Lorena Velasco, cofundadora de Fotógrafas Latam, habla del alcance que ha tenido este proyecto internacional, su individualidad en esta técnica y la importancia de visibilizar la perspectiva femenina en la fotografía.
“Uno es el resultado de sus traumas”, dice Lorena Velasco por videollamada desde la comodidad de su casa en el municipio de Popayán, Colombia. La administradora de empresas por profesión y fotógrafa por vocación recuerda sus pininos con la cámara durante su niñez y parte de su adolescencia. “Le tomaba fotos a todo”, rememora. Cada vez que se terminaba un carrete le pedía a su papá, quien le financiaba el hobbie, que le revelara las fotografías que había tomado.
“Hasta que un día me dice muy serio mi papá: ‘no te voy a revelar un rollo más. No más. Esto hasta aquí llega porque no sales en ninguna fotografía, en ninguna’. Fueron unas palabras muy fuertes para mí, quedé como pasmada y en ese momento anulé la posibilidad de dedicarme al arte o que formara parte de mi vida para siempre”, cuenta Lorena.
A partir de ese momento, se dedicó a otras actividades recreativas como el deporte. Pero no volvió a tocar una cámara fotográfica hasta muchos años después.

–Desbloquear eso, me costó años. De hecho, mi interés por la fotografía viene de ese trauma.
Su camino por la foto resultó prolífico y persistente, sin imaginar que en la actualidad se dedicaría a eso y daría un giro “tan trascendental” a su vida.
Luego de estudiar Administración de empresas en la Universidad del Cauca, tuvo que pausar la carrera para dedicarse, de los 20 a los 30 años, a cuidar y disfrutar de su familia.
Ya una vez que sus hijos tenían algo más de independencia, retomó la licenciatura y ahí fue que se encontró con el Club de fotografía, donde empezó por realizar un curso básico sobre esta técnica.
Desde entonces, Lorena ha participado en diferentes exhibiciones nacionales e internacionales, ha ganado premios como el Poy Latam y ha publicado sus proyectos fotográficos en medios como VICE, La Vanguardia, El Nuevo Liberal, entre otros más, donde los temas que más busca registrar son la memoria y la identidad.
En 2018, junto a su amiga y colega Fernanda Patiño, creó Fotógrafas Latam, un proyecto con alcance mundial cuyo interés radica en el trabajo colectivo para visibilizar el trabajo fotográfico hecho por mujeres de distintas latitudes.
¿Cómo deciden Fernanda y tú crear Fotógrafas Latam?
Recuerdo que a ella le habían publicado en una página sus fotos, yo estaba muy orgullosa y le llamé para felicitarla y le digo “qué buena onda, qué chévere que la hagan sentir a uno especial, que su trabajo vale la pena, ¿por qué no creamos un Instagram, ponemos unos hashtags y vemos qué llega”.
Porque como fotógrafas emergentes sentíamos que era necesario un espacio donde pudiéramos encontrar a otras mujeres que estuvieran también en lo mismo de preguntarse dónde estamos, qué estamos haciendo, cómo logramos apoyarnos las unas a las otras para poder surgir en un medio que está muy saturado de imagen, una saturación en su máxima expresión. Y ya, entre chiste y chiste hablamos y creamos una cuenta de Instagram y nunca nos imaginamos el alcance que iba a tener.

¿Querían además crear espacios seguros para las fotógrafas?
Sí. Hubo un hecho lamentable que fue muy conocido en ese entonces en el medio visual latinaomericano. Había un fotógrafo muy reconocido que abusaba de la confianza de las chicas fotógrafas, se aprovechó de ellas en decir que proyectaría sus trabajos, pero a través de chats les pedía cosas.
Cuando sucede eso, nosotras decidimos. Lo que soñábamos en ese entonces era: ojalá pudiéramos crear un espacio que entre las chicas nos encontráramos oportunidades como una beca, financiar proyectos, abrir espacios para publicaciones, para mostrar su trabajo, para hacer fotoperiodismo o para exposiciones.
Eso fue lo que nosotras pensamos en ese entonces, pero nunca nos imaginamos que la misma fuerza de la comunidad iba a hacer posible eso. Es decir, era una utopía en ese entonces, pero sí tuvo una acogida bellísima.
En este contexto de la mujer y su labor fotográfica, ¿por qué hay un interés particular en resaltar siempre la importancia del trabajo colectivo?
