Alfredo Castro Muñoz
Alfredo Castro Muñoz

El espejo nunca juzga: Alfredo Castro y cómo De a poco la mirada se queda vacía

Los espejos son los mediadores entre la voz poética de Alfredo Castro y la percepción de cómo un diálogo roto por la violencia ha sido transcrito en el poemario De a poco la mirada se queda vacía, una de las obras seleccionadas para la serie “Viento y Arena 2022” del Instituto Municipal de Cultura y Educación (IMCE) Torreón.

Alfredo Castro Muñoz nació en esa misma ciudad en 1998. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación con especialidad en Periodismo por la Universidad Autónoma de Coahuila. También es autor del libro de poemas Estar de paso (Iberia 2022).

La poesía de Castro Muñoz ha aparecido en distintos medios físicos y digitales como la revista Acequias, de la Ibero Torreón, y Estepa del Nazas, del Teatro Isauro Martínez, así como en los portales Red es Poder y Bitácora de Vuelos Ediciones. También ha publicado reseñas y artículos para la revista Siglo Nuevo del periódico El Siglo de Torreón.

Actualmente es docente de bachillerato, donde imparte materias de humanidades. En esa labor se nutre de los temas que comparte con sus alumnos y de los que esta obra seleccionada tiene por dar a conocer.

Los textos de De a poco la mirada se queda vacía están marcados por diversas situaciones, pero apremia el tema de la violencia. Castro Muñoz se apoya de la figura del espejo para “reflejar” una realidad por medio de una poesía paralelística.

¿Por qué decidiste hacer este tipo de poemas sobre la violencia en La Laguna?

Creo que los poemarios que hablan de la violencia han estado muy presentes en nuestra poesía. Hay varios poemarios tocando el tema y la única manera que tuve para poder hacer algo más propio o algo más original fue ubicándolo en mi tierra y brindando mi propia perspectiva, mi propio diálogo con esos sucesos.

Definitivamente, el tema de la violencia en el país y en el mundo es algo que me conmueve, algo que me inquieta mucho; a lo mejor en un terreno moral, a lo mejor en un terreno estético, a lo mejor en un terreno personal. Siempre tuve esta inquietud de hablar de eso. Ya había tenido intentos, pero no sé si fueron los mejores.

En febrero o marzo de este año me salió una nota en el periódico en la que recordaban lo que pasó en la quinta Italia Inn, que fue una masacre. Cuando leí esto, estaba un poco conmovido por la crónica. Entonces, decidí charlar con la nota, charlar con el hecho, con el suceso y buscar una posibilidad en la poesía. Mi inquietud se hizo más grande por esa propuesta y seguí por esa línea.

En el libro hay varios textos que dialogan con esos hechos: con atentados, con masacres y con calamidades de nuestra región. Y ante todo, creo que lo que buscaba plasmar era la figura del espejo, que es algo que me causa mucho interés.

Creo que la figura o el tema que puede permear en todo el libro es exactamente la figura del espejo o del cristal. Los reflejos son una especie de respuesta inmediata a la persona, al hecho o a cualquier acción.

En todos estos poemas busco, no solamente dialogar con el hecho, sino también con el reflejo del hecho, con el espectro que está en el cristal. Eso es lo que pretendo.

¿A qué te refieres con la expresión “charlar con la crónica” y qué relación tiene con la figura del espejo?

Mi intención no era hacer una crónica tal cual de los hechos, sino más bien proponer una perspectiva, a lo mejor una estética o poética, creo que es un poco pretencioso decirlo así, pero poner otra perspectiva del suceso, no juzgarlo.

No quería decir: “esto está mal” o “esto está bien”. No quería tomar partido, simplemente exponer esa realidad y cómo afecta a esta voz poética, a esta voz que escribe el libro, que en muchos sentidos no soy yo. Esta voz sí está afectada por esos eventos y entonces es importante la figura del espejo. Porque el espejo por sí solo no juzga, me parece, simplemente proyecta lo que está al otro lado.

Hablas de poemas de violencia en tu poemario, pero también hay de otros temas como el amor. En esas composiciones hay un juego visual, por ejemplo, usas espacios o puntos. Cuéntame más sobre estos recursos.

Es una especie de impulso, la verdad, algo muy inexplicable. Cuando empiezas a escribir el poema o a hacer el poema, creo que nunca termina de la misma forma con la que empieza. De algún modo en tu cabeza lo vas maquetando, lo vas dibujando en la hoja, y es raro, porque dibujas con palabras, literalmente.

Creo que el poema es el que “demanda” cierta distribución en el espacio en blanco, “ordena” a veces. Es como si él te dijera: “aquí necesito un espacio”, “aquí necesito respirar”, “aquí necesito condensar esta información».

O sea, ¿hay un diálogo entre tú y el poema?

Sí, pero, más que un diálogo, a lo mejor es una orden. Es una demanda que me hace el poema. Pareciera que me está diciendo en dónde cortar el verso, en dónde extenderlo, en dónde dejar un espacio en blanco.

De algún modo ese espacio también dice algo. No sé exactamente qué, pero lo dice. Tampoco quiero sonar como sumiso a mis propios textos, pero si hay algo que yo quiero escribir con la poesía y esa es mi parte, es mi cooperación.

Pero luego el poema mismo me dice: “ok, pero se va a decir más o menos así”. Quizá sí hay un punto en el que ambas partes tengan que estar de acuerdo.

