Escénica Fantoche se ha propuesto que nadie se quede sin ir al teatro por algo tan mezquino como el dinero.
Por eso, la entrada a Crö, puesta navideña infantil que la compañía presentará este 12 de diciembre, y todos los domingos que restan del mes, a las 6:30 en Plan B Estudio-Teatro, será de cooperación voluntaria.
No fijar una tarifa para no alejar a la audiencia interesada es un punto clave para alcanzar uno de los objetivos más fuertes de la compañía: formar público para el teatro.
Esta meta también demanda ofrecer un espectáculo atractivo no sólo para las niñas y los niños, sino para gente de todas las edades.
Elías García, guionista y director de Crö, está seguro de que con este montaje harán salir a todo mundo brincando de contento.
Lo sabe porque tuvieron un preestreno el pasado sábado 4 de diciembre en las instalaciones de la asociación civil Ver Contigo, donde lograron captar de principio a fin la atención del público infantil.
“Los niños estaban contentísimos, riéndose y participando”, cuenta Elías.
Comparte que, según su experiencia trabajando con niños, cuando hay brincolines en las fiestas es muy difícil que un espectáculo o show de cuentacuentos le gane a esa atracción.
“Con esta obra le ganamos. Los niños usaban el brincolín como balcón para estar viendo el cuento. Estoy muy contento, es algo de lo que, francamente, estoy muy orgulloso».
Ideal para la temporada navideña
La obra se centra en una chanate llamada Crö (Verónica Ledesma) a la que le fascinan los artículos de moda y suele intercambiarlos por ‘popós’ de la buena suerte.
Pero un día el mago Saltimbaras (Iván Losa) la castiga convirtiéndola en humana. Su nueva forma le traerá a Crö todo tipo de desafíos y deberá encontrar la manera de sobreponerse.
“Tiene que buscar qué comer, un refugio para cubrirse del frío, un lugar para hacer del baño y así se va desarrollando la historia, se va topando con personajes que la retan, la ponen en peligro, pero va descubriendo también lo chido de ser un ser humano”.
La historia es ideal para esta temporada navideña porque ocurre en diciembre y porque plantea reflexiones en torno a la amistad, la solidaridad y la resiliencia, explica Elías. Y añade que no está exenta de crítica.
La improvisación a escena
Crö es la segunda puesta en escena de largo aliento de Escénia Fantoche. Surgió hace un par de meses, una noche en que la hija de Elías, Lynna, le pidió que le inventara un cuento para dormir.
De su imaginación nació una historia que dividió en tres partes.
“Me gusta mucho jugar con la rima para cantar y hacer cuentos o improvisaciones. Y este cuento surgió de la improvisación. Se lo conté a lo largo de tres noches, retomándolo cada noche, siempre con rima”.
La historia se convirtió en el proyecto de Escénica Fantoche, la compañía tuvo que hacer un trabajo de adaptación, seleccionar las rimas que se quedarían y las que se desecharían, así como integrar elementos de clown y marionetas.
“Le tengo mucho cariño porque fue algo que mi hija propició, que le gustó mucho a ella, me gustó mucho a mí y esa es la idea. Está el mensaje, toda la diversión, los puppets, está el trabajo físico de Iván Losa y Vero Ledesma, está una producción muy modesta, quizá, pero muy vistosa, muy divertida, entonces queremos compartirla con toda la infancia”.
Contra los estereotipos
Al involucrar un sentido crítico y jugar con diversos géneros musicales, como el reggae o el hip hop, la propuesta de Escénica Fantoche rompe los estereotipos que suelen marcar el rumbo de muchos creadores de contenido para niños.
—En Crö integran géneros como el reggae, que se sale un poco de lo que suele producirse como música infantil, ¿cómo le hacen para elegir géneros que sean atractivos para los menores?
—Los niños son mucho más abiertos a escuchar más cosas que los adultos en general. No saben de géneros, no saben de poses, entonces se dejan llevar por cualquier género que les llame la atención.
En esta obra utilizamos dos piezas importantes, «Buffalo Soldier» (Bob Marley) en un momento de salvación. Con el reggae los niños se dejan llevar, se tranquilizan.
También tenemos una base de hip hop casi al cierre de la obra, ahí yo me aviento cantando con el puppet.
Los niños lo disfrutan. A fin de cuentas, la música es universal, la cuestión es que no sea aburrida.
Cualquier morrito puede disfrutar una pieza clásica o una pieza de ópera, pero no siempre estamos de humor para eso.
No es lo mismo escuchar el movimiento más aburrido de la obra más perdida de Rossini, que escuchar el Barbero de Sevilla, que te vas a reír porque te acuerdas de Bugs Bunny, bueno, uno como grande.
Los niños son universales y sólo es música que acompaña la acción y va contando.
Sobre el resto de la música de la obra, utilizamos un poco de jazz japonés y también un poco de música navideña europea.
—¿Cómo trabajaron el sentido crítico a fin de hacerlo entendible para las infancias?
