Desde que era niño, el lagunero José Luis Saturno supo que quería dedicar su vida al séptimo arte. Y lo ha logrado.
Estudió Animación Fílmica en la Universidad Concordia en Montreal, Canadá y su filmografía ha participado en más de 80 festivales internacionales en al menos 28 países.
Su amor por el cine hizo que su obra La Melodía Torrencial obtuviera un lugar en la terna de Mejor cortometraje animado en la edición 65 de los Premios Ariel que se llevará a cabo el próximo 9 de septiembre.
Once años tuvieron que pasar para que el realizador pudiera terminar su cortometraje a cargo de su compañía Enjambre Hexagonal. Llegar a este punto fue un camino arduo en donde varias puertas se cerraron, pero al mismo tiempo, muchas ventanas se abrieron.
El primer cineasta coahuilense y lagunero nominado a un Ariel considera que cualquier lugar puede ser el ideal para crear cine, y La Laguna no es la excepción. Sin embargo, es necesario el apoyo de políticas públicas que impulsen esa industria que aún no está explorada en la región, ya que podría ser una opción de fuente de empleo.
El cineasta conversó con Plaza Pública acerca del proceso creativo de La Melodía Torrencial, su visión acerca del cine en La Laguna y las posibilidades del florecimiento de una industria en torno a la animación fílmica en la región.
La Melodía Torrencial ya está nominada a los premios Ariel y es un logro para la animación mexicana y para tu trabajo. Platícame de tu experiencia para poder realizar esa obra: tropiezos, aciertos, manejo de la crítica.
La Melodía Torrencial la autofinancié durante 11 años a través de Enjambre Hexagonal, una productora que formé con el propósito de impulsar mis propios proyectos. El proceso se extendió dado que el tema y la forma en que propuse abordarlo no parecían conquistar los corazones y mentes del financiamiento público, industrial e institucional. Incluso al proponerla en mi propia alma mater como proyecto de maestría fui rechazado. Tuve acercamientos con productores que la abandonaron al ver que el financiamiento internacional no sería sencillo. Así que dejé de buscar persuadir a esos grupos para enfocarme en creativos altamente especializados en su área. Podía seguir teniendo año con año el mismo proyecto en papel o dar pequeños pero decisivos pasos para un día ver materializado el cortometraje. Gracias a ese equipo creativo el proyecto es una realidad. Y, bueno, dejé ir el sueño de avanzar de grado académico y en esa decisión, en cierto modo, me gradué de mi propia maestría con este cortometraje. La satisfacción que siento hoy no creo que la hubiese experimentado de haber tomado el camino que inicialmente exploré.
Pienso que en La Laguna no se destinan muchos recursos económicos al arte, no se le ve como una opción para invertir ni como fuente de generación de empleo. ¿Tú cómo ves el panorama en la región? ¿Qué se necesita para que la perspectiva cambie?
Es verdad. En La Laguna y en general en el Estado de Coahuila el concepto de industria cultural no se discute ni se le considera seriamente. Esto a pesar de que guarda un gran potencial diversificador para nuestra economía y, por ende, nuestra futura competitividad nacional e internacional. De acuerdo con el IMCO, nuestro Estado está ubicado como el cuarto más competitivo del país, pero ciertas limitaciones inherentes al desierto en el que vivimos y futuros eventos coyunturales imprevistos podrían estancarnos. Necesitamos estímulos fiscales y programas de gobierno a nivel estatal que no solo defienden a las industrias que ya tenemos, sino que además atraigan o estimulen la creación de otras, como la industria de la animación fílmica. Por ejemplo, esta industria fue apoyada y sigue siéndolo desde hace décadas en provincias como la de Quebec, Canadá, o estados como el de California en Estados Unidos y hace mucho que gozan de los beneficios de haberlo hecho.