Así como dices que el “poema lo exige”, hay unos versos en unos de tus poemas que dicen: “Torreón y Londres, son ciudades que no colindan, pero sus noches serán el mismo encabezado”. Sé que se habla de la muerte del luchador Silver King, pero, ¿tienen otra interpretación que se le pueda acercar a un contexto más actual y contemporáneo? Hablando específicamente de la poesía y de lo que se está viviendo aquí.

Creo que lo que intentaba hacer con ese poema era destacar esas coincidencias. Algo que me inquieta mucho de nuestra realidad, son los paralelos. Volvemos a la figura del espejo.

El espejo es un fundamento en mi libro. Cuando hay paralelos, me sorprende cómo en un lugar del mundo ocurre algo y en otro lugar, ocurre otra cosa. Entonces, cuando veo o siento eso, hay algo de poesía en esos puntos tan distantes. Se llaman antípodas.

Lo que quería hacer en ese poema era ver cómo dos sucesos que aparentemente no se tocan en este mundo, colindan por alguna razón. Cómo esos paralelos, en algún punto se hacen perpendiculares. Eso era lo que intentaba hacer con ese texto. Cómo cosas tan remotas, tan alejadas, tan desconocidas la una con la otra chocan en algún momento y tienen un contacto.

Entonces, ¿el concepto de contacto es la manera como se puede definir esta amplitud de la perspectiva contemporánea?

Sí, claro. Bueno, eso pasó y a lo mejor fue un caso muy particular o a lo mejor entra en lo personal. A lo mejor ese sí es un poema autobiográfico, porque me pasó. Estaba triste en una cafetería y pronto vi la noticia de que Silver King, un luchador que yo admiraba, había fallecido.

Prácticamente todo lo que se narra en ese poema es cierto. Pero vamos, así como me pasó a mí, ocurre todos los días. Creo que existe alguien en Colombia pasando algo y de pronto, a alguien en Rusia le pasa algo diferente, pero ambos hechos se empalman por algo raro, por una fuerza extraña que no alcanzo a descifrar. El poemario no intenta describirla, pero sí vislumbrarla.

Retomando los usos de recursos, hay uno que es el uso de viñetas. Centrándonos un poco en la producción de poesía, ¿qué tan arriesgada consideras esta forma de hacer poesía y, por supuesto, cómo este recurso aporta de una manera visual a la poesía contemporánea?

No diría que es muy arriesgado, porque creo que si le echamos un vistazo amplio a la poesía de hoy, hay muchos poetas usando muchos recursos. Por ejemplo, tú dices que usé viñetas, dos puntos, pero he visto poemas que usan emojis, o fotografías grabadas en el texto.

Hay muchas licencias que se están tomando hoy en día. Para el caso particular de este poemario, creo que las consideré adecuadas fueron la de los puntos, las viñetas y los espacios en blanco. Porque creo, le aportaron algo al significado.

Los dos puntos como un inicio de verso que van a intentar introducir un significado a algo que yo supongo que debe de tener o el que sugiero. Las viñetas, creo que son un caso un poco más chistoso porque, en esas viñetas utilizo esta imagen de “Dios hizo la luz y otras cosas”. Simplemente, fue un recuerdo del catecismo, creo que cuando la maestra contó que Dios dijo “hágase la luz”, enumeró prácticamente el universo.

Y dije: “¿Por qué no podrían ser otras cosas que aparecieron o derivaron de la luz?”, como las linternas, los faros de las trocas, como muchas cosas que creo que derivan de la luz, que de algún modo son parte del fenómeno de la luz.

Está en la línea del creador (que respeto), me pareció ingenioso en ese momento. No sé si se logró de esa manera, pero cuando escribí el poema, me dije: “¿Por qué no?”.

Por último. Tú eres un joven poeta, un late millennial. ¿Qué les podrías decir o qué consejos les darías a los poetas menores que tú y tus contemporáneos en la región?

De pronto no me siento para dar consejos, pero siempre lo que intento decir es que se acerquen a dos cosas: a los talleres de literatura y a la literatura actual.

Creo que echar un vistazo de lo que se está escribiendo hoy en día siempre es muy refrescante, siempre es un buen descubrimiento encontrar escritores nuevos, vivos, que tienen quizá las mismas inquietudes que tiene uno, que padecen la misma realidad. Eso me parece fundamental y enriquecedor, al menos para la obra de alguien que empieza.

Siempre va a ser bueno estar echándole un ojo a los clásicos y ser respetuoso, incluso. Creo que yo mismo fui detractor de los antiguos y un poco los he rechazado, pero me di cuenta que tampoco es lo más adecuado. Creo que es respetar su tiempo, respetar su literatura, aplaudir las cosas buenas que se hicieron en el pasado en la literatura.

El consejo es ese, el acercarse a la literatura nueva. Encontrar a esos nuevos escritores nos van a ayudar a entender quizá nuestra realidad porque es más vigente, más latente.

Y lo otro que decía es, si existe una inquietud por escribir, acercarse a talleres. Porque esto nos ayuda hacer una comunidad, a conocer la obra de los demás y a saber con quiénes contamos y con quiénes no. Creo que los talleres siempre ayudan para eso. Son un punto de encuentro y me parecen lugares importantes para la escritura no solo de Torreón, sino de todo el mundo.

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