Por Fabio Pérez
Pasar más tiempo en el hogar, para cuidar la salud, fue uno de los desafíos más importantes planteados por la pandemia.
En muchos casos, significó encerrarse en una casa que no era el sitio ideal para resguardarse de la amenaza vírica.
Buena parte del déficit de salud, tanto física como mental, que acumulamos a la fecha se debe a la cuarentena domiciliaria.
El encierro, uno que sólo era interrumpido para cumplir tareas esenciales como trabajar, rellenar la alacena o cumplir con el pago de servicios, reforzó actitudes que abren las puertas del malestar.
Hablamos de cosas como entregarse al sedentarismo, a una dieta deficiente, o pasar mucho tiempo frente a las pantallas.
También fueron al alza el consumo de drogas, las violencia doméstica y, desde luego, las depresiones.
Faltó promover, e incentivar, cuatro aspectos del bienestar, útiles no sólo en tiempos de confinamiento:
- Ejercitar el físico
- Dedicar tiempo a alguna actividad mental
- Comer bien
- Reducir, cuando no eliminar, la afición al alcohol o al cigarro

Invitación a estar inactivos
El “Quédate en casa” representó, para demasiadas personas, una invitación a extender la inactividad.
Por ejemplo, quienes reservaban una porción del día a gimnasio, grupo aeróbico o dinámica al aire libre vieron cortada la salutífera rutina.
Ahora, toca reincorporarse, ponerse de pie y proteger la salud.
Lo anterior no debe tomarse como un llamado urgente a correr un maratón o nadar varios kilómetros.
Introducir ajustes mínimos marca diferencia.
Después de pasar una hora sentado, hay que levantarse y dedicar cinco o diez minutos a efectuar movimientos ligeros, cosas como andar, estirar, rotar las articulaciones.
Algo tan simple ayuda a mejorar la circulación sanguínea y relajar los músculos.
Moverse aporta beneficios varios, a cual más valioso: reduce la presión alta, contribuye al cuidado del corazón, sirve para prevenir accidentes cerebrovasculares y diabetes tipo 2.
También fortalece huesos y musculatura, da mayor equilibrio y flexibilidad y es la llave para bajar de peso.
El estado anímico lo agradece y tanto depresión como deterioro cognitivo pierden margen de acción.
En niños y adolescentes, la recomendación básica es ejercitarse una hora al día, tres veces a la semana como mínimo.
En adultos, setenta y cinco minutos semanales de movimiento corporal de alta intensidad pueden ser suficientes.
Rutina del bienestar
¿Cuántos de nosotros logramos instalar una rutina orientada a minimizar los perjuicios del confinamiento?
El ideal era no variar, en la medida de lo posible, las horas de levantarse y de irse a la cama así como las citas con los alimentos.
También establecer dinámicas laborales con los momentos para el descanso, el esparcimiento y la diversión bien definidos.
Un punto en el que muchos sí acertaron fue el de combatir la sensación de aislamiento, lidiar con tristezas y ansiedades, mediante el uso de los auxilios tecnológicos, desde el tradicional teléfono hasta las cada vez más omnipresentes aplicaciones de Internet.
Sin embargo, el mejor escenario era dar con formas sanas y creativas de expresar, y desahogar, sensaciones nocivas.

Nutrición clínica
A estas alturas ya está claro que ningún alimento o suplemento impide el contagio o cura la COVID-19.
Sin embargo, eso no impide que la nutrición siga siendo un aspecto fundamental para salir bien librado cuando la enfermedad se presenta.
Comida y bebida determinan en buena medida la capacidad del organismo para defenderse.
En los alimentos de cada día se funda la buena marcha del sistema inmune.
Un menú equilibrado reduce las opciones de sufrir diversos malestares, trastornos y afecciones.
La guía elemental llama a consumir cereales integrales (como arroz o trigo), legumbres (lentejas o frijoles), verduras, carne, pescado, huevos, leche.
A manera de tentempié, se recomiendan opciones tan saludables como leves, como fruta fresca u hortalizas crudas.
El organismo agradece bajarle a la sal, las grasas y los aceites.
Consumir carne de aves y pescado en lugar de productos de cerdo, cordero o ternera es otra decisión que favorece el bienestar.
Limitar las carnes procesadas (salchichas o jamón, por ejemplo) puede ahorrarnos sustos tan grandes como un diagnóstico de cáncer colorrectal.
Evitar los alimentos procesados, horneados y fritos que contienen grasas trans (ácidos grados insaturados de producción industrial) mantiene en buena condición el corazón y los vasos sanguíneos.
Mantenerse hidratado ayuda a la recta marcha de los asuntos biológicos. A la hora de beber, conviene tomar agua en vez de ingerir bebidas azucaradas.
En síntesis, profundizar en las ideas y recomendaciones para estar sanos en el hogar equivale a colocar los cimientos de un bienestar duradero.