Porque la fotografía es un trabajo muy individual, entonces tratar de encontrar con quien sentirnos afines y poder trabajar en equipo no es fácil, pero lo hemos hecho y demostramos que es posible. Eso ha sido lo más bonito. Es increíble. Pasar de esa individualidad, de pensar en mí, en mi trabajo, en lo que hago, en lo que puedo conseguir en el pensamiento colectivo. Creo que esa es la semillita que espero se haya sembrado en todas las colegas, de que se puede trabajar en equipo y se hace muchísimo mejor en algunas ocasiones.
¿El trabajo colectivo sería el principal reto para las fotógrafas latinoamericanas o cuál?
Que sean reconocidas. Que su trabajo sea valorado y que el reconocimiento económico sea equitativo, que las oportunidades sean las mismas también tanto para hombres como mujeres.
Nosotras estamos en capacidad de hacer coberturas en lugares complejos, tanto como lo hacen los hombres. Siempre ha sido esa la excusa, que no quieren arriesgar esa integridad, pero muchas de las veces nosotras vivimos en esos territorios y los conocemos mejor que nadie y se nos hace importante que sea alguien que lo haya vivido, lo haya sentido y además sea de este lugar, quien pueda contar estas historias.
Esa ha sido nuestra constante en estos últimos años, el tratar de que esas coberturas que son tan relevantes, pues que sean aplicadas y le sean asignadas a mujeres que forman parte de los territorios, es lo que estamos buscando en este momento, dar un mensaje no solamente a los grandes medios de comunicación, que son los que traen a sus grandes reporteros extranjeros de pronto con una visión no tan amplia de lo que está sucediendo, sino también para que los medios locales le abran la posibilidad y las puertas a las mujeres de contar estas historias.

El proyecto recibe trabajos de mujeres de distintas nacionalidades, ¿qué tan diferentes son los temas que las fotógrafas proyectan entre un país y otro?
En todos hay un destacado trabajo artístico, que veo un poco influenciado en temas de cuerpo, territorio y mujer. Otros temas son un poco más personales y creo que también es porque en las escuelas de fotografía y los espacios de capacitación han permitido también un desarrollo más común y una inmersión más profunda en estas temáticas y en la exploración de la fotografía como lenguaje para expresarnos.
Ha sido muy bonito encontrar trabajos tan diversos, tan emblemáticos, porque son trabajos muy pero muy reflexivos en estos países de Latinoamérica. Y también hay un contraste con la cobertura documental y los proyectos un poco más periodísticos en regiones donde las manifestaciones sociales han sido un pilar de lucha en estos últimos años; como Chile, Argentina, Colombia y México.
Yo estuve hace algunos años en México en el Mirar Distinto (Festival Internacional de Fotografía Periodística y Documental) y estaba realmente sorprendida de la cantidad de trabajos tan delicados, tan profundamente dolorosos de las desapariciones. A mí eso me impactó muchísimo, y es algo que hemos evidenciado a través de la fotografía. Porque yo personalmente sí escuchaba, pero ver, darme cuenta del impacto y la gravedad del asunto sólo me pasó cuando estuve en México y realmente me dejó conmovida.
¿Ves similitudes entre los temas que las fotógrafas trabajan en México y Colombia?
Sí, sí. Digamos que a pesar de que Colombia y México son países con una gran cultura y una biodiversidad envidiable, maravillosa, también tienen conflictos que son muy parecidos y que nos han llevado a que la fotografía sea un medio y un canal para hablar de ello. Evidentemente hay mucha similitud, aunque creo que estamos en etapas un poco diferentes. A veces siento que en Colombia estamos pasando la página, pero vuelven y suceden nuevas cosas y es como si uno se echara para atrás y volvemos a vivir etapas que creíamos superadas, eso es como un círculo vicioso de sucesos no deseados que regresan y pasan.
Pero independientemente de eso, cada chica, por lo menos en Fotógrafas Latam, nos ha permitido ver estos sucesos desde diferentes ópticas.
¿Por qué ven importante visibilizar tantos trabajos fotográficos?
Ningún trabajo es parecido a otro. Jamás. A pesar de que sean atemporales, nunca se va a parecer un trabajo a otro. Yo creo, y lo que hemos aprendido con el tiempo, es que uno habla con su fotografía de su territorio y tiene características muy propias de lo que sucede ahí, solamente ahí, no pasa en ninguna otra parte del mundo.
