de orgullo sino de vergüenza. Es sencillamente convertir el lema “¡Torreón siempre puede!” en una amenaza contra la integridad y la vida de sus ciudadanas y ciudadanos.
A medida que avanza el tiempo nuestra ciudad debería transitar a formas más humanas y más ilustradas de convivencia.
El mensaje que hoy lanza el Cabildo de Torreón es que Torreón siempre puede… ser peor.
Foto de portada: Ayuntamiento de Torreón