¡Es la sobreexplotación, estúpido!

DROUGHT SEQUÍA

Francisco Valdés Perezgasga

A principios de los noventa, los Estados Unidos pasaban por una recesión económica. Coincidía con una elección, la de Bush contra Clinton.

El estratega estrella de este último, James Carville, le pidió a quienes trabajaban en la campaña de Clinton que se enfocaran en tres cosas; una era la economía.

La consigna, que iba dirigida también al candidato, rezaba: “¡Es la economía, estúpido!”.

De ahí para adelante la frase se repite para machacar lo obvio. Especialmente dirigido a los políticos y políticas, tan proclives a irse por las ramas cuando un problemón les estalla en la cara.

Haga usted de cuenta lo que sucede en La Laguna con el agua. Los políticos nacionales, estatales y regionales se van por las ramas con tal de no atacarlo de raíz.

En los últimos años los quejidos y protestas de la ciudadanía por la falta de agua se daban en los meses de verano, de junio en delante.

En 2022 las protestas empezaron en febrero. Los años precedentes se anunciaba el desastre en el que estamos.

Se secó el pozo de Torreón Jardín de un día para otro. El año pasado, en unos pocos días, 13 pozos de SIMAS que abastecen al centro y zonas circunvecinas se secaron.

Hoy, los organismos operadores de agua de la comarca corren como pollos descabezados.

Un día nos dicen que ya están perforando los pozos que habrán de salvarnos, cuando todos sabemos que el acuífero que nos abastece está tronado. Perforar no ayudará.

Otro día se van las autoridades contra la Comisión Federal de Electricidad, culpándola por los apagones.

Otro día es el vandalismo a las bombas las que nos tienen sedientos y sin bañarnos.

Y aún otro día, el director de SIMAS nos habla de cómo el alcalde Riquelme se gastó una lana perforando pozos. Una lana que, a todas luces, no sirvió de nada.

No sirvió de nada porque no hemos sido capaces de señalar —y atacar— la raíz del desabasto: la sobreexplotación criminal del acuífero por parte de los lecheros.

La califico de criminal tanto porque nunca se debería sacar de equilibrio un acuífero como porque literalmente se están robando el agua al sacar más de la que tienen concesionada. Están robando.

Los miembros de la casta más rica de nuestra sociedad. Le doy un minuto querida lectora, para que el concepto lo absorba como lluvia de mayo. Los más ricos se vuelven más ricos robando y condenando al resto de la población a la sed y a la ponzoña del arsénico.

Luego está el Gobierno Federal. Ante la emergencia humanitaria que atravesamos las laguneras y los laguneros decide no importunar a los responsables de la tragedia —dios nos libre, no se vayan a molestar— y nos propone una solución cortoplacista y peligrosa: Agua Saludable para La Laguna.

Que el abasto de agua para la población venga de una fuente caprichosa como las lluvias cada vez menores y más escasas por el calentamiento global. Lejos de solucionar nada, Agua Saludable nos pone en un riesgo enorme de empeorar cada día.

La forma de arreglar el brete tiene que ser en la raíz. Detener la sobreexplotación y revivir nuestros ríos reconectándolos con sus acuíferos, devolviéndoles su integridad funcional que restaurará nuestro bienestar.

Hay herramientas legales ya listas para lograrlo, para poner un alto al robo de agua, para redimensionar la actividad agropecuaria y para tener entonces perspectivas de un futuro para nuestras comunidades.

Así como vamos, mirando para otro lado, con “soluciones” disparatadas y una total ausencia de voluntad política, seguiremos el camino hacia el abismo.

Un abismo nada lejano, habida cuenta de la crisis de agua sin precedentes que vivimos hoy en nuestras ciudades y cuyo panorama no es otro que el de ir a peor.

Haremos bien en gritar para que nos oigan Lauro, Román Alberto, Miguel Ángel, José y Andrés Manuel: “¡Es la sobreexplotación, estúpido!”.

Foto de portada por Markus Spiske disponible en Unsplash