La consulta popular 2021 que se llevará a cabo el primero de agosto no es la primera en el país, pero sí es la primera que adquiere un aire de formalidad.
Ha seguido el proceso legal dispuesto para la implementación de este mecanismo de participación directa y su organización está a cargo del Instituto Nacional Electoral (INE).
Antecedieron a esta consulta -y que no han podido librarse de críticas que incluyen palabras como parcialidad, populismo e inconstitucionalidad- los ejercicios realizados en octubre y noviembre de 2018, por Andrés Manuel López Obrador, presidente electo en ese entonces.
Uno fue sobre el destino del Nuevo Aeropuerto Internacional de México y el otro sobre los programas sociales y proyectos económicos prioritarios para la 4T, entre ellos el Tren Maya, el Tren Transístmico y la refinería de Dos Bocas.
Otras consultas, ya con AMLO como presidente, han sido de carácter local:
- La Termoeléctrica Huexca (Morelos)
- La llamada “ley Bonilla” (Baja California)
- La construcción de la planta cervecera de Constellation Brands (Baja California)
La del próximo domingo nace de la exigencia social de enjuiciar a expresidentes y aparecerá en la boleta de la siguiente manera:
¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?
Todo lo relacionado con esta consulta ha generado polémica entre analistas políticos y la ciudadanía misma.
La mayoría de los argumentos que se esgrimen podrían agruparse en dos tipos:
- aquellos que insisten en que la justicia no se consulta, encaminados a desacreditar la ocurrencia del presidente y evitar que la ciudadanía la valide acudiendo a las casillas;
- los que destacan la trascendencia de propiciar la participación ciudadana más allá de un proceso electoral.
Debajo de las sesudas opiniones yace la verdadera dicotomía que da origen al debate, una que parece regirlo todo en estos tiempos: estar a favor o en contra de AMLO.
Otras visiones
Pensar y proponer sin tomar partido por alguna de estas dos perspectivas parece complicado.
En Plaza Pública encontramos relevantes los planteamientos hechos por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en la carta Por qué Sí a la Consulta y Sí a la pregunta, firmada por SupGaleano (antes subcomandante Marcos).
En la misiva, el líder zapatista ha decidido posicionarse al lado de las víctimas que merecen justicia y verdad.
“No están a consulta ni la una ni la otra. Se consulta si estamos de acuerdo en apoyar a las víctimas que reclaman saber qué pasó, por qué, y quién; y demandan justicia.
(…) Si de esas exigencias de Verdad y Justicia se sigue algo más que no sea simulación, depende de las víctimas, sus familiares y de quienes les apoyan”.
A lo largo de seis puntos, el subcomandante Galeano nunca pierde de vista que la consulta puede ser utilizada con fines políticos «pro4T» y «anti4T», por ello insiste en la necesidad de que como ciudadanía la convirtamos en algo más.
Con ese fin, es crucial desvincularnos de debates ociosos o derivados de intereses cuestionables.
“Sí, es más que probable que, tanto el oficialismo como la ‘oposición’ en México, usen la participación en la consulta y el resultado. Sea como una forma de legitimar su política gubernamental, sea como un argumento para esconder sus culpas y evadir la justicia.
Desconfiar, desde luego, es una reacción válida. No obstante, quedarse ahí bien puede traducirse como seguir estancados.
«Claro, esta consulta también puede ser una mascarada… si no la volvemos inoportuna, impropia, inconveniente, ‘extemporánea’. Es decir, si no la convertimos en algo más. Aunque habría que, primero, sustraerse de lo que dicen y disputan allá arriba; y luego seguir con encuentros, foros, festivales, apoyos para las víctimas”.
Postura y acción contra la injusticia
Un llamado tan abierto a participar en la consulta de marras por supuesto que despierta suspicacias.
Sin embargo, leer con detenimiento nos aporta elementos de análisis tendientes no a obedecer la recomendación, sino a pensar más allá de cualquier agenda mediática.
De ese modo puede percibirse la necesidad de asumir una responsabilidad ciudadana y humana frente a la injusticia.
La urgencia de adoptar una postura en esa dirección precede a la consulta del primero de agosto y persistirá tras ella.