Por Fabio Pérez
Hongos en la piel significa problemas con el órgano más grande del cuerpo.
Las infecciones cutáneas son padecimientos que pueden tratarse con medicamentos de venta libre.
Unas son bacterianas, es decir, las causan bacterias; se manifiestan con protuberancias rojas que van aumentado de tamaño poco a poco.
Otras son originadas por parásitos que pueden propagarse más allá de la piel, hasta alcanzar el torrente sanguíneo y los órganos.
Un tercer grupo surge del contagio de virus.
El cuarto conjunto es el tema de estas líneas: infecciones fúngicas de la piel, es decir, problemas de la piel causados por hongos.
Estos organismos suelen desarrollarse en áreas húmedas del cuerpo, como los pies o las axilas, y pueden convivir de forma permanente con el ser humano sin generar ningún problema .
No acarrean males contagiosos y difícilmente ocasionan un desenlace fatal.
Sin embargo, conviene estar en guardia frente a ellos porque son motivo de muchas visitas al médico.
¿Cuántas especies de hongos existen en la Tierra? No se sabe. Sus características biológicas los distinguen tanto del reino animal como del vegetal.
De las especies identificadas hasta ahora, unas 140 mil, apenas el 0.1 % causa alguna patología al ser humano.
¿CÓMO LLEGAN AL CUERPO?
El hongo se prende a la piel en sitios como gimnasios, instalaciones deportivas o albercas públicas.
Tratamientos con antibióticos o corticoides, cuando se llevan por largo tiempo, luego facilitan que estos organismos invadan alguna parte del cuerpo. Algo similar ocurre con el uso de jabones muy agresivos que eliminan los lípidos de la barrera cutánea.
Padecimientos que afectan al sistema inmune, como el cáncer, el sida o la diabetes, también facilitan la aparición de hongos en la piel.
Calor, humedad y malos hábitos higiénicos son factores que favorecen la aparición de micosis cutáneas. Éstas se clasifican en tres grupos: dermatofitosis o tiñas, candidiasis intertriginosa y pitiriasis versicolor.
TIÑAS
Son micosis cutáneas superficiales. Detrás de ellas están hongos filamentosos con afinidad por tejidos en cuya composición figura la queratina, como la piel o el cuero cabelludo.
Presentan características específicas según la zona corporal que afecten.
Estos hongos en la piel suelen manifestarse como una pequeña área de color rojo y del tamaño de un frijol. Crece sin perder la forma de un círculo o un anillo.
Al ojo le parece que hay gusanos bajo la piel del paciente, pero no, sólo es el aspecto de la alteración fúngica.
La tiña del cuero cabelludo sólo afecta en la cabeza; la tiña corporal en cambio, afecta cualquier parte del órgano más largo del cuerpo.
Otra tiña, la inguinal, se deja ver como una erupción de bordes elevados en el área situada justo debajo de la zona abdominal y hasta donde comienzan las piernas.
Produce picor y sensación de quemazón. Es frecuente en personas deportistas.

PIE DE ATLETA Y CÁNDIDA
Los pies suelen ser su área predilecta; en ocasiones se manifiestan en las uñas.
Sus síntomas incluyen enrojecimiento, picazón, sequedad y agrietamiento de la piel entre los dedos, en las plantas y en los lados de los pies.
Produce bultitos rojos, escamosos y llenos de pus.
La cándida es una levadura a la que se identifica como hongo.
Suele afectar la piel que circunda las uñas o las zonas blandas y húmedas de las aberturas corporales.
Las mujeres pueden padecer candidiasis vaginal, es decir la presencia de cándida dentro y alrededor de la vagina.
También hay que mencionar a la pitiriasis versicolor, erupción provocada por un hongo que puede aparecer en pecho, hombros y espalda.
¿CÓMO LIDIAR CON ELLOS?
La mejor forma de saber con seguridad si se padece una infección fúngica es ir a consulta. Hay muchas enfermedades que tienen un aspecto similar al que guardan los hongos en la piel.
Es posible que el médico decida frotar la zona cutánea afectada o recoger una hebra de pelo o un trozo de uña para verlos al microscopio o hacer un cultivo que permita determinar con precisión cuál es el problema.
Una vez identificado el responsable de la afección, eliminar su presencia no es difícil.
Los médicos prescriben cremas y/o champús especiales y a veces recetan medicamentos orales. En cualquier caso, es buena idea seguir las indicaciones del profesional sanitario.
Es frecuente que los médicos propongan una combinación de fármacos para conseguir el resultado deseado.

LA HIGIENE COMO PREVENCIÓN
La higiene y evitar humedad innecesaria en el cuerpo ayudan a mantenerse libres de hongos en la piel.
Contra el pie de atleta, por ejemplo, hay que lavarse los extremos pedestres todos los días y secarlos bien.
Cuando se visitan establecimientos como piscinas y baños públicos hay que procurar no andar descalzo. Usar unas chanclas de agua basta para impedir las invasión fúngica.
Hay que usar calcetines limpios. Si por alguna razón estos se mojan, conviene cambiarlos con la mayor rapidez posible.
Usar talco medicinal ayuda a reducir la sudoración y, con ello, el hongo no encuentra condiciones óptimas para desarrollarse.
Evitar la tiña inguinal exige usar ropa interior limpia, de preferencia hecha de algodón, así como llevar pantalones holgados. Mantener seca el área inguinal es importante.
Las levaduras exigen tener cuidado al acudir a sitios públicos con el factor agua involucrado. Hay que cambiarse, o quitarse, el traje de baño cuando esté mojado en vez de dejárselo puesto mucho rato.
Prevenir la pitiriasis reclama que la piel no sude ni se caliente demasiado.
Las infecciones fúngicas no afectan al paciente de forma prolongada, siempre y cuando se recurra al médico nada más notar que algo no anda bien con la barrera cutánea.