Estefanía Marrufo y la poética de la oscuridad

Estefanía Marrufo Actriz Torreón

Teatro: arte de representar cualquier partícula del universo en un espacio finito.

En la disciplina hay bastante tela de donde cortar.

Una de sus variantes, el teatro ciego, es el estilo de proyectar en total oscuridad una historia. La mayoría de las veces se utilizan sonidos y olores, creando una sensación cinestésica entre los espectadores.

Con base en esa premisa surgió Una dramaturgia a ciegas, proyecto con el que Estefanía Marrufo fue seleccionada para el Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) Coahuila 2021.

Marrufo tiene una pasión por este otro mundo donde las sensaciones sonoras u olfativas se anteponen a las visuales.

Como parte del teatro ciego y con técnicas del teatro íntimo, la artista busca escribir, basada en la poética de la ceguera y la oscuridad, otra especie de narrativa que no es muy popular en el país.

Su proyecto trata de adentrar a cualquier tipo de espectador ante una serie de hechos históricos selectos.

En escena

Nacida en Torreón en 1993, Estefanía Marrufo es licenciada en Sociología por la Universidad Autónoma de Coahuila.

Desde 2005 ha participado como actriz en cerca de 20 puestas en escena.

Gracias a la obra El viaje de Ulises de Verónica Maldonado (2018) fue acreedora del Programa Nacional de Teatro Escolar-Coahuila 2018.

Ese mismo año co-escribió junto con Martha Chávez La Nuevo México, allí donde quedó el ombligo, una obra que aborda el tema del desplazamiento forzado interno. Esa puesta en escena representó a Coahuila en la Muestra Regional de Teatro de aquel año.

Entre 2018 y 2019 fue coordinadora municipal de Teatro y Danza en el entonces Instituto Municipal de Cultura y Educación (IMCE).

Este 2021, junto a Enrique Esquivel, estrenó el primer montaje de Lola Mar. Adoratorio teatral, como actriz y coproductora.

Actualmente forma parte de la compañía teatral que lleva el mismo nombre que esa puesta y ha representado un par de obras.

También tiene cartelera abierta este mes de noviembre con la adaptación del libreto La señora en su balcón (1957) de Elena Garro, en Torreón.

¿Cómo surge Una dramaturgia a ciegas?

Si nos vamos al origen, creo que en Twitter. Es una red que uso desde hace varios años. Me gusta mucho. Por fortuna no soy muy relevante ni tengo muchos seguidores.

Fue increíble, impresionante. Fue como leer y al mismo tiempo estar en un sueño.

Empecé a seguir cuentas de teatro hace como 10 años y descubrí una de Argentina que se llamaba Teatro Ciego; me metí al perfil y me di cuenta de que era teatro inmersivo, teatro en completa oscuridad.

Yo dije: “si algún día voy a Argentina, tengo que conocer esa experiencia”. Me llamaba mucho la atención la idea de una obra de teatro en completa oscuridad.

Luego me fui de intercambio a Buenos Aires. Allá pasé un semestre durante la universidad y dije: “tengo que ir a ver teatro ciego”. ¡Se me hizo! En ese entonces, ellos tenían varios espectáculos en cartelera, nada más fui a uno y me gustó un montón.

Para mí, la experiencia fue completa. En el lugar había personas débiles visuales e invidentes y ellos eran los que te guiaban hacia la oscuridad.

Fue increíble, impresionante. Fue como leer y al mismo tiempo estar en un sueño.
Me fui de Buenos Aires y no tuve oportunidad de ver otro espectáculo.

Duermo y digo: “estoy en la oscuridad”. Esto es como dormir. Quisiera que mi proyecto se fuera a ese lado. Que generara esas sensaciones en los espectadores. De momento sólo será la escritura, pero definitivamente lo voy a montar.

Regresé a Torreón, terminé la licenciatura, me enredé en un proyecto, escribimos un libro colectivo, escribimos otro, luego me invitaron a trabajar en el Ayuntamiento, en lo que es ahora la Dirección General de Cultura, y ahí me puse a coordinar actividades de teatro y de danza.