—Hay que ser tonto para subestimar a la infancia. Los niños son más inteligentes, sensibles, críticos, listos, más veloces de pensamiento que los adultos.
De lo que pecan creadores o gente que hace contenido para niños, bueno o malo, es que subestiman la inteligencia de los chavitos.
Tú le puedes hablar de cualquier tema a un niño. ¿Qué hay que hacer? Simplemente modular el lenguaje y la crudeza con que se aborda, de ahí en más, los niños captan cualquier tema.
Ve simplemente la capacidad de los niños cuando aprenden idiomas, su mente es muy flexible, se adapta, por lo mismo son capaces de asimilar un montón de cosas que los adultos no.
No es difícil hacer una crítica desde un producto o contenido para la infancia, es más bien respetar la inteligencia infantil y modular en lo que se tenga que modular, no vamos a estar mentando madres.
Parte de lo que los adultos que tenemos niños debemos de cuidar es no dejar que existan en burbujas que luego les obstruyan la sensibilidad hacia otras realidades.
Esto es parte de eso, de sensibilizarlos acerca de que hay gente con hambre, gente con frío, gente que no tiene hogar, que no tiene agua o muchas otras cosas y el niño lo capta.
No es difícil, sólo es cuestión de saber cuidar cómo se aborda. Es sencillo, llega a darse simplemente al convivir con la infancia, con los primitos, los sobrinos.
—¿Qué se necesita para contarle una historia significativa a los niños?
—Creo que lo principal es saber hacer comedia, porque al niño le gusta la acción y le gusta la comedia, a todos.
Lo más maravilloso de la infancia es la cantidad de risa que tienen, entonces hay que saber hacer comedia adecuada para los chicos, desde la parte técnica, desde cómo se construye.
También se requiere tener valor para abordar los temas necesarios para las infancias, con la voz necesaria para que los escuchen.
Y por último: no menospreciar su inteligencia, no pensarlos como ‘serecitos’ egoístas o bobos, tratarlos desde el texto de la obra o la letra de la canción como lo que son, seres humanos sensibles e inteligentes.
A partir de ahí se puede empezar a trabajar con las infancias.
No tienes idea de lo densos que son los niños de cuatro años, incluso de tres; los cuestionamientos que se hacen, que te hacen como padre, de cómo absorben la realidad.
Pienso que luego por eso los niños se comportan cortantes en las fiestas o cuando están con adultos, porque los chiqueamos, les hablamos como bobos y ellos no lo son, insultas su inteligencia.
Hay muchas propuestas en todo el mundo y en México bien hermosas para los niños, por ejemplo, Yucatán a Go-Go, que te habla de zombis, te presenta al Quijote en versión luchadores, está también Patita de Perro o una banda de rock infantil que se llama Cachivache, y todos tienen música bien interesante para los niños, son divertidas, pero también tocan temas canijos, como la muerte de la abuela, la demencia senil, cosas que van de lo escatológico hasta el duelo de una forma tan divertida, y el niño lo capta y lo procesa.
El problema es cuando acercamos a los niños a propuestas que menosprecian su inteligencia, como Bely y Beto.
Respeta a los niños, sorpréndelos, no tengas miedo de hablar de ciertas cosas, sólo ten cuidado de cómo lo dices que no se asusten, que no haya violencia, es eso: evitar las violencias, cualquier tema es válido siempre que no sea de forma violenta.
—Con las apuestas críticas abres reflexiones y cuestionamientos en los niños, ¿es necesario darles también una respuesta?
—A mí me parece que lo más sano es dejar que los niños procesen a su ritmo, que no se ofrezcan soluciones, sólo cuestionamientos.
Es válido presentar alternativas sin ser panfletarios, pero también es valioso dejar que el niño se quede con el cuestionamiento y lo procese.
Un cuestionamiento en Crö es: ¿Por qué los humanos tienen que pagar para existir en el planeta?
Es una idea poderosa. Quién sabe a dónde va a llegar el niño con ese cuestionamiento y me parece muy válido dejar la semillita y que crezca como tenga que ser.
—¿Qué le dirías a la gente que duda que los niños tienen esa capacidad de comprensión y por ello podrían resistirse a llevarlos a espectáculos con sentido crítico como Crö?
—Yo me iría por dos lados. Primero: creo que una clave para guiar a un niño, cuando eres padre o tutor, es escucharlos y realmente ver la capacidad tan asombrosa que todos tienen y respetarla, no menospreciarla, salirnos del adultocentrismo.
Y segundo: todo lo que se hace en Fantoche, por más crudo que sea, está hecho para que se la pasen súper bien.
Ninguna obra de Fantoche es un baño de lágrimas, sí hay algunas en las que se llora, pero en todas se ríen y eso pasa con Crö, está hecha para que los niños la disfruten, se rían, griten, se emocionen y los adultos también, igual o más que el chiquillo.
Foto de portada: Facebook de Elías García