¿El alcance de Fotógrafas Latam no ha limitado tu experiencia individual en la fotografía? ¿Cómo le haces para seguir activa?
Esto ha sido una locura, consume muchísimo. Mira los contrastes: Fernanda, mi socia, es enfermera de profesión, es una gran fotógrafa de la ciudad donde vive, pero la fotografía no le daba lo suficiente para sobrevivir. Ella estudió desde chica enfermera profesional y además se especializó y vive de la enfermería. Ella trabaja y nosotras nos reventamos, prácticamente en nuestro tiempo libre, tratando de dirigir y de estar ahí para Fotógrafas Latam.
Hemos encontrado apoyo en otras personas, hay un equipo de personas detrás de este proyecto y transformó hasta las dinámicas familiares, porque mi familia, mi esposo, mis hijos, mis mejores amigos, mis socios, son con los que trabajo en Popayán; el diseñador, el de la web, todos son de nuestros grupos cercanos, tanto de Fernanda, como míos y eso también ha hecho que me dé tiempo.
Fotógrafas Latam ha sido una proyección para mí, para mi trabajo y para Fernanda, porque ya me había ido muy bien antes de este proyecto, en Colombia mi trabajo había sido publicado y ya se hablaba sobre lo que yo estaba haciendo. Cuando nace Fotógrafas Latam de alguna forma también te ayuda y te impulsa, es inevitable, no lo busqué, pero se dio y aún así he tratado en los momentos más introspectivos de desarrollar obra, y eso sucedió en pandemia, donde hice un proyecto con mi hija, que fue maravilloso y que me abrió las puertas en muchos países. Fue un momento donde estábamos saturadas con Latam, trabajando como locas, pero también buscaba el momento para tratar de hablar de eso que estaba sucediendo de las puertas de mi casa hacia dentro.
Cuando realizas tus proyectos más personales que tienen que ver con temas íntimos, ¿buscas una catarsis o solamente es una manera de visibilizar lo que estás sintiendo?
Pues mira que en esos proyectos personales he encontrado una forma de manifestarme más ampliamente, no solamente en el medio fotográfico, sino también a través del video y el performance. No me gusta tampoco que me encasillen en un género como el de que soy fotógrafa documental o fotógrafa de viajes, por ejemplo. Soy fotógrafa, simplemente, y hago fotografía que me sale de los ovarios y realmente no tiene por qué ser catalogada. Yo no me siento catalogada y no me gustaría.
Siento que necesito expresarme y llegarle al público de una manera más didáctica, más digital, entendiendo estas transformaciones tecnológicas y he estado trabajando muchísimo en eso.
Y creo que la fotografía es un catalizador de emociones, yo creo que todas las personas tenemos traumas familiares y para mí la mejor forma de enfrentarlos o evadirlos, porque también los evado, es a través de la fotografía.
Por ejemplo, en la pandemia yo venía de viajar muchísimo y regresaba de El Salvador, donde casi me quedo atrapada en el aeropuerto, y a casa llego justo cuando se cerraban los aeropuertos. Venía de estar ausente una temporada muy larga y de ver a mi hija enfrentar el proceso de encierro, de todo esto que nos empieza a suceder y que es nuevo para nosotras. No saber cómo ayudarle para mí fue muy frustrante. Me preguntaba: ¿cómo voy a hacer para poder lidiar con todo esto y poder reencontrarme con ella y que tenga la confianza de sentir en mí un apoyo?
Para mí fue como madre primeriza y fue muy bonito porque me brindó la oportunidad también de tomar un aire, tomar respiro y darme cuenta de que la fotografía iba a ser ese canal y ese lenguaje en el cual nos íbamos a poder comunicar.

¿Crees que hay una relevancia particular en que un hecho social sea fotografiado y registrado por una mirada femenina?
Yo creo que sí. Creo que las mujeres tenemos una sensibilidad única para poder registrar cualquier situación que se esté presentando, diferente o no, pero creo que la percepción de la mujer siempre le va a aportar algo más.
Creo que tenemos las mismas capacidades técnicamente, el mismo conocimiento y que la diferencia está en cómo nosotras abordamos, percibimos, nos acercamos, el respeto que tenemos, el tiempo que le dedicamos a la investigación, la seriedad, el compromiso y la profundidad con que abordamos nuestras asignaciones y coberturas. Siento que no es un acto mecánico para las mujeres hacer una cobertura, siento que siempre estamos muy comprometidas y eso se ve muy reflejado en nuestros resultados.