Siempre tenía la idea: “quiero escribir”. Empezaba algo, pero no, no le daba. Y quería escribir con la idea de que fuera a ciegas.

El teatro ciego es muy diferente al convencional. Entiendo que tiene que ser una experiencia principalmente auditiva. ¿Cómo piensas recrear ese estilo? ¿Ya tienes una idea de cómo vas a marcar este tipo de acotaciones?

En el proyecto yo puse que eran textos dramáticos con escaleta de sonidos y probablemente aromas.

Me imagino que estaré como los de Pixar, que hacen sus sonidos de diferentes maneras para las animaciones. Algunas cosas las grabaré, pero me gustaría mucho más que fueran en vivo.

Esta parte del proyecto será investigar: empezar a producirla desde antes e investigar “a qué suena qué”.

Por ejemplo, estoy pensando desarrollar una escena que será en la Plaza de la Tecnología, con esos sonidos como de videojuegos, música y voces de vendedores.

La idea también es sumar a otras personas. Tengo una amiga, Steff Escobar, que tiene un laboratorio audiovisual y es muy buena con el registro etnográfico de sonidos.

Será hacer una investigación en la que todos entremos a un “sueño”. Me gusta como un “sueño colectivo”, y entrar a esa oscuridad. He pensado que en algún momento se utilizarán antifaces, pero eso es más de la producción.

Por el momento voy a hacer una investigación de sonidos y de olfato. Voy a estar jugando con elementos.

Creo que se asemejará a un guion cinematográfico en el que hay estas otras cosas que no se contemplan en teatro. Digo, obviamente hay diseño sonoro en teatro, pero creo que acá va a ser algo más.

Me gustaría mucho, digo, ya que nuestra compañía se llama Lola Mar, tener ahí unos pescados… algo así. Va a ser algo bien divertido ponerme a elucubrar qué sonidos van a estar.

Pienso que en algún momento haya una escena de guerra y grabar esas cosas. Al menos ahorita será escribir que van a existir. Ya después vendrá la parte de la producción, que también me entusiasma.

Hay una parte en tu proyecto donde mencionaste que querías retratar sucesos históricos, ¿ya pensaste en un acontecimiento en especial para poder representarlo?

El que tengo súper claro es la matanza de los chinos en 1911. Cuando yo me enteré no me lo podía creer, me parecía que no era Torreón. Creo que es algo muy interesante, por eso hablaba sobre los sonidos de guerra. Ese es el que tengo muy claro.

Nosotros iniciaremos el proyecto en noviembre. Voy a empezar con la revisión historiográfica para identificar qué otros momentos son interesantes.

A lo mejor no necesariamente de Torreón, probablemente sean de la historia reciente. Me interesan mucho los temas medioambientales. Hay un mundo de cosas que se pueden abordar.

Me gustaría cruzar esos gustos que tengo y eso que ha estado ahora en mi trayectoria como profesional.

También estoy a la espera de la asignación de un tutor, esta figura que tienen en los programas, que te va acompañando a lo largo de la realización de tu proyecto. Eso también me va a ayudar mucho.

Tengo muchas ganas de hacer revisión hemerográfica, algo que hacíamos mucho en la carrera, porque a mí también me interesan los temas de la microhistoria, que son lo contrario a la matanza de los chinos, por decirlo así; no son los grandes eventos que quedan en los anales de la historia, pero son significativos e importantes.

Los libros que escribimos durante la universidad son de historia oral, esta rama de la historia social que se encarga de narrar los hechos históricos, pero a partir de las voces de quienes los vivieron, quienes los recuerdan.

Va más allá de buscar el rigor científico del documento, de lo que quedó asentado y de lo que hasta hay registro audiovisual. Es más “cómo lo viste” que “cómo sucedieron las cosas”.

Me gustaría cruzar esos gustos que tengo y eso que ha estado ahora en mi trayectoria como profesional. De momento es eso.

