Parias

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Francisco Valdés Perezgasga

En pleno siglo XXI, cuando vivimos en un país que nominalmente no tiene castas, los ciclistas somos parias.

Eso se debe que, entre la aparición del automóvil de motor —que coincide con la aparición de nuestras ciudades— hasta hace muy poco, quienes se mueven en bicicleta son parias.

Personas con oficio —albañil, velador— y beneficio. Personas con familias y amistades. Gente respetable a quienes les faltaba algo fundamental para validar su existencia: tener un carricoche.

Quienes se mueven en bicicleta aún son vistos como parias, los que no tienen dinero ni para el autobús.

Sé que Marx no está de moda, pero dijo una verdad para la eternidad: las relaciones económicas determinan las relaciones políticas. Una persona sin dinero es una persona sin poder, ergo un paria. Así los ciclistas.

Por esta miopía social nunca se atendieron las necesidades de espacios seguros para las personas que se mueven en bici.

Los ciclistas eran —éramos— transparentes a los ojos de la autoridad que, por supuesto, se mueve en coche. O en Suburban para ser más precisos.

En 2011, y aún antes, recorrió a México una fiebre: la fiebre por impulsar a la bicicleta como medio de transporte. Obvio ya lo era, pero de los parias.

En los años ochenta del siglo XIX la bici era usada por todo el mundo que tuviera acceso a una.

La bicicleta era la solución ideal para el traslado personal. Hasta entonces, llegabas hasta donde te alcanzaran los pies o, si tenías dinero, hasta donde te llevara el caballo o los caballos en caso de un carruaje.

La bici es unipersonal, barata, silenciosa y segura. Te lleva lejos. Era tal el furor por la bicicleta hacia el último cuarto del siglo XIX que una sola ciudad ‘usamericana’ podía tener cientos de fabricantes de bicicletas.

Pero además de aumentar la autonomía de las personas, las bicis se volvieron un medio de emancipación para las mujeres, y el movimiento sufragista que exigía el voto para las mujeres recibió a la bici como un arma de liberación.

FOTO: Señoras ciclistas (Reino Unido, 1898). Disponible en Picryl.

Por la bicicleta se inventó la transmisión por cadena, los neumáticos y las calles pavimentadas.

Podríamos decir que también por las bicis surgieron los aviones. Las habilidades ingenieriles de los hermanos Wright las adquirieron fabricando bicis.

En aquellos entonces no eran parias las personas que se movían en bicicleta, sino un grupo poderoso, ingenioso y con recursos. Según Marx, con influencia política. Michelin, Peugeot y Ford son marcas que empezaron siendo de bicis.

Pero luego se descubrió el petróleo y a alguien se le ocurrió ponerle un motor de gasolina a una bici y de ahí devino el coche.

Las bicis fueron perdiendo importancia y cachet hasta caer en la tragedia que es la movilidad en nuestros días.

Hasta que surgieron por todo México grupos de activistas que reivindicamos la movilidad activa por ser una forma limpia, silenciosa y pacífica de movernos por la ciudad.

Pero hay un pequeño detalle. Las décadas de desarrollo urbano para y por el coche de motor nos legaron calles peligrosas a los peatones y ciclistas. Peligrosas al nivel de 17 mil muertes al año y cientos de miles de lesiones graves solamente en México.

Por ello, una de nuestras reivindicaciones ha sido la construcción de infraestructura segura para peatones y ciclistas como una demanda de justicia social y de inteligencia de salud y ambiental.

La Ciclovida de la Calzada Colón en Torreón coronó los esfuerzos que Ruedas del Desierto y otros grupos hemos desplegado por reconocer que el espacio público debe reconfigurarse para acomodar a las mayorías que no se mueven en coche de motor.

Ahora empiezan a levantarse voces que, en un afán revanchista y cruel, quieren quitarla o, como eufemísticamente dicen, “reubicarla”.

La composición de esas voces nos revela una clase adinerada, alejada, ignorante y agresiva contra los parias.

Volviendo a Marx, están iniciando un nuevo episodio de la lucha de clases. Los cochistas contra los ciclistas.

Están en esta alianza el ilegal Consejo de Movilidad, que no es otra cosa que un consejo de cochistas de los que creen que las calles son de ellos y para ellos.

Está también una organización de la Colonia Los Ángeles, el barrio del dinero viejo. Aunque sobre la Ciclovida no hay hogares de esa colonia que, dicho sea de paso, no tienen derecho alguno de hablar de movilidad quienes han cerrado numerosos accesos —y egresos— de su adinerado barrio.

El detalle es que ahora los parias nos hemos organizado de manera orgánica a lo largo y ancho del país. Somos una coalición potente con una voz que se escucha.

Ya no nos resignamos a morir en silencio sobre el pavimento. Ahora hemos sido capaces de cambiar la constitución para reconocer la movilidad segura como un derecho humano.

Ya no somos transparentes. Ya no estamos mudos.

Los derechos no se consultan. Los derechos se defienden. Los ciclistas urbanos de México defenderemos nuestras conquistas. Si es por el diálogo —inexistente hasta ahora— mejor.

Foto de portada por fadly suhada disponible en Unsplash
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