Se llamaba La Opinión de la Tarde.
A principios de los ochenta, o principios de los noventa, no recuerdo con precisión, vi por primera vez ese rotativo vespertino.
Según el libro Efemérides de la Historia de Torreón, comenzó a circular el 10 de agosto de 1955.
Para los últimos años del siglo pasado, el ingenio popular, vacilador como suele ser, ya había reforzado en el imaginario colectivo el corte amarillo escarlata de la publicación.
La bautizaron como La Opinión de la Sangre.
El vespertino gozaba del favor de mucho lector merced a un estilo coloquial, desenfadado, morboso.
Recuerdo con especial cariño (retorcido como soy) una sección: Galería de Malandros.
Muchos años después me enteré de cómo se hacía ese recuento de facinerosos.
Un reportero y un fotógrafo se apersonaban en los Tribunales Municipales e ingresaban, con la venia de las autoridades, a la zona de separos.
Los detenidos eran sacados de las celdas. Uno a uno se colocaban frente a un muro y, como si de un paredón se tratara, el flash los acribillaba.
Si un ajusticiado se negaba a dar la cara, entre fotógrafo y guardia lo invitaban, con total seriedad, a alzar la barbilla y mantenerse quieto.
El reportero, mientras tanto, tomaba nota del nombre del fulano y del motivo del arresto.
Al día siguiente aparecía, a veces a doble página, la Galería.
Aquello parecía una alineación de jugadores de fútbol, al estilo de los álbumes Panini, conformada por puro infractor de baja estofa.
Junto a la foto y el nombre de cada individuo venía la mención de la falta cometida (tocamientos, andar drogo, ser rijoso, etcétera) aderezada con alguna expresión pintoresca.
Lo demás era la escuela del Alarma (el matolo, robolo, viololo de toda la vida) y la relación de accidentes, casi siempre vehiculares.
Doctrina alarmista y párrafos accidentados se mantuvieron cuando la publicación cambió de nombre.
La Galería de Malandros desapareció.
QEPD
No extraño, desde luego, esa sección, ni voy a extrañar al periódico de papel que acaba de extinguirse y que alguna vez fue conocido como La Opinión de la Sangre.

Sin embargo, debo reconocer que leer sus páginas, niño como era, me impresionó, al grado de que, casi tres décadas después, aún llevo conmigo las frases de la vergüenza.
En ese tiempo, vale decir, he tenido oportunidad de emplearlas varias veces gracias a conocidos, amigos y hasta familiares apresados por alguna pillería o público destrozo.
Hoy día, percibo que por muchos años hice una distinción de clase con esa galería como influencia.
En mis recuerdos, políticos y empresarios que fueron arrestados se me presentan como “fulano estuvo en prisión” o “mengano pisó la cárcel”.
Cuando el preso es como uno, prole, pobre diablo, criminal de baja estofa, invariablemente lo imagino a la sombra, calentando banca, mascando barrote.
Descansa en paz, periódico de amarillo lenguaje y tinta roja, y que las vulkas conserven en sus paredes por muchos años las atrevidas imágenes que imprimías a todo color.
Esas en las que enmascarabas los pezones con estrellas.
A fin de cuentas, el daño ya está hecho.
(Imágenes: La Galería de Malandros 10-4 en Facebook)