Jugar es uno de los verbos más asociados a la infancia, sin embargo, los espacios y el tiempo con que cuentan las niñas y niños para vivirlo a plenitud son cada vez más limitados. Esto constituye una falta grave a sus derechos.
Tal es el punto de partida de un grupo de activistas en pro de las infancias que este viernes 10 de junio llevará a cabo el II Conversatorio Los derechos de la niñez en La Laguna. Derecho XII: Derecho al Descanso y al Esparcimiento. “La importancia del juego”.
La cita es a las 10:00 de la mañana en el Audiovisual de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Coahuila.
Los panelistas conversarán en torno a dos preguntas principales: ¿Cuál es la importancia del juego en el desarrollo infantil? ¿Qué acciones están haciendo falta para darle más valor al juego?
“Somos un colectivo integrado por personas que hemos dedicado mucho tiempo de nuestra carrera al trabajo con las infancias y hablaremos sobre nuestra experiencia con respecto a la importancia del juego en el desarrollo infantil”, explicó el responsable del espacio lúdico Casita Iguamira, Raúl Alejandro Esparza Flores, uno de los organizadores.
El juego vs. dispositivos móviles
El objetivo del grupo es hacer más visibles las necesidades que hay en el ejercicio de los derechos de las niñas y los niños, ya que se da por hecho que se cumplen cuando en realidad son desconocidos, omitidos o violentados.
“Lo que buscamos es que la sociedad esté ocupada en hacerlos vigentes, que no los deje pasar, que no los ignore porque lo que vemos es una gran desatención de las instancias oficiales que se refleja en la carencia de espacios de recreación para los menores y el descuido de esos espacios”.
Y no sólo por parte de las autoridades, tampoco los adultos saben proponerles juegos y terminan dándoles un celular o una tablet.
“Terminamos entregando la pantalla porque no tenemos nada en nuestro repertorio para jugar, para ofrecerle como opción, como oportunidad porque estamos muy cansados, porque tuve un pleito en el trabajo, porque no alcanza el dinero, por un montón de cosas, entonces, claro, es que esto es lo más rápido”.
Esto también ocurre porque se suele confundir el juego con el entretenimiento, pero hay que aclarar que no es lo mismo.

«El juego desafía las habilidades de los menores, estructura un mundo que no es el mundo del adulto y explora en ese mundo la interacción de los objetos con él mismo y entre sí. Buscan el sentido y lo pueden transformar. Ese es el ejercicio de la imaginación y de la creatividad que el juego electrónico, o todo lo que está en pantalla, no le provoca, pues más bien es un ejercicio continuo de competición y de lograr, y el juego no busca que se logre algo”.
En cuanto al uso de dispositivos móviles, hay que considerar, además, que la pandemia y las adecuaciones que trajo con respecto a la educación también contribuyeron al incremento de su uso entre los menores de edad.
El Sol de México reportó en abril que el promedio de horas que los niños de Latinoamérica de 8 a 12 años pasan utilizando herramientas tecnológicas pasó de cinco a siete horas diarias después de la pandemia.
El juego en las leyes
“El juego es una forma de vivir. Si nos preguntamos qué es lo que más le gusta hacer a las niñas y los niños, es jugar. ¿Y por qué jugarán tanto? Porque es la manera que tienen de relacionarse con el mundo”, señala Raúl Esparza.
De acuerdo con la ONU, el juego es un componente indispensable del desarrollo físico, social, cognitivo, emocional y espiritual de las y los niños.
De ahí que el derecho al juego haya sido contemplado en la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), tratado internacional vigente desde 1990 al que se adscriben 196 países, incluyendo el nuestro.
También está previsto en la Constitución Mexicana y en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (2014).
Sin embargo, según un análisis efectuado en 2010 por Yolanda Corona Caraveo, profesora investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, el hecho de que aparezca citado junto a otras actividades como el deporte, la recreación o los juegos educativos, impide que se le distinga y, a su vez, dificulta hacerlo cumplir a cabalidad.
“La falta de una referencia específica al juego libre y espontáneo deriva en la carencia de una entidad jurídica o administrativa que vigile el cumplimiento de este derecho, por lo que tampoco la sociedad tiene mecanismos de exigibilidad para que se haga efectivo”, cita el documento titulado El derecho de los niños y niñas al juego en México.
El juego no es una pérdida de tiempo
El texto identifica como la transgresión más importante de este derecho la percepción generalizada de que el juego una pérdida de tiempo.
“A los adultos nos gusta que los niños estén jugueteando y sonriendo, pero hasta un punto. Lo que nos ataca es esta idea de que el ocio no es negocio, todo lo que no es negocio es ocio y el ocio es hueco, es intrascendente, improductivo y lo que nos importa es el negocio, es decir, que de una actividad yo obtenga algo que, de preferencia, pueda intercambiar por otra cosa”, explica Esparza Flores.
Diana Ríos, músico e integrante del colectivo que organiza el conversatorio, añade que hay muchos discursos que utilizan el juego para educar, para que el niño desarrolle y si no es así entonces el juego ya no es válido.
Considera que esto sucede porque “una de las preocupaciones es ver a las niñas y los niños como alguien que necesita volverse un adulto productivo”.
En contraposición, la ONU señala que las principales características del juego son la diversión, la incertidumbre, el desafío, la flexibilidad y la no productividad, mismas que lo hacen disfrutable e incentivan a seguir jugando.
Urge cambio de perspectivas
“Yo esperaría que nosotras, como adultas que nos dedicamos a acompañar infancias, entendamos la importancia del juego en nuestro desarrollo personal día a día”.
Agregó que la falta de imaginación de adultas y adultos para proponerle juegos a los menores tiene que ver con que están privilegiando la productividad, lo que también les deja sin tiempo, sobre todo a las mujeres.
“Se cruzan varias cosas, no se le da importancia al cuidado de la vida, que, como se ha visto, generalmente recae en mujeres y ni siquiera se le da la importancia de que es una responsabilidad social. No hay manera de que una persona sola crie a otra persona. Es algo que tiene que solucionarse social y colectivamente”.
Foto de portada por BlatZzz, disponible en Wikimedia Commons