Que se difundiera, a través de notas periodísticas, que el gobierno de Coahuila solicitó y obtuvo otra prórroga (la séptima) para poner a funcionar el Metrobús Laguna, no sentó bien a las autoridades estatales.
Por aquello de curarse en salud, salieron a declarar que no necesariamente se agotará el nuevo plazo. Además, iniciaron una serie de “pruebas” de camiones que supuestamente servirán para el proyecto.
Desde hace unos días circula por la ruta troncal, la que recorre el bulevar Revolución y la carretera Torreón-Matamoros, una unidad usada (similar a los camiones que supuestamente brindarán el servicio de transporte) que se trajo desde Guadalajara, Jalisco.
El propósito de cara a la luz pública es comprobar el rendimiento de este tipo de unidades; el otro, el velado, es acallar las voces críticas.
Sin embargo, éstas últimas no piden permiso. En las imágenes que aparecieron en redes sociales el camión fue “rotulado” de modo que se trata de uno más de los autobuses de la Ruta Sol de Oriente. También fue señalado que ni siquiera avanza por el carril confinado construido para el sistema Metrobús.
Cabe mencionar que ésta no es la primera vez en que el gobierno de Coahuila, encabezado por Miguel Ángel Riquelme Solís, presume el inicio de un periodo para “calar” la infraestructura vial.
A fines de 2019 los medios de comunicación torreonenses documentaron lo mismo. En esa ocasión, vale decir, las unidades puestas a prueba no fueron utilizadas para rutas ordinarias.
El caso es que estas acciones, en lugar de ayudar a despejar dudas, contribuyen a excitarlas.
El bulevar Revolución y la carretera Torreón-Matamoros se mantienen como un alargado cuello de botella por el alto tráfico que existe.
Además, difícilmente las pruebas permitirán evaluar el funcionamiento ideal del Metrobús.
Debe recordarse que, en esencia, la misión de este sistema es ofrecer una alternativa de movilidad segura y de velocidad moderada que permita incorporar a la vialidad otros métodos de transporte (como la bicicleta).
Del lado de los camiones empleados para las pruebas, ni siquiera tienen las puertas centrales del lado adecuado, por el que habrán de subir los pasajeros. Del lado de la infraestructura, los daños (de diverso calado) en las estaciones siguen ahí.
Dicho de otra forma: el gobierno montó un teatro con el que pretende convencer de que está haciendo algo antes de que venza la última prórroga, en octubre de 2023.
Otra interrogante en torno al Metrobús Laguna es la tarifa, una que, se avizora, difícilmente podrá aplicarse sin un subsidio.
Los concesionarios del transporte público han advertido que sólo de esa manera podrían entrarle al sistema.
Detalle curioso: la Dirección General de Comunicación Social del Gobierno de Coahuila, encabezada por Fernando Simón Gutiérrez, asumió la vocería de todo el proyecto.
Esa dependencia se ha caracterizado por aportar escasa información a los medios no afines o no alineados a la administración estatal.
A juzgar por los pendientes, y las reparaciones que ocupa, al Metrobús Laguna todavía le resta mucho tiempo para estar listo.
Más que terminar la obra interminable, parece que la estrategia gubernamental consiste en desviar la atención ante la proximidad del proceso electoral para renovar la gubernatura, dado que el desprestigio será un arma a la que se buscará sacar el máximo provecho.
Preocupa que, pese a las manifestaciones de malestar de la población contra este tipo de teatros costosos y mal montados, no existen ni exigencias ni consecuencias para los responsables.
Como sociedad, nos corresponde reflexionar al respecto y elevar nuestras demandas.
De lo contrario, nuestro papel no será otro que el espectador estafado por otro espectáculo deleznable, pero no barato.