Nuestra posición geográfica, el T-MEC, el que ya existan instituciones regionales que actualmente ofrecen programas educativos del ramo, el interés vocacional de las nuevas generaciones por esta industria, son oportunidades que deberíamos estar aprovechando. Yo estoy convencido de que es factible la inclusión de la animación fílmica en la región. De hecho, es mi objetivo. Estoy convencido de que podemos generar conocimiento, talento y mayor bienestar en nuestro estado si le damos una oportunidad a esta industria cultural.
Veo que un problema es la falta de atención de las instancias gubernamentales para poder impulsar proyectos artísticos al estilo de incubadora de negocios. ¿Qué podría hacer un artista para «vender» su trabajo a una instancia pública si fuera necesario?
Bueno, hay que aclarar que no se trata de que artistas vendan su trabajo a instituciones públicas, va contra toda lógica de mercado y es insostenible. Este es el reto ante el que nos encontramos actualmente. Este tipo de proyectos no podrían florecer en manos de un gobierno estatal y no representan un activo realmente valioso para las arcas públicas. Recordemos que la labor del gobierno estatal es el sostén y funcionamiento de los servicios, no la compra de empresas o proyectos. Solo a nivel federal tiene más sentido que mantengan como activos a cortometrajes. A menudo pueden ser herramientas útiles para intercambio cultural entre naciones.
En principio, no está mal la idea de las incubadoras de negocios que han tenido múltiples historias de éxito en otras industrias, pero yo acompañaría eso con políticas públicas estatales que animaran a socios capitalistas a incursionar en industrias culturales. Poco servirá la generación de empresas en esas incubadoras si no llega la inversión privada necesaria para que estas empresas sean factibles y competitivas.
Además del tema de la necesidad de inversión, has mencionado en otras entrevistas el apoyo familiar, ¿qué tan importante fue para despegar tu carrera?
Ese apoyo fue fundamental porque sustituyó las funciones que en otros países yo hubiese obtenido del estado. Su apoyo financió mis estudios universitarios en animación fílmica y en momentos difíciles me permitieron contar con un lugar donde vivir y comida mientras yo emprendía proyectos con el salario de empleos que tomé en la industria cinematográfica. Pocas familias pueden o quieren emprender un proyecto tan arriesgado como éste y no podemos esperar que miles de familias hagan el mismo esfuerzo y que de ahí emerja espontáneamente una industria. Así no se diseñan políticas públicas serias.
¿Consideras que es necesario una red de apoyo mutuo entre artistas?
Como en cualquier industria y en el mejor de los casos, este tipo de redes permiten el contacto, la confianza y el empleo entre artistas. Sólo hay que aclarar una cosa: estas redes no sustituyen las políticas públicas para la obtención de inversión privada en el ramo. Entre otras cosas, pueden fomentar la profesionalización de los artistas, pero de no ser acompañadas por inversión, estas redes sólo se vuelven espacios de discusión sobre la precariedad laboral en el ramo. Una suerte de grupos de apoyo moral para desempleados.
¿Le ves potencial al cine lagunero?
En cualquier industria ese potencial existe. En La Laguna no hay nada inherente a esta tierra o a los laguneros que nos lo impida, pero debemos trabajar seriamente en ello. Sin políticas públicas que fomenten la inversión en las industrias culturales, nunca dejarán de ser esfuerzos individuales. Debemos aspirar a algo más grande y ambicioso por el bienestar de nuestro estado.
¿Qué mensaje le darías a los artistas laguneros, a niños como el pequeño José Luis que soñaba con convertirse en cineasta?
Lo he mencionado antes, la vocación debe ser su guía, no un ánimo de alcanzar la celebridad. Como en cualquier carrera, les aguarda mucha incertidumbre, ya que existe allá afuera una competencia creciente, feroz y muy estimulante. Así que, busquen disfrutar cada etapa del proceso creativo, sin importar el tiempo que éste dure. También eviten crear expectativas en torno al resultado, eso solo hará que le teman al fracaso, el cual es fundamental para el aprendizaje. Nunca lleva a nada bueno buscar el placer como meta y no como resultado.