Otra cosa que me ayuda mucho, que me da bastante ímpetu, es que se abrió un Diplomado Virtual de Dramaturgia. Está súper chido. Es un diplomado de cinco módulos con maestros bastante prolíficos de aquí de México.

Ya iniciamos el primer módulo y me ha estado ayudando a mí que soy una neófita de la escritura dramática.

Estoy doblemente contenta porque pude obtener un lugar en ese diplomado que ofrece el INBA a raíz de que el Premio de Dramaturgia Luisa Josefina Hernández se declaró desierto.

Cuando pasa eso las instituciones están obligadas a ejercer el dinero etiquetado de otro modo; este año lo hicieron a través de este diplomado que dura tres meses.

Ahorita estoy con Enrique Olmos de Ita, Conchi León, Ximena Escalante, Berta Hiriart y Silvia Peláez.

En tu estilo de actuación vi este ímpetu de crítica: sencillo, incluso infantil, en el sentido de que haces ver con mucha inocencia algo tan complejo. ¿Cómo crees que escribirás las acotaciones sin dejar de lado ese estilo tuyo?

Justamente el tratamiento que le quiero dar a la matanza de los chinos es que sea para jóvenes audiencias. Tengo esa idea, aunque sería interesante no casarme con ella y hacer una épica, por ejemplo.

Para empezar, soy socióloga, esos cuatro años de mi vida, aunque no fui la mejor estudiante, me marcaron.

Yo decidí estudiar esa carrera precisamente porque me interesa mucho lo que ocurre en el mundo. A lo mejor no en un sentido de ser una biblioteca andante de datos y de manejar mil cosas, pero sí en una curiosidad muy de la naturaleza humana, de las relaciones sociales.

Las relaciones sociales me apasionan y, desgraciadamente, estamos en un momento en que están resquebrajas, son conflictivas o están en constante pugna. Digo, no vivimos en un país para nada pacífico. Creo que es muy importante poner en escena temas que tiendan a resolver un conflicto. A lo mejor no en un sentido macropolítico, pero sí micro.

Yo soy la más feliz cuando hay un tema relacionado con una problemática urgente. Estas dos últimas obras que he hecho son mucho más ligeras, no abordan directamente una problemática social, sino algo más humano, que también son relaciones sociales, pero no lo tienen tan a la mano.

Podríamos problematizar varias cosas en estas obras de Noches blancas y Clara en la estación, pero no es como Inventario de fantasmas (que vamos a estrenar este 11 de noviembre en el Teatro Alvarado), en que se aborda el tema de la ausencia, el tema de la esperanza y el amor, pero que tiene como base la desaparición forzada, es muy diferente. A mí me interesa lo que se conoce como “cultura para la paz”, para estos procesos de reconciliación que necesitamos.

Eso le agradezco mucho a mis primeros maestros, Alejandro Alvarado y Gerardo Moscoso. El primero siempre está buscando la condición humana. Esas cosas un tanto oscuras. Y el otro, siempre está en búsqueda del teatro social, el teatro de protesta, un poco a veces más panfletario.

Ellos dos me han mostrado esta vertiente de la cual ya no es fácil que me desenganche. Disfruto ahora que no estoy haciendo algo que tenga por ahí ese lado crítico tan marcado, pero también lo extraño. Las obras sí tienen algo, pero no tan evidente como hablar de abuso infantil, desaparición forzada o desplazamiento forzado. Es diferente, pero disfrutable.

Creo que es muy importante poner en escena temas que tiendan a resolver un conflicto. A lo mejor no en un sentido macropolítico, pero sí micro.

¿Y cómo lo voy a lograr? Pues trabajando a prueba y error, escribiendo, asesorándome. Por fortuna, conozco algunas personas que estudiaron literatura dramática y recién me contactaron con Erika Beltrán, una actriz ciega que trabaja en Teatro Ciego Mx, otra compañía más que de teatro a oscuras, de personas no videntes o débiles visuales.

Creo que es trabajar y buscar rodearme de personas que me puedan ayudar a lograrlo; leer, definitivamente, será eso.

