Lo mejor de I Care a Lot es su elenco, en especial Rosamund Pike. “Como en Gone Girl, pero con toques de humor negro”, fue seguramente lo que le pidió el director J. Blakeson como protagonista de su filme recién estrenado en Netflix. ¿Qué tal quedó?
Primero lo primero: ¿de qué va? Marla Grayson (Rosamund Pike) ha renunciado a cualquier escrúpulo con tal de saciar su ambición. Está segura de que la necesidad de ser buenos es un truco de los ricos para mantener a los pobres en la miseria. Ella no ha mordido el anzuelo.
Tiene un próspero negocio que, tras la fachada de agencia de cuidado de ancianos, se dedica a despojarlos de sus bienes e inversiones para beneficio propio. ¿Cómo lo hace?
Con la complicidad de la doctora Karen Amos (Alicia Witt) logra que el Estado le entregue la custodia de adultos mayores enfermos o mal atendidos por sus hijos e incapaces de cuidarse por sí solos. Ella los recluye en un asilo para luego saquear y vender sus propiedades. Cuenta también con la ayuda de su asistente y pareja Fran (Eiza González).
El negocio no puede ir mejor cuando le presentan el caso de una anciana que se antoja como la cereza en el pastel: Jennifer Peterson (Dianne Wiest) es una mujer retirada, sin familia y jugosos activos, quien según Amos ha dado indicios de demencia senil.

Sin pensarlo dos veces, Grayson se lanza sobre ella, obtiene su tutela y la encierra en el asilo mientras con su equipo saquea su casa, cuentas y bóvedas. Encontrar unos diamantes sin registro es la primera señal de que Peterson no es tan inocente como parece.
Pronto se revelarán los nexos de la anciana con la mafia rusa, en especial con su líder, Roman Lunyov (Peter Dinklage), quien busca desesperadamente -pero también muy torpe e inverosímilmente- liberar a Peterson.
La batalla por Jennifer que libran Marla y Roman da pie a una serie de situaciones que van de lo macabro al absurdo. Cualquier cosa puede pasar, pero lejos de que esto le sume emoción a la historia, la vuelve demasiado predecible. Lástima, pintaba para más.
Vemos cómo la crítica mordaz esbozada al inicio de la película se va diluyendo a cada escena y termina por esfumarse con una aleccionadora resolución que nos deja el desagradable sabor de la decepción.
Para algunos tal vez resulte entretenida hasta el final, otros, como es mi caso, tal vez la terminen sólo por disciplina y porque las actuaciones, a pesar de los toques caricaturescos, son buenas. Recomendable si quieres pasar el rato o te atrae el elenco.
Sobre todo si te gustó Gone Girl y quieres volver a ver a Rosamund Pike en plan maldita. Es inevitable verla como mujer maquiavélica, dispuesta a todo, sin pensar en aquel rol bajo la dirección de David Fincher.