Tu proyecto surge de la pasión por el teatro ciego y la necesidad de retratar los temas humanos. Hablando sobre la matanza de los chinos en Torreón, ¿qué parte de la condición humana quisieras resaltar en este acontecimiento?

Creo que todos podemos estar detrás de un arma en algún momento. Todos podemos hacer daño, todos podemos herir. Todos tenemos esa capacidad de cometer algo grave. La violencia está en nosotros. Y así como la violencia, también está la paz.

Quiero hablar del odio que es irracional, así como el amor es irracional.

También hablar de la intolerancia, que es un tema súper vigente, con toda esta oleada de neonazis, con los movimientos nacionalistas en Estados Unidos. También este movimiento de los Sin Papeles, que está en Europa.

Creo que el odio y la intolerancia ahorita son unos grandes temas.

Y, por otro lado, quiero resaltar esta parte luminosa. Por ejemplo, Laura Borrego, que es una directora que quiero mucho y con la que he trabajado bastante también, decía: “es que es un tema oscuro, pero siempre está la luz”.

Yo lo haré con mucho amor para Torreón, pero, ojalá que sea algo que valga la pena ser visto en otros momentos, en otros lugares.

Paradójicamente, quiero que sea a ciegas, pero para mí la cuestión luminosa es súper importante. Creo que por ahí va.

Hablar del odio, pero obviamente hablar de su contraparte. Y asumirnos como responsables de lo que pasa. Existen estas ideas de que la sociedad es como un cuerpo. Todos formamos parte de él, somos células.

La intención es un poco invitar a la reflexión, a que conozcan ese periodo de la historia. No fue el único lugar en donde se dio esta xenofobia hacia los chinos. Ojalá que esto dé para que en algún otro lugar donde ocurrió se conozca más.

Ayer decía el maestro Olmos, que a su vez dijo Chéjov: “pinta tu aldea y pintarás el mundo”. Espero no sea un trabajo nada más para Torreón. Yo lo haré con mucho amor para Torreón, pero, ojalá que sea algo que valga la pena ser visto en otros momentos, en otros lugares.

También me encantaría hablar del amor como tal, el erotismo. Pero ahí se irán sumando esos grandes temas.

¿Cuál crees que sea la mejor forma de difundir el teatro ciego para que sea más popular en México?

Yo quiero que la gente vaya al teatro siempre, de entrada. No me interesa mucho que el teatro ciego sea popular en México. Hay gente que le late, como me pasó a mí. No creo que sea mejor o peor que el teatro en general, creo que es una forma de hacer teatro que podría parecer novedosa o atractiva.

Por mi parte, brindarles lo poco o mucho que sepa sobre teatro y que ellos, a su vez, me hablen de su mundo.

Mi teatro ciego es el que quiero que se conozca. Obviamente, si mis compañeros hacen teatro ciego, también querré que se conozca.

Y como segundo punto, mi idea es empezar a acercarme a asociaciones civiles, a gente que conozca invidentes o débiles visuales para que les digan que existe este proyecto.

Justamente, en la redacción de mi propuesta escribí que me interesa hacer un taller de teatro de iniciación para débiles visuales para hablar de esto que pensé: la poética de la oscuridad o de la ceguera.

Me gustaría sensibilizarme a un mundo sin luz, sin imágenes, en completa oscuridad, que es el que experimentan ellos, y hacer un intercambio: por mi parte, brindarles lo poco o mucho que sepa sobre teatro y que ellos, a su vez, me hablen de su mundo. Cada cabeza es un mundo.

Ya empecé a recolectar algo de información de asociaciones civiles. Por ejemplo, hay unos chicos que se llaman Murciélagos Laguna que están en un torneo de la CONADE, y son un grupo de ciegos que están jugando futbol.

Así como a mí me maravilló que me guiaran hacia la oscuridad, me gustaría que ahora me guíen en este proceso creativo. Y a su vez, yo poder retribuirles con un poquito de lo que sé.

Fotos: Cortesía de Estefanía Marrufo